DOMINGO 18 DE JUNIO DE 2000

Ť El filósofo francés dictará este martes una conferencia en la UIA


Lipovetsky: la variable del sexo sigue orientando la existencia

Ť Hoy nos hallamos en una fase de posfeminismo que no requiere salir a las calles a protestar, afirma

Ť Señala que ahora el combate de las mujeres deberá darse en todos los niveles de la vida cotidiana

Miryam Audiffred Ť Para el filósofo francés Gilles Lipovetsky es imposible imaginar un porvenir dominado por las mujeres. "La revolución de lo femenino -asegura el autor de El imperio de lo efímero- está casada con la perpetuación de la tradición y con la consolidación de una nueva figura social, la tercera mujer, que implica la combinación de un ascenso de la igualdad con la persistencia de la diferencia".

Esta es la tesis con la que el pensador europeo ha cruzado el océano para visitar por quinta ocasión el país y ofrecer una serie de conferencias que tienden a demostrar el final de los movimientos de mujeres consolidados en los años sesenta. "Creo que el feminismo tuvo un siglo de historia y que hoy nos encontramos en una fase de posfeminismo que no requiere de salir a las calles y marchar con pancartas.

lipovitsky-gilles-2-jpg "El combate de las mujeres debe darse en todos los niveles de la vida cotidiana porque ya ganaron la batalla más importante: adquirir el derecho de afirmar su independencia personal y económica hasta conseguir que su lugar no sea preordenado u orquestado de cabo a rabo por el orden social y natural".

Si bien día con día es evidente que las mujeres pueden llevar una vida sexual fuera del matrimonio, hacer el amor sin la obsesión de quedar embarazadas y experimentar el placer sin avergonzarse por ello, este "gurú del posmodernismo" -creador del libro La tercera mujer, recientemente traducido al español por Editorial Anagrama- considera que el advenimiento de la "mujer sujeto" no ha significado el desplome de los mecanismos de diferenciación social de los sexos.

Y es que para este pensador nacido en Millau, Francia, en 1944, estas transformaciones han dejado intacto el "ideal de feminidad" tan despreciado por las feministas de los años sesenta y las luchadoras más radicales de la actualidad.

"Las mujeres que hacen estudios, están diplomadas, trabajan y ganan dinero reivindican la eterna idea de feminidad al querer ser bonitas, hacerse cirugía estética, ponerse silicón en los senos, comprarse ropa interior muy sexy y adoptar actitudes que décadas atrás fueron repudiadas por quienes no querían ser consideradas un objeto".

Pero si acciones como éstas se han prolongado desde el pasado es -explica el filósofo- porque obedecen a la dinámica del sinsentido de las identidades sexuales y de la autonomía subjetiva. Así, "el hecho de que las mujeres sigan manteniendo relaciones privilegiadas con el orden doméstico, sentimental o estético no se debe al simple peso social, sino a que éstos se ordenan de tal manera que ya no suponen un obstáculo para el principio de libre posesión de uno mismo y funcionan como vectores de identidad".

ƑUna feminización del poder?

Si bien es cierto que las mujeres han dejado de tener una obsesión victimista en cuanto a su relación con el sexo opuesto, también lo es el afirmar que hoy parece escandaloso que haya pocas damas en las altas esferas del poder. ƑLa razón?

En palabras de Lipovetsky la variable del sexo sigue orientando la existencia y fabricando diferencias de sensibilidad, de itinerarios y de aspiraciones. "Son las mujeres quienes, por convicción, deciden no sacrificar su vida privada. Ya dijo Platón que la carrera por el poder es una locura, y no es opresión negarse a él".

El también autor de El crepúsculo del deber -tema sobre el que hablará mañana, a las 16 horas, en la Universidad Iberoamericana- recuerda que desde el principio de la humanidad las sociedades fueron dominadas por los hombres y que "sólo la sociedad moderna le ha dado tanta importancia a la igualdad".

Sin considerarse antifeminista, menciona que la "crisis de la virilidad" no es tanto un fenómeno social de fondo como una imagen literaria: "el hombre es el futuro del hombre y el poder masculino, el horizonte insistente en los tiempos democráticos".

Y es que en su opinión, la sexualidad masculina implica una cierta relación con el poder porque a través de éste los hombres encuentran su afirmación. "Entre los hombres existe una relación de competencia que no se da entre las mujeres. Es más, creo que un hombre es valorado por las mujeres cuando tiene poder. ƑCree que Clinton hubiera tenido el mismo poder de seducción de no ser el presidente de Estados Unidos? Seguramente el efecto no hubiera sido el mismo en Mónica Lewinsky".

Se creía que la modernidad laboraba para hacer "tabla rasa" de la división sexual de las normas. "En realidad -concluye el también profesor de la Universidad de Grenoble- los últimos años han significado una reconciliación con el pasado".

La novedad, entonces, no reside en el advenimiento de un universo unisex, sino en la existencia de una sociedad abierta en la que las normas -plurales y selectivas- estén acompañadas de estrategias heterogéneas creadas a partir de una lógica de indeterminación social y libre gobierno individual.

La tercera mujer ha nacido y está en proceso de desarrollo; no obstante, el gran siglo de las mujeres está a punto de terminar. "Cualesquiera que sean los progresos que se perfilen en el horizonte del siglo XXI, es poco verosímil que puedan sobrepasar, en este campo, lo que han presenciado las sociedades democráticas en el curso de los últimos 30 años".