* Angeles González Gamio *

Los lagos

La cuenca que acoge la grandiosa ciudad de México, nos recuerda periódicamente que en su seno acunaba lagos que buscan renacer cuando el agua, sea por lluvia o catástrofe, se desborda, como la reciente que devolvió a Chalco su carácter lacustre. Había cinco grandes lagos: Texcoco, Chalco, Xochimilco, Zumpango y Xaltocan, que se alimentaban de otros menores situados a mayor altura: San Cristóbal, México, Acolman, Cuautitlán y la laguna de Coyotepec, además de varios ríos. A su vera se establecieron alrededor de 40 ciudades, la más audaz México-Tenochtitlan, que se fundó en medio de los cinco lagos principales y llegó a dominar a todas las demás.

Esta vasta red de agua permitió el desarrollo de vías fluviales que comunicaban las distintas regiones, propiciando una rica vida comercial. Entre las ciudades de importancia destacaba Chalco, que se había fundado en el año 999 por una tribu que bajó de Xico para establecerse en la orilla oriental de uno de los lagos de agua dulce. Gente trabajadora, llegaron a tener preponderancia en la cuenca, dominando en alguna época a otros pueblos. En el siglo XIV, en el que nació México-Tenochtitlan, los chalcas estaban enfrascados en una guerra contra Tezozomoc, señor de Azcapotzalco, que habría de durar 30 años, para finalmente, al igual que los pueblos circunvecinos, terminar de vasallos de los aztecas.

Durante el virreinato Chalco era una población próspera que junto con Xochimilco surtía de verduras frescas y flores a la capital de la Nueva España. De ello habla el célebre barón de Humboldt a principios del siglo XIX: "Es un espectáculo interesante de que se puede gozar todas las mañanas al amanecer, el ver entrar estas provisiones y una gran cantidad de flores en barcos chatos, conducidos por indios que bajan por los canales de Ixtacalco y de Chalco". Por su parte, el norteamericano Joel Poinsett, hablando del paseo del canal de la Viga, dice: "Un canal corre a lo largo de este paseo y conduce a los lagos de Xochimilco y Chalco; estaba atestado de trajineras y canoas cargadas de legumbres y adornadas con flores, que velozmente de deslizaban luchando los indios para tratar, cada cual, de llegar primero al mercado. Era un espectáculo alegre y agradable".

Admira saber que el siglo pasado había un barco de vapor con el simbólico nombre de Esperanza, que iba de Chalco a la ciudad de México. La justificación para que se autorizara dicho servicio rezaba así: "Chalco es una de las pequeñas poblaciones del fértil Valle de México, colocada en condiciones ventajosas para el desarrollo de un gran movimiento mercantil, pues situada en uno de los bordes del lago del mismo nombre, sirve como puerto de depósitos y de envío al centro consumidor de la capital..."

Todavía en este siglo, Chalco conservaba parte del lago y era famoso por los ranchos que producían los mejores quesos y cremas. Aún se venden algunos de esos productos con el nombre de Chalco, amparados en la antigua fama del lugar. Desafortunadamente en ese afán de desecar que nos ha caracterizado a partir de la conquista, se le exprimió hasta la última gota de agua, dejando un páramo seco y polvoso, que gente de escasos recursos fue apropiándose para hacer un hogar, que en sus inicios no eran más que maderos y láminas y con enorme esfuerzo fueron convirtiendo en casas "de material". Allí se inició durante el salinato el programa Solidaridad, introduciendo algunos servicios, entre otros la luz, brindando esperanza a los miles de habitantes, cuyo número cotidianamente crecía.

Desde hace 15 años que se comenzó a poblar la zona, han padecido tres inundaciones, que nos hablan de lo cierto del dicho que dice que "las aguas tienen memoria" y regresan a sus antiguos lugares. Excelentes artículos publicados en estas páginas, entre otros de Iván Restrepo y de Marco Adrián Ortega, nos hablan del antiguo lago, cuyo lecho es ahora hogar de miles de personas, explicándonos los riesgos que ello implica, incrementados por la excesiva extracción de agua de los mantos acuíferos, lo que causa severo hundimiento, que se estima ha sido de casi 10 metros, que alcanzarán los 15 para el año 2010. Esto permite pronosticar que las inundaciones continuarán en el futuro, ya que no habrá bordo capaz de detener la fuerza de las aguas, cuando el nivel del lecho se encuentra tantos metros debajo de los caudales, que por cientos de años han tenido ese cauce.

El doctor Ortega, destacado investigador del Instituto de Geología de la UNAM, propone en su artículo que se analice la posibilidad de restablecer el lago de Chalco, que la naturaleza, así sea por errores humanos, regresa a su vocación original.

Quizás la idea no es tan descabellada; va acorde con la propuesta de destacados arquitectos, como Teodoro González de León, Alberto Kalach, Jorge Legorreta y el ingeniero ambientalista Gabriel Quadri, entre otros, quienes han insistido en que se restablezca el lago de Texcoco, cuya factibilidad quedó probada con el lago piloto que ha manejado maravillosamente desde hace 30 años el ingeniero Gerardo Cruickshank. Así, los actuales chalquenses vivirían al igual que sus antepasados a la orilla de un lago, de seguro con una mejor calidad de vida. Es un reto o quizás un sueño, pero vale la pena pensarlo.

 

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