LIBANO: FIN DE LA OCUPACION
La confirmación, por parte del Consejo de Seguridad de la ONU, de que Israel retiró sus fuerzas de ocupación del sur de Líbano, marca un hito en el proceso de paz para Medio Oriente iniciado hace seis años.
Como se recordará, desde 1978, año en que allanó la casi totalidad del territorio libanés, Tel Aviv mantenía una presencia militar en la franja sur del país vecino, situación que dio lugar, ese mismo año, a la resolución 425 de la ONU, en la que se ordena la salida incondicional de las tropas israelíes de esa nación árabe que, por lo demás, se hallaba enfrascada en una cruenta y larga guerra civil que enfrentó a los sectores islámico, druso y cristiano de su población. La persistencia de la ocupación israelí significó un factor adicional de conflicto en el desgarramiento interno de Líbano y, a la larga, se revirtió contra la seguridad del propio Estado hebreo, toda vez que no impidió los ataques sobre Galilea por parte de organizaciones patrocinadas por Irán y Siria.
Uno de los aspectos más nocivos de la ocupación militar israelí fue la conformación de un grupo de carne de cañón compuesto por libaneses, el Ejército del Sur de Líbano (ELS), una formación paramilitar de cristianos maronitas financiada y dirigida por los mandos militares de Tel Aviv, y concebida para brindar a las tropas ocupantes un colchón de seguridad ante los embates de las fuerzas orientadas por Teherán y Damasco.
Con estos antecedentes en mente, la salida del ejército israelí del sur de Líbano representa un paso de gran importancia no sólo para la plena normalización del escenario interno libanés, sino también un acto que reducirá las tensiones que aún persisten en la región.
No deja de resultar significativa, a este respecto, la coincidencia temporal entre el hecho mencionado y el reciente fallecimiento de Hafez Assad, uno de los protagonistas más destacados del conflicto en Medio Oriente y el más intransigente de los líderes árabes ante Israel.
Con los avances en el proceso de paz entre israelíes y palestinos, con Hafez Assad muerto y con Líbano en pleno ejercicio de su soberanía territorial, la normalización del panorama en Medio Oriente puede cobrar un nuevo impulso y pasar de las acciones militares y diplomáticas de distensión a los programas de cooperación e integración económica.
Esta perspectiva, a su vez, constituye un motivo de tranquilidad para todo el mundo, habida cuenta que en diversas ocasiones los conflictos en Medio Oriente han amenazado con desestabilizar al planeta en su conjunto.
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