LUNES 19 DE JUNIO DE 2000

Ť Pastor Cervera Rosado, el trovador que nunca hizo canciones por encargo


''No se necesita el trago para ser bohemio''

Arturo Cruz Bárcenas, enviado, Mérida, Yuc. Ť En la paradoja, Pastor Cervera Rosado habita en la colonia Pensiones. Nada peor para un bohemio puro que no poder tocar su guitarra. Sus manos y piernas son cada vez más algo así como hilillos. El trovador está enfermo de tiempo: se le ha ido la juventud, el divino tesoro. "La vejez no es una enfermedad", le dicen sus cuates.

Sus amigos lo visitan porque él ya no puede salir por su propio pie. Bohemio, trovador de veras, recibe a Antonio, el gigante chiquito y guitarrista excelso del grupo que acompaña al musicazo Jorge Buenfil; a familiares (que se autonombran los auténticos) de quien fue su amigo y compañero de andares, nada menos que de Juan Acereto; al sabio conocedor de la historia de la trova, quien ojalá se decida pronto a publicar un libro, Roger Erosa, amabilísima persona, quien no es egoísta y platica sus conocimientos, acumulados en su memoria y en sus archivos.

Llegamos y su esposa, Juanita, comenta que está acostado y que de todo se enoja. Pastorete, le llaman sus amigos; ''en esta casa no habrá dinero, pero sí buen café". Lo comprobamos minutos después, cuando una de las hijas del cantautor, Martha, nos sirve una taza del aromático.

Sale Pastor de su cueva, así llaman a su cuarto, y con paso lento se dirige a la sala. El que fuera un charro que ganó premios por ejecutar suertes y que fuera admirado jinete tiene que auxiliarse de dos personas para llegar a un punto cinco metros adelante. "Todo iba bien hasta que se cayó; desde entonces tiene que estar en la cama y se ha vuelto enojón", comenta Martha, quien se autonombra "el último suspiro de mi padre" (es la menor).

''Si estoy jodido no es por casualidad''

En lo que cabe, Pastor come bien, pero sigue fumando. ''Trata bien a los que lo visitan, menos a nosotros, que lo cuidamos", comenta Juanita, su compañera en los días de invierno. A sus 85 años (los cumplió el pasado 20 de febrero), Pastor se rebela contra su situación física y pide al gigante chiquito que toque la guitarra. El ambiente se anima y el maestro canta. El cuerpo es el que ya no responde. Algo habla Juanita y su esposo le reclama. Se alcanza a oír: ''tú no te metas, que hasta a ti te voy a dar''.

-ƑTraes cigarros? -me pregunta.

-No.

-Me lleva la chingada.

-ƑVamos a México?

-Voy a ir al carajo.

''Que si estoy jodido no es por casualidad'', expresa para todos.

Se bebió las que le tocaban. Se desveló cuanto quiso. Viajó de aquí para allá. Vio y escuchó cosas. Tuvo vivencias, las cuales hizo canciones. Un buen día, precisa el maestro Erosa, ''borró'' los temas que no le gustaron y se quedó con 48 inmortales, de lo mejor de la trova yucateca, 40 de ellos han sido grabados en Pentagrama. Pero el maestro sólo salvó 48 canciones. Las otras no valen nada, para él. Nunca escribió por encargo, como Luis Demetrio, añade Erosa. ''Todas fueron vivencias (las de Cervera)''.

Toca Antonio Morena mía, que Cervera cantó como segunda voz alguna vez con Juan Acereto. Eran tiempos de gloria para Mérida, sus calles y bares.

En un cuadro, un acróstico:

 

Pasado y presente se conjugan

Al influjo ideal de tus canciones

Semejanzas divinas de oraciones

Talladas cual la piedra de diamante

O quizás son la misiva distante

Rubricada con versos de tu pluma.

Mario Bolio García

 

Oye un diálogo y el maestro acota: ''No se necesita el trago para ser bohemio''.

El doctor Erosa dice no tomar porque prefiere disfrutar viendo a los bohemios borrachos. "El bohemio es una persona desprendida. Tal es el caso de Pastor, quien no hizo canciones por encargo. Comenzó como trovador a los 45 años. Tarde, sí".

Añade Modesto López, de Ediciones Pentagrama, que Pastor compuso su primer tema a los 12 años, "para una muchacha que tenía 15. Se la cantó y como pago, el primero de su vida, la joven le dio una bofetada". Se hizo compositor romántico cuando decidió dejar de ser carnicero, oficio que desempeñaba en un mercado cerca de su actual casa.

Dejamos a Pastor en su recámara, oyendo sus canciones, sus famosos boleros y bambucos, claves y jaranas. De su boca desdentada sale un arrullo. Nos despedimos de él y me dice que vuelva cuando quiera. Nos llevamos en la mente el verso de A Celia, A mi musa, Deja que yo me asome, Alma de roca, Amor y dolor, Así eres tú...

Hay que visitar a Pastor, que no se quede solo. Mérida no será lo mismo cuando él ya no esté.