VIERNES 9 DE JUNIO DE 2000
* Leonardo García Tsao *
Misión imposible
Fuera de algunos casos contados, la carrera de la mayoría de los cineastas hollywoodenses que parecían interesantes en los 70 se fue a pique. Brian De Palma es uno de los ejemplos más ilustrativos, pues su obra reciente se ha arrastrado entre el chambismo y la truculencia cansada. Su última película, Misión a Marte, es indicativa de qué tan desorientado se encuentra un autor alguna vez considerado el heredero de Hitchcock (incluso por un servidor, lo admito).
Caracterizado por una misantropía que lo llevaba a ser sardónico con sus personajes ųcuando no abiertamente despreciativoų, ahora De Palma intenta fingir una actitud bienpensante, por vía de una chabacanería digna de Spielberg. La acción se sitúa de manera optimista en el año 2020, cuando se supone que la NASA será capaz de enviar exploradores humanos a Marte. Con un salto elíptico que nos ahorra la primera e histórica llegada, nada menos, la intriga inicia cuando un grupo de astronautas sufre la agresión de un raro fenómeno marciano. Sólo sobrevive el astronauta Luke Graham (Don Cheadle), quien logra enviar una transmisión de emergencia.
La NASA organiza una segunda misión, de rescate, a cargo de los astronautas Woody Blake (Tim Robbins), su esposa Terri (Connie Nielsen), Jim McConnell (Gary Sinise) y Phil Ohlmeyer (Jerry O'Connell). Además de la amenaza constante de diálogos acartonados, el viaje estará repleto de percances que darán pie a los habituales actos de heroísmo y sacrificio, en la reiterada demostración del indomable espíritu gringo. Una vez que se ha localizado a Luke, el grupo deberá resolver el enigma de Marte: la posibilidad de una anterior forma de vida inteligente, responsable de haber construido La Cara, una estructura que muchos devotos a los OVNIs dicen poder apreciar en la superficie marciana.
La primera parte de Misión a Marte se defiende porque, aún de capa caída, De Palma no está manco. Las situaciones de peligro están resueltas con su acostumbrada habilidad técnica. En un elegante plano-secuencia, cuando Woody y Terri aprovechan la gravedad cero para bailar en el aire una canción de Van Halen, hasta consigue un momento de rara gracia y ternura. Es en los momentos finales, al soltarnos las conclusiones edificantes, que el cineasta se muestra perdido en el espacio.
El remanente de la avanzada civilización marciana no es otra cosa que un planetario con tecnología digital. Mientras que su representante es un horrendo monigote tan sensiblero como los extraterrestres de Spielberg (šhasta suelta lágrimas furtivas!), ilustrador de cómo se pobló la Tierra mediante una escala evolutiva francamente dudosa. Más grave que la fealdad estética y el simplismo de esas revelaciones ųestamos a años luz de la sugestiva ambigüedad de 2001: odisea del espacio-, es la patente insinceridad de De Palma, tratando de situarse comercialmente en el mismo nivel que su compañero más exitoso de generación. Ni la recargada partitura de Ennio Morricone ųtambién cumpliendo la chamba con desgano- logra extraer alguna emoción artificial.
En el pasado festival de Cannes, donde se exhibió Misión a Marte como una deslucida función especial, se veía frecuentemente al propio De Palma asistiendo a las funciones de prensa para ver las cintas en competencia. Por lo visto su cinefilia no ha menguado, pero hace mucho que ha dejado de funcionarle como fuente de inspiración.
Misión a Marte (Mission to Mars) D: Brian De Palma/ G: Jim Thomas, John Thomas, Graham Yost, basado en un argumento de Lowell Cannon, Jim Thomas y John Thomas/ F. en C: Stephen H. Burum/ M: Ennio Morricone/ Ed: Paul Hirsch/ I: Gary Sinise, Don Cheadle, Tim Robbins, Connie Nielsen, Jerry O'Connell, Kim Delaney/ P: Jacobson Co. Para Tpuchstone Pictures. EU, 2000.