VIERNES 9 DE JUNIO DE 2000
* Comisión Nacional sobre Biodiversidad
La remota percepción de honestidad
* Alejandro Nadal, especial para La Jornada *
Los mapas para detectar puntos de calor de la Comisión Nacional sobre Biodiversidad (Conabio) han estado en el centro de la polémica sobre la presencia de incendios en la región de Montes Azules, en Chiapas. Algunos científicos mexicanos alegaron que dichos mapas revelan que ''los fuegos'' afectaban una gran extensión de la Lacandona. Eso les sirvió para exigir un desalojo forzoso de los asentamientos irregulares en la reserva de Montes Azules. Los autores de los desplegados deberían saber que dicho desalojo sería violento y conduciría a mayor represión en la zona.
Las lluvias han puesto fin a la temporada de quemas agropecuarias, pero no al debate sobre la responsabilidad ética de los científicos que redactaron esos desplegados. El secretario técnico de Conabio, Jorge Soberón, critica mis aseveraciones sobre esos mapas (véase mi artículo ''Montes Azules: puntos de calor'' en La Jornada 15-05-2000). Su argumentación revela un desconocimiento profundo sobre técnicas de percepción remota y una gran irresponsabilidad al no desmentir desplegados tendenciosos.
Según Jorge Soberón, en los mapas de Conabio un pixel (cuadrícula elemental de la imagen de cada mapa) representa una superficie de al menos 120 hectáreas dependiendo del ángulo del satélite y cada pixel se enciende (sic) si 4 por ciento o más de esa superficie presenta una temperatura superior a la de los umbrales, 45 o 25 grados para las lecturas diurnas y nocturnas, respectivamente.
Con esos datos, Soberón critica mi comentario de que algunos de los puntos de calor alrededor de la reserva de Montes Azules podrían corresponder a campamentos militares y sus parques de estacionamiento de vehículos con motores encendidos. Según el secretario técnico, para que esos vehículos pudieran emitir una señal térmica detectada por el satélite se necesitaría que ocuparan una superficie de 48 mil metros cuadrados. Regreso sobre este punto más abajo.
La explicación de Jorge Soberón sobre los puntos de calor en los mapas de Conabio carece de sentido. Los mapas desplegados en la página de la comisión en Internet provienen de dos satélites diferentes. Una serie de mapas procede del programa de satélites meteorológicos de la defensa (DMSP) que maneja la Fuerza Aérea norteamericana.
El otro conjunto de mapas se origina en los satélites propios de la National Oceanic and Atmospheric Administration (NOAA). Conabio interrumpió el uso de mapas DMSP en 1998. La mayor parte de los mapas en la página de Internet de esta comisión (incluyendo los de Montes Azules) provienen del satélite NOAA 14 que utiliza un sensor que lleva el pomposo nombre de Advanced Very High Resolution Radiometer (AVHRR).
La diferencia de los mapas
ƑDe qué mapas está hablando el secretario ejecutivo de Conabio? El no distingue, así que hay que desentrañar este punto primero. Si se refiere a los mapas DMSP, su explicación no tiene sentido. Primero, un pixel de mapa DMSP abarca una superficie de 560 metros cuadrados en modo fino, y 2.7 kilómetros cuadrados en modo llamado smooth (promedio de cinco bloques de pixels en resolución fina). La resolución espacial de una imagen DMSP no es, por lo tanto, de 120 hectáreas.
Segundo, los umbrales térmicos a los que alude Soberón no corresponden a los umbrales y señales captadas por el sensor del satélite DMSP. En consecuencia, el comentario del funcionario no puede referirse a los mapas DMSP.
Pero la explicación que da tampoco corresponde a las especificaciones técnicas de los mapas del satélite NOAA-14 AVHRR. En primer lugar, un detalle: la resolución espacial del satélite NOAA-14 AVHRR es de 1.1 kilómetros en el nadir (punto directamente abajo del sensor del satélite), o sea 121 hectáreas, no 120. Esa imprecisión casi no tiene importancia, pero la segunda sí la tiene: el umbral para que un pixel aparezca en la imagen como punto de calor no es el que imagina Soberón.
Según el secretario técnico de Conabio, para saturar un pixel y mostrarlo como punto de calor se necesita que 4 por ciento de la superficie cubierta por el pixel rebase el umbral de 45 o 25 grados en lecturas diurnas y nocturnas. Sin embargo, la propia página de Conabio señala que el punto de saturación de un pixel en mapas de NOAA-14 es de 50 grados. Lo más importante es que el nivel de la temperatura es una variable determinante del punto de saturación.
Por esa razón, un pixel de los mapas NOAA-14 AVHRR se puede saturar con superficies mucho menores que muestren una temperatura más elevada. Si el 0.1 por ciento de la superficie de un pixel presenta una temperatura superior a los 250 grados C, el pixel se satura y aparece marcado como conteniendo un punto de calor. También se satura el pixel si una superficie equivalente al 0.01 por ciento de las 121 hectáreas presenta una temperatura superior a los 500 grados centígrados. La afirmación de Jorge Soberón es falsa.
Por otra parte, esta característica de los mapas NOAA-14 AVHRR tiene implicaciones negativas. Si una zona de 121 hectáreas contiene en su interior un terreno de 121 metros cuadrados con una temperatura superior a 500 grados, šlas 121 hectáreas aparecerán como punto de calor! En estas condiciones, si la fuente de calor es un incendio, el mapa puede sobre estimar de manera extraordinaria la superficie cubierta por el fuego. Ya en los mapas DMSP la sobre estimación es un problema serio pues puede alcanzar 23.67 veces la superficie cubierta por un fuego. Pero en mapas NOAA-14 AVHRR la sobre estimación puede ser 10 mil veces mayor que la superficie realmente cubierta por el fuego.
Estas dificultades se originan en la facilidad con la que se puede saturar la banda 3 del sensor AVHRR, y han sido documentadas en la literatura sobre percepción remota. De hecho, Soberón puede verificar estos parámetros técnicos del sensor AVHRR leyendo la propia página web de Conabio (www.conabio.gob.mx). Debió consultarla antes de emitir sus opiniones infundadas.
El punto central es que debido a la posible sobre estimación, es bien sabido que los mapas NOAA-14 AVHRR no sirven para hablar del número de incendios, ni estimar la superficie afectada por dichos incendios (suponiendo que los puntos de calor sean, efectivamente, incendios). Los científicos que redactaron el desplegado deberían saberlo. Por su parte, Conabio debió haber corregido inmediatamente a los que firmaron el desplegado. Sobre todo si se toma en cuenta que el texto citaba la página de la comisión como referencia en la que se podría encontrar la prueba irrefutable de la presencia de incendios que afectaban ''grandes extensiones'' de la Lacandona. En lugar de ello, el secretario ejecutivo de Conabio les da ahora la razón.
La página de la comisión deja mucho que desear en lo que se refiere al despliegue de mapas sobre puntos de calor. Los mapas provienen de NOAA y por lo mismo es interesante comparar la información de Conabio con la página de NOAA (www.osei.noaa.gov). En la sección sobre incendios en México NOAA despliega varios mapas, sobre todo los que cubren la costa del Pacífico, en los que aparecen aglomeraciones grandes de puntos de calor en varias zonas. Un ejemplo es el mapa FMSH137_051600 de la zona de la depresión del Balsas, que reproduce La Jornada. Sobre las agrupaciones más grandes de puntos de calor, NOAA juzgó conveniente insertar la leyenda ''Solar Heating'' (calentamiento solar). La acotación superior del mapa claramente señala que los puntos de calor en esas aglomeraciones se deben a la insolación. La mancha de humo que se observa sobre el océano proviene de fuegos en las zonas costeras.
George Stephens, científico de NOAA, en comunicación personal, confirma que la leyenda se insertó para no inducir al error porque en esos mapas la gran mayoría de los puntos de calor proviene del efecto de insolación sobre suelos desnudos.
La temperatura en suelos oscuros y sin cobertura vegetal puede superar los 55 grados centígrados, más que suficiente para saturar un pixel en el sensor AVHRR. Esto indica que la aseveración de Jorge Soberón de que ''la presencia de un punto de calor es altamente indicativa de un incendio'' no es correcta.
NOAA muestra cierta cautela en lo que se refiere a la interpretación de sus mapas. Sin embargo, en ningún mapa sobre puntos de calor de Conabio aparece una leyenda o advertencia análoga.
La vocación del satélite NOAA-14 AVHRR es la meteorología, y por eso se utilizan sus mapas para cubrir grandes extensiones. Su resolución es excelente para fines meteorológicos, y puede servir para generar mapas sobre temperatura de océanos, eventos de origen volcánico, cobertura de nieve o de cultivos en grandes extensiones. Pero esa resolución es muy pobre si lo que se quiere es analizar en detalle procesos de manejo de recursos, o para analizar las características de incendios agropecuarios y forestales. Es decir, las imágenes de NOAA-14 permiten identificar grandes patrones de eventos ambientales, pero no sirven para una evaluación más rigurosa de esos eventos o para definir su naturaleza.
El siguiente paso para un análisis serio de lo que sucede en la reserva de Montes Azules, por ejemplo, requiere acudir a mapas de una mayor resolución que permiten caracterizar los eventos ambientales para distinguir incendios de otras fuentes de calor, incendios correspondientes a nuevos desmontes o a limpia de acahuales y milpas preexistentes.
Entre las fuentes de señales que mencioné en mi artículo anterior incluí los campamentos militares y sus parques de vehículos. Es evidente que con los mapas NOAA-14 no se puede detectar esa fuente de señales. La culpa no es de las señales, sino de los mapas cuya resolución es insuficiente.
El incrédulo Soberón debería saber que los mapas de satélites Landsat y SPOT tienen una resolución mucho mayor (cada pixel es de 60 metros cuadrados y 10 metros cuadrados, respectivamente). Las imágenes de estos satélites permiten un análisis detallado de imágenes pequeñas y se prestan bien al estudio del manejo de recursos.
Finalmente, las imágenes del satélite IKONOS, puesto en órbita en septiembre del año pasado, ofrecen la mejor resolución en mapas disponibles comercialmente, con pixels de un metro cuadrado. Además, de permitir distinguir las señales de un campamento militar y sus vehículos en la Lacandona, permitirían observar el daño ambiental provocado por la infraestructura de la militarización en la zona. En dichas imágenes se distingue perfectamente cada tipo de vehículo, sea automóvil, camión o Hummer. Lo más importante es que esos mapas hacen posible el análisis serio que la reserva de Montes Azules merece. No sólo permiten hacer un seguimiento detallado de los procesos de quemas agropecuarias, sino que permitirían avanzar en el diseño sobre bases participativas del plan de manejo de recursos que tanta falta hace para la zona de amortiguamiento.
El complejo proceso de la deforestación
La reserva de Montes Azules es muy importante. Precisamente por eso, en lugar de gastar en desplegados tendenciosos y mal redactados, los organizadores de la campaña para promover el desalojo forzado en Montes Azules hubieran invertido mejor su dinero adquiriendo imágenes Landsat, SPOT o IKONOS.
En síntesis, el uso de mapas sobre puntos de calor de Conabio para hacer referencia a ''incendios'' en la Lacandona no se justifica desde el punto de vista técnico. Además, los especialistas en biodiversidad y ecología tropical saben que los procesos de deforestación responden a una serie compleja de fuerzas económicas y sociales, tan intrincada como los ecosistemas que estudian. Sólo los ignorantes pueden pensar que un destacamento militar o de la PFP puede proteger la reserva de Montes Azules, o cualquier otra área natural.
Al invocar el prestigio de las técnicas de percepción remota como evidencia en su alegato para demandar un desalojo forzado en un contexto tan volátil como el de Montes Azules, muchos científicos que firmaron esos desplegados mostraron su ingenuidad. Otros mostraron su soberbia.
Los científicos pueden llegar fácilmente a la arrogancia por muchos caminos. En cambio, para alcanzar hábitos de integridad ética no hay camino fácil, ni mapas cómodos. La honestidad no se encuentra en una imagen de percepción remota. La honestidad se aprende en las pruebas cotidianas que debe sortear el trabajador intelectual. En el debate sobre Montes Azules muchos científicos no pasaron la prueba.