PRD: LOS MILITARES SON CIUDADANOS
La solicitud enviada ayer por la dirigencia perredista al secretario de la Defensa, general Enrique Cervantes Aguirre, para que permita realizar a los partidos políticos tareas de proselitismo en instalaciones militares, particularmente en unidades habitacionales, es una muestra significativa de lo que se ha avanzado en el país en materia de cultura y conciencia cívica y política, pero también de lo que aún falta por recorrer en estas materias para alcanzar una plena normalidad democrática.
La petición misma evidencia, por una parte, la disposición de sectores sociales y partidistas a desactivar algunas de las más arraigadas "reglas no escritas" del sistema político mexicano, las cuales se encuentran codificadas en el imaginario colectivo y en una etiqueta política claramente obsoleta y carente de fundamento legal.
La conculcación de hecho de los derechos políticos de los militares es ejemplo claro de esa clase de reglas. Los ordenamientos constitucionales señalan con toda claridad que las fuerzas armadas han de ser instituciones no deliberantes y que aquellos de sus integrantes que aspiren a ocupar cargos de representación popular, no pueden mantenerse en activo, al mismo tiempo, en los cuerpos armados. Pero la inercia, la costumbre y la conveniencia convirtieron tales preceptos en una suerte de tabú que prohíbe implícitamente a las formaciones políticas realizar proselitismo entre los uniformados.
En la práctica, estos sobrentendidos han significado el ilegítimo uncimiento del voto castrense al partido gubernamental; es un secreto histórico a voces que la disciplina y la verticalidad que caracterizan a los institutos armados han dado pie a distorsiones y coerciones sobre el sufragio de los soldados. La única excepción parece ser la elección presidencial de 1988, en la que, según indicios sólidos, el sufragio en las zonas habitacionales de población predominantemente militar se inclinó por Cuauhtémoc Cárdenas.
Hace unos años la petición perredista turnada ayer al titular de la Defensa habría sido impensable. Hoy, el desarrollo cívico del país permite reivindicar el derecho de los uniformados a recibir las diversas ofertas políticas, y el de los partidos a exponer sus propuestas ante los soldados y a solicitarles el voto ciudadano.
En apego a derecho, es justificado y necesario, pues, que se abra el acceso de las zonas habitacionales de los militares a los activistas y candidatos de todos los institutos políticos, a fin de que éstos puedan exponer allí sus respectivas plataformas.
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