La Jornada miércoles 7 de junio de 2000

Emilio Pradilla Cobos
Vulnerabilidad de la metrópoli

Las graves inundaciones ocurridas la semana pasada en Valle de Chalco-Solidaridad que afectaron la salud y el patrimonio de miles de habitantes pobres de este municipio del estado de México conurbado al Distrito Federal, ponen en evidencia el alto grado de vulnerabilidad de la metrópoli ante desastres naturales y sociorganizativos, como efecto indeseable del patrón de urbanización seguido durante la segunda mitad del siglo XX en el país, su región central y su capital.

Baste recordar que Valle de Chalco se formó aceleradamente como asentamiento irregular en los años ochenta. Debido a que era un caso de alto grado de exclusión y pobreza, fue usado por Salinas de Gortari como símbolo del Pronasol.

Las causas y efectos del desastre ejemplifican la combinación de situaciones que caracterizan la vulnerabilidad de la metrópoli. La inusual magnitud de las lluvias e inundaciones --o las sequías e incendios--, que han afectado severamente a distintas regiones del país, incluida la capital, expresan el cambio climático que sufre el planeta, cuyo medio ambiente es víctima de la modificación y destrucción irracional que realizan el capitalismo salvaje y los grandes monopolios industriales, su patrón concentrador de urbanización y las masas de pobres que han producido.

El patrón de urbanización seguido en México como forma inherente al capitalismo dependiente y su reciente versión neoliberal, ha sido concentrador y centralista de la actividad económica, política y cultural, acumulando 19 millones de personas en el Valle de México, que es cerrado y de gran altitud. En ausencia de una planeación rigurosa y de largo plazo, dotada de instrumentos eficaces y de una regulación democráticamente concertada y socialmente aceptada y respetada, la ciudad ha crecido anárquicamente por la acción de las empresas, los promotores inmobiliarios, los fraccionadores clandestinos, las organizaciones de colonos, los individuos y los gobiernos, sobre terrenos muy pendientes e inestables, inundables --zona de Chalco-- o de alto riesgo sísmico. Son los sectores populares pobres los que mayoritariamente se ubican allí.

Para atender a la creciente población, se extrae masivamente agua del subsuelo, dando lugar a graves asentamientos diferenciales del terreno del valle, lo que fractura la infraestructura hidráulica subterránea o superficial, como ocurrió en Chalco. Las colonias populares nacen y crecen careciendo de infraestructura adecuada, drenaje, agua, saneamiento y vialidad, y cuando se las dota de ella, con programas vistosos como Pronasol, ésta es insuficiente y de mala calidad, siendo insuficiente ante situaciones excepcionales. Los pobladores pobres no pueden mejorarla por sus propios medios; además, su bajo nivel cultural, la ausencia de servicios adecuados de recolección de desechos y el poco control estatal lleva a los colonos a usar las coladeras, los terrenos baldíos o los canales de drenaje como basureros o depósito de sobrantes, agravando los factores de riesgo.

Sin organización adecuada ni recursos suficientes, los sistemas de protección civil carecen de efectividad para atender emergencias como la ocurrida en Valle de Chalco, un ejemplo más en la larga historia nacional; los damnificados, en su inmensa mayoría pobres --por eso se ubican en estos lugares y ocupan viviendas y colonias vulnerables--, pierden el poco patrimonio que tienen, dependen de la solidaridad ciudadana o de la ayuda discrecional del poder público, electoralmente atada, en muchos casos.

La economía de libre mercado, local o global, no resuelve estas contradicciones colectivas. Una alternativa, entre otras acciones, es reconstruir y dotar de instrumentos eficaces a la planeación y la regulación urbanas de largo plazo, estratégicas, democráticamente concertadas, pero obligatoriamente cumplidas por todos los actores sociales. Esta tarea de reconstrucción de la planeación ha sido impulsada en el DF por el gobierno de Cárdenas y Robles; sin embargo, falta mucho camino por recorrer, sobre todo en su coordinación a nivel metropolitano. El próximo gobierno central del DF y los delegacionales, sea cual sea su partido político, tendrán que continuar esta tarea.