DOMINGO 11 DE JUNIO DE 2000

Ť DISQUERO

El arcángel desmadroso

mozart show-jpg De manera significativa, en los tiempos convulsos que vivimos han proliferado nuevas ediciones mozartianas, de las cuales sin duda la mejor es el disco titulado A different Mozart, un tanto difícil de conseguir (si lo halláis, no seáis gachos, avisad dónde hay, para ir por más) pero finalmente asequible en estanterías. Entre esas novedosas maravillas, el álbum doble titulado The Greatest Mozart Show on Earth (Decca) es una fiesta interminable: dos horas y media de música del arcángel de Salzburgo, en una compilación comparable a un dream team: Vladimir Ashkenazy, Cecilia Bartoli, Renée Fleming, Sumi Jo (su versión del aria cósmica La reina de la noche produce un tierno escalofrío), Kiri Te Kanawa (dama suprema, mozartianérrima) y batutas eminentes: Herr Karajan, Sir Neville Marriner, Sir George Solti, 32 pedazos de paraíso, 32 fragmentos de conciertos, óperas, sinfonías, dimertimenti y otras invenciones arcangélicas acunadas en la pluma del desmadrosérrimo mayor, Wolfgang Amadeus. El éxtasis es automático en, por ejemplo, el track 6 del disco segundo, o bien la culminación del viaje cuerpo adentro en el track 10: Lacrimosa, título elocuente y póstumo de ese canto mozartiano a la vida que es su propio Réquiem. Una respuesta al sentido de la existencia en esta sucesión de arrebatos, sonrisas, ráfagas de aire que oprimen levemente el corazón y conducen, siempre, a la paz interior que hemos perdido. La música de Mozart: una comprobación de que los ángeles existen.

Querubines a dieta

angels-jpg Precisamente los ángeles han sido puestos, nuevamente, de moda por el capitalismo feroz, de lo cual nos podemos ver beneficiados en el refilón los retobones, pues si bien la iconografía se limitaba a los rechonchitos de iglesia o de panteón, hoy tal revival recupera valores supremos como el erotismo, la sensualidad, atributos evidentes de los ángeles. Otro dream team (Seiji Ozawa, Renata Scotto, Sir Colin Davis, Ricardo Mutti, el prodigioso grupo Sequentia y ensambles vocales paradisiacos) da vida a un álbum sumamente bello: Angels of Ecstasy (BMG), que reúne una docena de segmentos de obras en sí mismas extáticas pero que en sus abalorios separados producen, por efecto de acumulación y continuidad sin tiempo, un estado de gracia que en el escucha se puede traducir muy bien en rostro sonriente y una expresión de dulce estupidez que no la cambia uno por ninguna jeta de cabrón. Pasajes del Réquiem de Fauré, de una ópera de Mascagni, del Agnus Dei de Barber, de una misa de Bach, el Miserere de Gregorio Allegri, ese tratado filosófico llamado Spem in Alium, de Thomas Tallis, un pasaje de la ópera Mefistófeles de Arrigo Boito, una estación en el Réquiem alemán mecido en las mismísimas barbas de Brahms son algunos de estos milagros de la condición humana. La intensidad es máxima en el track 13, que reproduce una partitura de Hildegaard von Bingen, esa mujer irresistible del medievo que nos legó, en partituras, tratados, múltiples creaciones en artes y ciencias, la contundencia de la superioridad humana de las mujeres en el mundo. Se encadena con otro prodigio: el clímax orgásmico de la Sinfonía Octava de Gustav Mahler. El eterno femenino nos eleva, canta Mahler citando a Goethe, quien murió pidiendo Licht, mehr licht!

Ť Pablo Espinosa Ť