* Héctor Tamayo *

Votos útiles y fraudes patrióticos

En una colaboración reciente señalé que el único voto útil para quienes se oponen a las políticas neoliberales en México, es el voto por Cuauhtémoc Cárdenas, puesto que si éste no llegara a la Presidencia, nada más útil y conveniente para el país que el triunfo de Andrés Manuel López Obrador como jefe de Gobierno del Distrito Federal y el mayor número de candidatos de la Alianza por México a gobernadores, senadores, diputados federales y locales, jefes delegacionales y presidentes municipales. Dicho triunfo, sería el único contrapeso institucional efectivo para cualquiera de las opciones neoliberales que llegara a gobernarnos.

Es evidente que este tipo de consideraciones no les pasa por la cabeza a los entusiastas y excesivamente pragmáticos promotores del ''voto útil'', para quienes el único objetivo el próximo 2 de julio es la alternancia. De manera bastante maniquea pretenden arrinconar al cardenismo y pasarle la factura de las complicidades panistas con el PRI. Porque Ƒacaso no fue el PAN el partido que votó junto con el tricolor las contrarreformas electorales en 1989? ƑNo fue Acción Nacional, encabezado por el jefe Diego, el que estableció las fraudulentas concertacesiones que fortalecieron el presidencialismo y cuyo principal beneficiario acabó siendo Vicente Fox?

Otro tanto ocurrió con la política económica y social: Ƒquiénes votaron a favor de las contrarreformas neoliberales al artículo 27 constitucional, el incremento del IVA al 15 por ciento y las modificaciones a la legislación bancaria que dieron paso a la ''liberación financiera''? ƑQuiénes votaron el Fobaproa y el IPAB, el fraude mayor en la historia de los más ricos contra los más pobres de este país, sin que hubiera una investigación rigurosa de los ilícitos cometidos? ƑQuienes caminan de la mano para seguir llevando al país por la ruta conservadora del desastre?

Ciertamente, la alternancia es un asunto fundamental. Sin duda, sería la vía más rápida y segura para lograr el completo desmantelamiento del partido de Estado, la liquidación del presidencialismo y la elaboración de una nueva Constitución. El problema está en la viabilidad de una coalición a nivel presidencial entre el PAN y el PRD. Las dificultades de una alianza entre la izquierda y la derecha en todo el mundo son inmensas. Como no se trate de objetivos concretos, secundarios o formales, se corre el riesgo de desdibujar los respectivos perfiles políticos, confundir a la población, enrarecer el clima político electoral y obtener resultados contraproducentes para las fuerzas aliadas.

En Chile, se sometió a plebiscito en 1988, una prórroga de ocho años al mandato de Pinochet. Una coalición de 17 partidos y organizaciones políticas derrotaron al oficialismo. Ninguna de estas 17 fuerzas políticas tuvo que sacrificar programa, principios, ni credibilidad. Todas resultaron triunfadoras. Las elecciones mexicanas del 2 de julio no tienen nada que ver con esa afortunada experiencia chilena. Sin embargo, frente a la importancia de la alternancia había que examinar si era posible recorrer el muy estrecho sendero que podía permitir la alianza PAN-PRD para postular un solo candidato a la Presidencia de la República.

Fue Cárdenas Solórzano quien desde principios del año pasado planteó el asunto. Se requerían tiempo, tolerancia, buena voluntad e inteligencia, y no arrebatos de última hora. Los esfuerzos de muchos luchadores democráticos lograron alcanzar acuerdos significativos, pero finalmente el proyecto fracasó. Cuauhtémoc Cárdenas propuso una elección primaria abierta para designar al candidato común de la oposición, y Fox una designación basada en encuestas. Las propuestas de uno y otro hablan por sí mismas. No hubo acuerdo y el capítulo quedó cerrado.

Hoy, a unos días de las elecciones, sólo el pragmatismo más estrecho puede pedir la declinación de Cárdenas a favor de Fox o viceversa.

Por la otra banda se pretende reproducir a escala nacional el ''fraude patriótico'' que Miguel de la Madrid y Manuel Bartlett nos ofrecieron en Chihuahua, en 1986, y vuelve a tomar vuelo la alquimia electoral priísta.

Labastida Ochoa sacude los mercados financieros con sus declaraciones de que si no gana con una ventaja electoral mayor a 10 por ciento, se presentarán disturbios poselectorales.

La desesperación cunde entre las filas del régimen.

Navegando entre las dos aguas turbulentas del neoliberalismo, Cárdenas vuelve a poner las cosas en su lugar: no estamos en 1988; hoy, es posible vigilar la elección a nivel nacional; ni ''fraude patriótico'' ni caída del sistema: si hay fraude, se impugnará; si la elección es limpia, se reconocerá al triunfador, así haya ganado por un solo voto.

Cárdenas podrá no ser el mejor candidato en los medios electrónicos, pero sin duda, es el más consistente, el más responsable, el más coherente. Lo dicho, el voto útil para México es el voto por Cárdenas.