LUNES 19 DE JUNIO DE 2000
Ť Frutos de la contrarreforma agraria del salinismo y la falta de crédito
Agoniza la Comarca Lagunera por sequía y contaminación ambiental
Ť En 1963 el gobierno "desgració el ecosistema" al revestir los canales, acusan ejidatarios
Rosa Rojas, enviada, Comarca Lagunera, Coahuila y Durango Ť En La Laguna se están cosechando los frutos maduros de la contrarreforma agraria del salinismo, realizada en 1992 para imponer el modelo neoliberal en el campo: los sectores social, agrario y ejidal agonizan sin crédito, sin acceso a los apoyos oficiales y sin canales de comercialización. Esto ha hecho que se consolide un neolatifundismo basado en la renta o venta de 70 a 80 por ciento de los derechos de uso del agua para riego y muchos de los pozos ejidales a los "pequeños propietarios" que siembran la mayor parte de las tierras cultivadas.
Los "pequeños" producen en esta zona semidesértica casi todos los 4 millones 383 mil litros de leche -20 por ciento del total nacional- que rinden aquí diariamente 180 mil vacas en ordeña -otras 300 mil reses están en crianza- lo que para ecologistas y campesinos "es una locura, es criminal: se lleva mil litros de agua producir un litro de leche" dicen, al tiempo que exigen un reordenamiento de la actividad agropecuaria en la región.
Por su parte, el presidente de la Unión Ganadera Regional de La Laguna, Felipe Zedillo Vela, defiende a los productores de leche explicando que en los últimos 10 años se incrementó 50 por ciento la producción del lácteo y sólo 10 por ciento el número de vacas. Este aumento en la productividad se debió a la eficiencia: mejor alimentación para las reses, así como al uso de riego presurizado para la producción de alfalfa, dice. Explica que, además, en la región sólo se producen 300 mil toneladas de este forraje, las otras 400 mil que se requieren vienen de Chihuahua. También se traen de fuera las 650 mil toneladas de grano para la alimentación del ganado.
En tanto, el ciclo agrícola primavera-verano, que hace mucho no se da en condiciones "normales", abarcaría 90 mil hectáreas, este año se restringió a la siembra de 40 mil hectáreas en una "zona compacta", explica el subgerente técnico de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) en La Laguna, Jesús Cabrera, quien, sin embargo, descarta que con eso la región esté "considerada zona de desastre. La situación del agua es normal" por ser ésta una de las zonas semiáridas del país, explica.
Aclara que para las 50 mil hectáreas que se riegan con aguas subterráneas no hubo restricciones. De ellas, 35 mil se destinan a sembrar alfalfa para forraje.
Paralelamente, las zonas populares del área conurbada de las ciudades Torreón-Gómez Palacio-Lerdo, donde se concentran entre 800 mil y 900 mil habitantes del millón que se estima viven en la Comarca Lagunera, sufren escasez de agua, que se vuelve angustiosa en municipios como Francisco I. Madero, San Pedro y Tlahualilo, en cuyos ejidos la gente se queja de que pasan días enteros sin que llegue el líquido. Pobladores de esos lugares afirman que por eso se ven obligados a beber agua de las norias contaminadas con arsénico. Cabrera atribuye esto a la "cultura" de la gente de no esperar los tandeos para la distribución del líquido, pero también "por el simple hecho de no estar de acuerdo en el pago del agua potable".
Por toda esta problemática hay un éxodo del campo lagunero. La migración hacia el norte -Piedras Negras, Acuña, Ciudad Juárez y el otro lado- se ha llevado en algunos ejidos a más de la mitad de la población, y en muchos lugares los ejidatarios que aún quedan, la mayoría de los cuales trabajan de jornaleros con los "pequeños", a los que les rentaron o vendieron su agua o su tierra, suspiran para que en su rancho se instale una maquiladora, aunque pague poco, aunque contamine, para que sus hijos, convertidos en flamantes proletarios, no emigren.
La región está en medio de una debacle ambiental, que comprende lo mismo las emanaciones tóxicas de la planta Peñoles, ubicada casi en el centro de la ciudad de Torreón, que intoxica con plomo la sangre de los habitantes de los alrededores, y con polvos impregnados de residuos minerales los pulmones de los pobladores de la zona conurbada Torreón-Gómez Palacio-Lerdo. Así, la contaminación de las maquiladoras y las aguas negras de las ciudades se combina con la escasez crónica de agua potable y para riego ocasionada por los largos ciclos de sequía y la sobrexplotación de los mantos acuíferos subterráneos.
El propio Cabrera reconoce que de los mantos acuíferos se extraen 930 millones de metros cúbicos al año, cuando la capacidad de recarga natural es de apenas 515 millones de metros cúbicos, con la consecuencia de que en la zona de mayor concentración poblacional algunos pozos están sacando agua a profundidades de 130 y 140 metros. Esto además acerca a los pobladores al peligro del envenenamiento por hidroarsenicismo que sigue afectando a la gente del área rural, advierten investigadores y ecologistas.
No obstante, florecen en Torreón dos campos de golf -uno ofrece a sus compradores ocho lagos y el otro 79 mil 638 metros cuadrados de cuerpos de agua artificiales, además de albercas- para cuya construcción los inversionistas compraron tierras de los ejidos La Concha (que según el comisariado ejidal, Marcelino Rocha, ha vendido 75 por ciento de su tierra) y Zaragoza, por las que pagaron entre siete y 20 pesos el metro cuadrado, mismos que en preventa están dando entre 700 y mil 500 pesos el metro cuadrado.
Una situación explosiva
La Laguna es una unidad geográfica, económica y social integrada por nueve municipios, de Coahuila: Torreón, Matamoros, Viesca, San Pedro y Francisco I. Madero; Gómez Palacio, Lerdo, Tlahualilo, Mapimí y Cuencame, de Durango. Teóricamente, en 1936 se dotó a los ejidatarios de 4 hectáreas de riego más los eriales. En la realidad nunca recibieron agua para más de dos hectáreas. De acuerdo con estadísticas del INEGI, para 1991 había en esos municipios 35 mil 102 ejidatarios, con un millón 80 mil 259.1 hectáreas.
Uno de los herederos de aquellos ejidatarios, Dionisio Torres, luchador social del ejido Pamplona, de Tlahualilo, recuerda que la reforma agraria de Cárdenas no fue una graciosa dádiva.
Primero los sindicatos rojos fueron organizando a la peonada de la Compañía Colonizadora de Tlahualilo, que era propiedad de ingleses, y de las haciendas, en su mayoría propiedad de españoles, para luchar por sus derechos laborales. Las mujeres se paraban frente a la mulada con la que se trabajaban los campos para detener la explotación en las haciendas, mientras los hombres seguían laborando para no ser víctimas de la represión de patrones y autoridades. "Eso que hacen ahora las indígenas de Chiapas de pararse enfrente del Ejército no es nuevo, ya lo hacían nuestras mamás", afirma. De la lucha laboral pasaron a la lucha por la tierra, y finalmente Cárdenas se las entregó.
Esta es una historia a muchas voces. En su elaboración colaboraron también, en entrevistas por separado, Mario Hernández, subgerente de Programación de Conagua, en La Laguna; Francisco Ibarra Ríos, diputado local plurinominal por el PRD; Esperanza Holguín, vocera del comité perredista de Torreón; Jesús Burciaga, ex diputado local panista, del grupo civil Acción Ciudadana; Francisco Valdés Pérez Gasga, doctor en ciencias, fundador del Grupo en Defensa del Ambiente; Camilo Ceniceros, dirigente de la Unión Campesina Democrática de Gómez Palacio, y León Rodríguez, dirigente del comité municipal de la CNC.
Asimismo, Teodomiro Guzmán, gerente de la Cámara Agrícola y Ganadera de Torréon; Magdalena Briones, del grupo ecologista Biodesert; el doctor Javier García Salcedo, investigador del Centro de Investigaciones Biomédicas de la Universidad Autónoma de Coahuila; Enrique Vázquez Avila, autor del plan MEVA "Agua para la Laguna"; Manuel Negrete, del comité que impulsa la creación del estado de La Laguna, y decenas de campesinos y campesinas con quienes se habló durante los recorridos realizados por la región.
Torres indica que más que una crisis algodonera hubo una catástrofe ecológica en la región. Apunta que la Compañía Colonizadora de Tlahualilo lograba sembrar, en 1920, hasta 180 mil hectáreas de trigo con el sistema de aniego: inundaba las tierras hasta dos metros, y cuando el agua bajaba, sembraba. Pero a lo largo de la cuadrícula de canales que atravesaba el valle había enormes álamos sembrados. Se contaban hasta 120 alamedas que ayudaban a la nitrogenación de la tierra.
Uno de los problemas del reparto agrario -dice Briones- es que se calculó mal y el agua no alcanzaba para toda la tierra que se expropió, por lo que al construirse la presa Lázaro Cárdenas se quedó que el agua de la misma sería para los ejidatarios. Los pequeños propietarios empezaron a perforar pozos, llegó a haber más de 3 mil. Con la crisis del algodón se permite a los propietarios que se diversifiquen a la ganadería, pero como la industria requería algodón, a los ejidatarios se les exigió continuar con el cultivo.
En 1963, apunta Torres, hubo una sequía terrible, y llegó el gobierno con los egresados de Chapingo, con un plan de rehabilitación de La Laguna, "con tecnología de punta", que consistía en acabar con las filtraciones que, según ellos, había en los canales, por lo que decidieron revestirlos, y con esto los álamos ya no recibieron agua, "los mataron de sed, la peor muerte en el desierto... y se desgració el ecosistema, porque ya no hay recarga de acuíferos". Se sembraba entonces trigo, hortalizas, había pastos naturales, frutales, "ahora no sembramos ni 10 por ciento de la tierra; si tuviéramos más agua nosotros les llenábamos La Laguna de lo que fuera, granos o lo que se requiriera".
Pero además se obligó a los campesinos a usar abonos químicos, insecticidas "arrasadores" y las plagas mutaron y se convirtieron en resistentes a ellos. En lo que fue la comercialización del algodón, entraron grupos financieros a acapararlo: los Humprey, los Garza, los Longoria, quienes empezaron a meter normas de calidad "que acabaron siendo un castigo para el productor".
Con el reparto, dice Burciaga, se incorpora la gente a la producción, la economía y el consumo. Se crean 60 mil empleos directos y 80 mil indirectos. En 1952, Estados Unidos saca sus reservas de algodón y cae el precio, se inicia aquí la alternativa lechera. De 144 mil hectáreas que se cultivaban en los 50, en los 70 bajó a 65 mil. Con Miguel de la Madrid a 40 mil hectáreas y "con Carlos Salinas de Gortari llegó el colapso". Hubo decisiones políticas, indica Torres, "había que establecer las reformas al 27, además de los odios de Salinas" por haber perdido la elección en La Laguna.
Los entrevistados coinciden en fechar en 1988-1989 el inicio de la actual crisis, a causa de la sequía que se da en el primer año y por la decisión de Banrural en el segundo, ya en la presidencia de Salinas, de suspender los créditos a quienes estuvieran en cartera vencida, que eran 90 por ciento de los ejidatarios, de los cuales sólo 20 por ciento pudieron restructurar su deuda. El resultado, informa Hernández, fue que en 1989 se sembraron sólo 380 hectáreas de algodón. Calcula que en el 2000 habrá quizá unas 12 mil hectáreas de ese cultivo.
El problema, agrega el funcionario, es que el precio del algodón se ha desplomado en Estados Unidos, y prácticamente quien lo siembra es porque lo va a usar. Si una textilera quiere algodón emplea la semilla transgénica, se pone de acuerdo con un "pequeño" o con los ejidatarios y dice: "aquí me establezco".
La situación se agrava porque había 29 plantas despepitadoras, cientos de kilómetros de red de canales para riego, tractores, maquinaria agrícola para sembrar algodón. Ahora el campo lagunero está plagado de esqueletos de esa valiosa infraestructura en ruinas, y las malezas han invadido decenas de kilómetros de canales de riego, secos desde hace años.
Holguín menciona que además, al quedarse los ejidatarios sin crédito de Banrural, ellos y los jornaleros que contrataban ya no tuvieron acceso al servicio médico que daba el IMSS, problema que ha tenido fuertes consecuencias en la salud de 50 mil campesinos.
Ibarra, Holguín y Cisneros coinciden en que "hubo una estrategia del gobierno para desaparecer el ejido". Los campesinos tienen tierra, pero no crédito ni agua, les dan un título de propiedad con el Procede y los orillan a vender sus derechos de agua y la tierra. Con las reformas al artículo 27 constitucional, apunta Burciaga, Salinas de Gortari legitimó las ventas y el regreso al latifundio. Los compradores, dice Ibarra, son "grandes empresarios asociados con políticos que han hecho el negocio de su vida".
Ejemplifica: en el ejido Zaragoza, de Torreón, el proceso ocurrió en 1994-1995. "Se dio muerte a Julio Zúñiga, presidente del comisariado ejidal, para obligar al ejido a vender... en esas tierras quedó la empresa Lajat, en la que está Lázaro Bello Garza, socio del ex gobernador Rogelio Montemayor (ahora director de Pemex), pero es su hermano Jesús María Montemayor el que está en la lista de los accionistas". Ahí se está construyendo el campo de golf Montebello. Con este relato coincidió Esteban Camacho, secretario de actas del comisariado del ejido Zaragoza, entrevistado en las oficinas de la CNC en Torreón. Indicó que ahora el comisariado anda tratando de recuperar 24 hectáreas, porque Lajat se las iba a pagar a 30 mil pesos hace cuatro años y sólo se las pagó a 22 mil.
Otros ejemplos citados por Ibarra: "el candidato a senador del PRI, Raúl Jesús Villarreal, alias El Chamuco, uno de los grandes productores de leche, compró los pozos de los ejidos Santa Fe, La Concha, San Antonio de los Bravos y San Agustín". Braulio Fernández Aguirre, diputado federal del PRI, también productor de leche, dueño de la cadena Grupo Radioestéreo Mayran, ha comprado tierras en los ejidos La Partida, La Palma, La Paz y está en tratos con el ejido Santa Fe.
Pérez Gasga apunta que en La Laguna no sólo están lejos de un modelo de desarrollo sustentable, sino que el "mercado feroz" del agua ha ocasionado que 90 por ciento de los permisos "estén en manos de 10 familias, peor que en el porfirismo". Los dueños de los grandes establos ganaderos, "el poder tras de Lala, son grandes personajes priístas cuyos negocios se han forjado al amparo del poder político. La concentración tan brutal es un potencial explosivo, la cosa va a tronar, como pasó con la tierra en 1910, y nadie está atendiendo los problemas... el gobierno del estado no va a hacer nada que afecte a sus socios lecheros".
La pelea por el agua
Las restricciones en el uso del agua, que de acuerdo con los funcionarios de Conagua consisten en que ahora sólo se les da a los ejidatarios el líquido para sembrar 60 por ciento de una hectárea, hace incosteable la agricultura. Más aún con el método de las zonas compactas, por el cual tienen que desplazarse hasta 20 kilómetros para llegar a las tierras de labor.
Hernández informó que en el Distrito de Riego 17, de La Laguna, hay 37 mil usuarios, y confirmó que 70 por ciento de los derechos de los ejidatarios al agua rodada de la presa a la que tienen derecho está rentada a los "pequeños", a empresas y a grupos de ejidatarios. Sobre esta práctica, Cabrera comentó que tener "el beneficio de la renta del agua y el de la ocupación como jornaleros" es sin duda "la opción para que cierto número de familias pueda tener acceso a un ingreso por lo menos seguro", y hay que verla como una "forma de entendimiento que se tiene entre la sociedad, entre los productores, como algo que está funcionando bien y en paz, Ƒno?".
Varios campesinos entrevistados en diferentes ejidos informaron que por esa renta les pagan de mil 100 a mil 200 pesos anuales a cada derechoso. En el ejido Finisterre, ubicado a unos 70 kilómetros de Torreón, el ex comisariado Salvador Guardado Ortiz -quien duró 15 años en el cargo- informa que se hace un convenio con el "pequeño" que se los renta a todos, porque este año nadie va a sembrar, para que les entregue el importe del Procampo que les correspondería por la tierra que va a sembrar con el agua del ejido.
"No me voy a llevar a mis viejitas hasta la zona compacta a azadonear, si lo que iban a sacar se lo van a gastar en pasajes", indica. Afirma categórico que a las 80 familias que viven en el norte -en el ejido quedan 130- les envía el dinero que les toca.
Burciaga asevera que hay 2 mil 200 permisos para pozos, y 85 por ciento se utilizan en la cuenca lechera. Los otros 200 son para la industria y los servicios urbanos. Conagua sólo supervisa el gasto de estos pozos, los que utilizan los lecheros no tienen medidores. Este último dato lo confirma Cedillo Vela, quien indica que "sí ha habido esfuerzos para poner medidor; ya hay gente que lo está poniendo", y por eso mismo, por la falta de sistemas de medición, puso en duda los datos de la recarga y la extracción del acuífero que maneja Conagua.
Interrogado respecto al llamado "latifundismo del agua", el dirigente de la Unión Ganadera Regional de La Laguna indica que "no es tan agresivo". Hay 300 establos y 2 mil 500 pozos, los agricultores tienen "de perdida" 30 por ciento de sus pozos. Si se le restan éstos y los de uso urbano e industrial -los industriales también están comprando pozos, dice, quedan mil 200 pozos. Si se los divide entre 300 establos, les toca de a cuatro norias por establo, y esto, para un establo de unas 300 vacas en promedio, "es normal".