SABADO 10 DE JUNIO DE 2000
Ť De los 6 mapas murales, Art and Artifacts está perdido, dice un especialista
Imperativo, repatriar la serie de Covarrubias de San Francisco
Ť Las obras que pintó para el Hotel del Prado permanecen en las bodegas del INBA
Ť Presentan hoy, en Xochimilco, la biografía del artista mexicano escrita por Adriana Williams
Miryam Audiffred Ť Más allá del ingenio que lo llevó a eternizar a los negros del Harlem y a convertir en entes mitológicos a las bellas mujeres del Istmo de Tehuantepec, Miguel Covarrubias fue el hombre y el artista dibujante e ilustrador que logró hacer del muralismo una ''gran lección de antropología" de la que poco se conoce en México.
Desastres naturales y desinterés gubernamental por difundir estas creaciones han sido el sello de una labor que, en El Chamaco, despertó siempre una emoción ilimitada. Y es que si las dos obras realizadas por Covarrubias para el Hotel del Prado entre 1946 y 1947 fueron víctimas del terremoto de 1985 -según el especialista José Benítez los murales están en las bodegas del Instituto Nacional de Bellas Artes en espera de restauración- y Una tarde de domingo en Xochimilco -pintado para el Ritz en esa misma época- fue recortado en 10 centímetros para adaptarse al estilo arquitectónico de un restaurante Vips, los mapas murales que el pintor realizó en 1939 para una exposición internacional aún permanecen fuera del país y no existe el menor indicio de que regresen en un futuro próximo.
El esplendor del Pacífico
''Debemos pedir la repatriación de esta serie transportable porque es fundamental para comprender la ideología de una de las mayores glorias nacionales", comenta el investigador José Benítez, quien participará hoy en la presentación de la biografía Covarrubias, escrita por Adriana Williams y publicada por el Fondo de Cultura Económica.
Expuestas en el centro comercial de los muelles de San Francisco, California, los ahora cinco murales -Art and Artifacts está perdido- las piezas fueron creadas con el tema ''El esplendor del Pacífico" para mostrar la flora y la fauna de la región, las personas de las diversas naciones, su economía, su arte, sus medios de transporte y sus viviendas.
''En estas obras de 15 por 24 pies y 9 por 13, Covarrubias imaginó al océano como el centro del mundo y el resultado fue una moderna tapicería de gran colorido en el que sobresale un personaje representativo de Emiliano Zapata y un ejecutivo regordete que hace alusión a Estados Unidos", explica el también restaurador de los trabajos documentales realizados por El Chamaco en La isla de Bali y en El Sur de México.
Pero si las ilustraciones revelaron una burlona desconsideración hacia la realidad que en su momento recibió múltiples elogios, la técnica utilizada para proteger estas obras del deterioro causado por las manos de los visitantes sigue siendo novedosa, pues la superficie creada por él es permanente, lavable y resistente al uso.
La danza, el mayor silencio
Sorprende saber que Miguel Covarrubias tenía 52 años cuando falleció en 1957 -a causa de la perforación de una úlcera- y dejó un legado con miles de ilustraciones, un plan de estudios en la Escuela Nacional de Antropología e Historia, un Museo de Antropología para el país y una nueva cultura prehispánica: la olmeca.
Si bien son muchos los silencios que rodean la labor de Covarrubias, la bailarina Rocío Sagaón -quien fue su segunda compañera de vida y creación- asegura que uno de los rostros menos explorados del autor de El águila, el jaguar y la serpiente está en el universo de la danza nacional.
''Miguel entendía la danza desde la perspectiva del antropólogo y por eso pensaba que el entrenamiento físico debía estar complementado con lecciones de historia del arte, literatura, poesía, música, iluminación, escenografía y mecánica teatral", recuerda Rocío en entrevista telefónica. Su voz es un desafío a las cuatro décadas de distancia que se tienden entre la mujer que hoy vive en Jalapa y la adolescente de 17 años que se dejó empapar por la cotidianidad de un genio que le triplicaba su edad.
Primer director nacional de Danza del INBA (1950-1952), Covarrubias fue uno de los mayores impulsores del movimiento dancístico del país porque convirtió esta expresión artística ''en el espíritu y el alma" del pueblo de México, han dicho el coreógrafo Guillermo Arriaga y el pintor Arnold Belkin.
Pero impulsar la danza en el país requirió de unir a todas las compañías que trabajaban de manera independiente, conseguir becas para los mejores estudiantes, iniciar un intercambio con grupos extranjeros y, sobre todo, tener el presupuesto para trabajar y sostener una academia.
Rocío comenta que el creador vendía sus cuadros para mantener con vida al movimiento dancístico nacional.
''No obstante que respetaba los movimientos clásicos -a los que consideraba la base técnica de toda formación-, Miguel siempre pensó que los temas más humanos sólo podían ser representados mediante la danza moderna."
Es memorable su ''ternura por los desheredados" y su afán de trabajar con personas que, como él, sentían que el arte era ante todo asumir un compromiso social. Así, Covarrubias estuvo rodeado de personajes como Doris Humphrey, José Limón, Antonio López Mancera, José Chávez Morado, Juan Soriano y Leopoldo Méndez.
Apoyó las célebres coreografías Tonanzintla, Zapata y Cuatro Soles, pieza esta última con coreografía de José Limón, música de Carlos Chávez y escenografía de Covarrubias que pudo haber sido un filme de dibujos animados de Walt Disney si esta organización -les dijo por carta el empresario estadunidense- no hubiera comenzado a trabajar semanas antes en el largometraje Fantasía.
''No lo vamos a dejar morir''
Rocío Sagaón no conoce la tumba de Miguel Covarrubias. Prefiere imaginar que, en sus amigos, El Chamaco sigue viviendo y tomando miles de tazas de café para no perder un solo minuto. ''Me parece que es momento de iniciar la búsqueda del último libro que escribió sobre las culturas de América y quedó pendiente de publicar, pues le sorprendió la muerte".
Rescatar al creador mexicano del olvido institucional requiere trascender el hallazgo de ese manuscrito. Bien podrían traducirse al español los libros publicados por él con editoriales norteamericanas y rescatar el material audiovisual con el que capturó, en película de 16 mm, las tradiciones étnicas y dancísticas de Cuba, Bali, Java, Camboya, el Harlem, el Pacífico meridional, el Istmo de Tehuantepec, Tuxtepec, Tepoztlán, Pátzcuaro, Janitzio y Acapulco.
Para Miguel Covarrubias es tiempo de ''resurrección'' y, por eso, José Benítez asegura que la biografía que está por difundirse y el documental El Sur de México, que se proyectará el 15 de junio en la Sala José Revueltas del Centro Cultural Universitario, son un grito de guerra: ''No lo vamos a dejar morir".
(Covarrubias, libro de Adriana Williams, se presenta hoy a las 13:00 horas en el embarcadero de Nativitas, en Xochimilco. Participarán la autora, José Benítez y Guadalupe Rivera Marín.)