MARTES 13 DE JUNIO DE 2000
Ť Tiempo robado, en edición de Alfaguara, es el título de su libro más reciente
Los best-sellers ni me interesan ni sé cómo hacerlos, dice Petterson
Ť En los cuentos que componen el volumen busqué preservar la característica irónica, señala
Ť ''Soy la misma escritora que quiere comunicarse con el otro, sea un adulto o un niño''
César Güemes Ť Cuando se estrenó en México la cinta Coma, de Michael Crichton, Aline Petterson vio en la pantalla y en la sala de cine a la que acudió, realizado sin querer parte de su proyecto de vida: ''Esa ha sido la única vez que me persiguieron para pedirme autógrafos, porque la actriz protagonista Geneviève Bujold y yo nos parecemos muchísimo. Cuando vi la cinta casi perdí la perspectiva de mí porque me vi vestida de médica y asediada. A la salida del cine el público en verdad me seguía porque creyeron que yo era ella."
La historia de Petterson como médica y no como escritora tiene mucho que ver con el hecho de que se dedicara a la prosa, pero de ello hablará más adelante. Por lo pronto, la conversación transcurre en torno de su más reciente libro, Tiempo robado (Alfaguara), en el cual el estilo de la narradora tiende a la concreción.
Profundidad en los asuntos pequeños
-ƑTe habrás vuelto más sintética, más económica en estos relatos?
-En términos generales considero que mis libros ciertamente no son de muchas páginas y lo que sí sucede es que quizá he tenido el modo de profundizar en asuntos pequeños que me parecen interesantes como para explorar en ellos. Así que en vez de hacer algo en el orden de lo horizontal, me voy a la profundidad. Esto en un sentido puede dar la idea de una escritura un poco o un mucho morosa. Quizá los cuentos de Tiempo robado tienen características distintas que se alejan de mi manera usual de escribir.
-Entre el 77 que aparece tu primer libro y ahora tienes por lo menos diez títulos publicados. En todo caso la escritura no es morosa sino francamente activa.
-Desde mi lado lo es, pero el resultado para el lector puede ser moroso. Mis historias no poseen gran acción externa. Otro elemento que contrasta entre mi modo de ser y el de escribir es que en la conversación cotidiana soy con frecuencia irónica, me gusta decir algo que produzca una sonrisa; y sin embargo, en la escritura tengo otro tono. No es algo que quiera evitar, sino que cuando escribo así sale. Y en estos cuentos de ahora busqué conservar la característica irónica que de cualquier forma me es muy propia.
-ƑTienes una explicación para esa dualidad entre lo ameno de una plática y lo profundo o tal vez hasta serio de tus trabajos escritos?
-Quizá se debe al tiempo que ha transcurrido en mi vida; uno no se puede tomar tan en serio. Debido a eso es posible que haya incorporado hoy esa característica que había dejado de lado y que me es muy grata para comunicarme con los demás.
Prolongadora de historias y lectora precoz
-Más allá de que el público te haya solicitado cuando se exhibió Coma en México, lo cierto es que tienes ya un sector de lectores asiduos en el que están incluidos los niños que se acercan a tu literatura pensada para ellos.
-Podría decir muy claramente que nunca he logrado incorporarme a los bestsellers y tampoco los he buscado, quizá porque no me interesan o porque no sé cómo hacerlos. Para mí escribir es tan importante, y dejé tantas cosas en la vida para dedicarme a trabajar en esto, que cuando lo hago me comprometo hasta el fondo, sin permitirme concesiones de ninguna naturaleza. El lector me da muestras de que sigue mis libros en estos años que tengo de publicar. Se han dado varios hechos entrañables en cuanto a la respuesta de los lectores.
-Cuentas ya con cuatro títulos de literatura pensada inicialmente para niños. Ahí hay otra dualidad.
-En el mismo sentido en que para mí escribir es muy importante, fui una lectora precoz. Desde niña comencé a trabajar prolongando las historias que leía. Eso me hace pensar que si tengo algo que decir en cuanto a las preguntas grandes como el amor, la soledad o la comunicación en mis libros para lectores de cualquier edad, es también de lo que hablo en mis trabajos pensados para niños. Desde luego, las historias para primeros lectores están adecuadas a su edad, pensadas para su interés. He encontrado una muy buena respuesta en el público infantil. En el fondo soy la misma escritora que quiere comunicarse con el otro, el que toma el libro entre las manos, sea un adulto o un niño.
-ƑHa sufrido variaciones tu manera de escribir a lo largo de esta decena de libros?
-Cuando niña escribía a máquina. Al entrar al primer año de primaria mi caligrafía era muy agradable y eso me trajo varias satisfacciones. Pero al paso del tiempo el trazo fue cambiando y después ya no quise escribir a mano sino poesía, porque es palabra a palabra. Pasé de la Lettera 22 a una máquina eléctrica y de ahí a la computadora. Ese ha sido el proceso y se debe a que mi caligrafía no me resulta muy clara o atractiva.
ƑUna vida cancelada?
-Sin embargo, podemos decir que eres una escritora satisfecha.
-No en cuanto a que haya escrito ya el gran libro, ni mucho menos. Me siento satisfecha en el sentido de pensar que la trayectoria que elegí en mi vida era la correcta y no me veo haciendo otra cosa.
-Decías al comienzo que habías dejado otras posibilidades de desarrollo para dedicarte a la literatura. ƑCuál es la Aline Petterson que se quedó en esos proyectos?
-El principio es que he escrito desde siempre, desde niña. Al paso por la adolescencia consideré estudiar medicina como profesión, sin pensar que la propia escritura era una manera de vivir y no sólo una más de las actividades cotidianas. Sin embargo, tuve una gran oposición familiar para estudiar medicina, y no lo hice. A estas alturas de la existencia, mirando hacia atrás, no culpo a nadie. Me culpo a mí, quizá, por cobarde, aunque tampoco me culpo tanto porque esa fue la época que me tocó vivir y la mayoría de las muchachas a mi alrededor tenían historias parecidas. El hecho de no haber estudiado medicina me amargó muchos años. Me casé, tuve hijos y fue difícil para mí conciliar esa situación de una vida cancelada.
''Después descubrí que a lo mejor aunque hubiera hecho carrera como médica, en este momento estaría igualmente hablando de mi más reciente libro y no de los últimos avances en esa otra profesión. Así que abandoné todo un proyecto de vida, me dediqué varios años a mi familia mientras escribía una novela inacabable. Y sin darme mucha cuenta, en otro momento me percaté de que había estado instalada en la escritura desde que supe tomar una pluma y era tiempo de asumirla como una profesión. A partir de ahí me abrí camino."