SABADO 17 DE JUNIO DE 2000
Ť Pasó de 17% en 1970 a 39% este año: Conapo
Creciente participación de la mujer en el mercado laboral
Ť Factores socio-demográficos y económicos, determinantes, dice
Víctor Ballinas Ť La creciente participación de las mujeres en la actividad económica remunerada se debe a la convergencia de factores socio-demográficos y económicos, entre los que sobresalen los cambios en las pautas matrimoniales, el descenso de la fecundidad y la significativa elevación de sus niveles educativos.
Destaca además que también es una expresión de la proliferación de estrategias generadoras de ingreso, mediante las cuales las mujeres contribuyen a sostener el nivel de vida de las familias, "particularmente deteriorado con las crisis y los ajustes económicos", destaca el Consejo Nacional de Población (Conapo), en el análisis Situación actual de la mujer en México.
El estudio indica que en el último cuarto de siglo la incorporación de la mujer a la actividad económica ha crecido de manera sostenida. Así, por ejemplo, en 1970 la tasa de participación de la mujer era de 17 por ciento; en 1995 alcanzó 35 por ciento, y pasó a 36.8 para 1997. Actualmente se estima dicha participación en 38 por ciento.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Empleo (ENE), en 1997 la población económicamente activa (PEA) era de 38.3 millones, de este total, cerca de 13 millones eran mujeres. El Conapo estima que hoy la PEA suma 43.6 millones, de los cuales alrededor de 14.9 son mujeres.
Demanda impulsada por la expansión de la actividad remunerada
Precisa el estudio que la demanda de la fuerza de trabajo femenina ha sido impulsada por la expansión del empleo, tanto en las actividades reservadas tradicionalmente a las mujeres, como en aquellas que no tienen una preferencia por uno de los sexos.
Ello obedece, explica el Conapo, a que las actividades que requieren preferentemente fuerza de trabajo masculina ( como la agricultura y la mayor parte de las industrias) han reducido su capacidad de generación de empleos, ya sea como consecuencia de una caída en el crecimiento de la producción o por el cambio técnico.
Sin embargo, el crecimiento de su participación en las actividades económicas es muy desigual entre el campo y las ciudades. Según estimaciones, en 1997 la tasa de participación de la mujer rural era de 33.6 por ciento. De ese total, 32.9 por ciento era trabajadora familiar sin remuneración y 42.6 por ciento recibía menos de un salario mínimo.
No obstante, gran parte de las tareas económicas desempeñadas por las mujeres sigue oculta o subregistrada en las estadísticas, debido a la definición de las actividades económicas y a las características de los procedimientos de registro de los censos y las encuestas, lo cual se vincula con consideraciones culturales sobre la división del trabajo entre mujeres y hombres.
La tasa de participación femenina observa un crecimiento particularmente en las zonas más urbanizadas. En 1991, la tasa era cercana a 34.9 por ciento, y en 97 ascendió a 40.1 por ciento, mientras que en las áreas menos urbanizadas el incremento fue de casi 6 puntos porcentuales, al pasar de 28.4 por ciento al 34 por ciento en el mismo lapso.
Una de las características que se resaltan en el estudio referido es que el trabajo femenino ya no se reduce principalmente a las jóvenes, como en las décadas de los 60 y 70, sino que se ha extendido cada vez más a la población adulta. Así, subraya que a diferencia de la tendencia observada hasta mediados de la década de los setenta, las trabajadoras mayores de 30 años, aún casadas y con hijos, permanecen laborando.
De hecho, se apunta en el análisis, hay un incremento importante en la participación laboral de las mujeres de todas las edades, y en 1997 eran las mujeres de 20 a 49 años las que en mayor proporción se incorporaron al mercado laboral. Así, en ese año, la mayor participación en el mercado laboral se observó entre las mujeres separadas y viudas: 63.6 y 72.6 por ciento respectivamente, seguidas por las mujeres solteras con 40.4 por ciento.