MIERCOLES 7 DE JUNIO DE 2000

Ť Controvertida puesta en escena que adquiere forma de libro


La Malinche aún es rencor vivo y tendrá que ser revalorada: Rascón Banda

Ť Se le calificó de ''intensa, retórica, guarrada preparatoriana, perturbadora, genial, eurocentrista''

Ť Por soberbia y vanidad, ciertos creadores no quieren testigos de lo que ocurrió, dice el dramaturgo

Carlos Paul Ť Uno de los montajes que mayor polémica ha provocado en México en los últimos años fue el de La Malinche, con dramaturgia de Víctor Hugo Rascón Banda y la creación escénica del austriaco Johann Kresnik. Luego de su estreno -en octubre de 1998- recibió entre otros calificativos el de ''intensa, retórica, guarrada preparatoriana, perturbadora, genial, eurocentrista".

malinche La obra no es histórica -comentaría en su momento el dramaturgo-, pero sí recrea el México contemporáneo y sus problemas actuales: los niños de la calle, el desempleo, los Acuerdos de San Andrés, el Tratado de Libre Comercio, el neoliberalismo y sus consecuencias; a los nuevos conquistadores que son los estadunidenses y, por supuesto, a esa ''incomprendida heroína trágica", vista no como una traidora, sino como ''un puente de entendimiento entre dos culturas antagónicas".

Bitácora de un montaje

Se estrenó en el Cervantino y luego de 30 funciones con teatro lleno en el DF, terminó temporada. El hecho de no continuar funciones fue interpretado por Rascón Banda como ''censura indirecta"; mientras que para los productores (INBA y CNCA), sólo fue ''falta de presupuesto".

El texto dramático que motivó tan controvertida puesta en escena y el registro del proceso creativo, se vuelven a reunir ahora en un libro, La Malinche, editado por Plaza & Janés.

Bitácora en la que se descubre ''qué proponía el autor y qué disponía el creador escénico". Volumen en el que se deja testimonio de los riesgos artísticos, políticos y físicos para concretar la puesta en escena, las intensas polémicas con los actores, las desmesuras presupuestales de Kresnik, así como las pláticas con el director del INBA, Gerardo Estrada y con el presidente del CNCA, Rafael Tovar.

Registra también cómo Kresnik crea sus montajes, ''para entender lo que vimos en escena y que luego fue incomprendido". Al respecto, apunta Rascón Banda: ''El teatro coreográfico de Kresnik se sustenta en la violencia y el contraste, la música y la danza, el happening y el performance, lo grotesco y lo poético, en el uso de animales, en hechos históricos y en mitos, en documentos y discursos, en poemas y canciones".

En México no tenemos la costumbre de documentar los procesos teatrales; existen sólo tres o cuatro bitácoras, señala Rascón Banda. Como el teatro es efímero y desaparece el día que se representa, sólo queda el programa de mano, una foto, un cartel mal diseñado o el recuerdo de los que la vieron.

Para el dramaturgo depende de cada creador documentar o no una puesta en escena. ''Algunos quieren sorprender el día del estreno con un montaje nunca visto o imaginado; otros, al contrario, quisieran que se incorporara un observador siguiendo las incidencias del montaje y otros más no quieren que se sepa su método de trabajo, su dramaturgia escénica, lo cual es un egoísmo; es como las señoras que se niegan a dar la receta de sus platillos y cuando la dan no ponen un ingrediente o ponen cantidades diferentes para que no salga igual. Es una torpeza. En el cine es al contrario. Se ha vuelto una industria hacer el making of de los filmes, se vende por separado hora y media de cómo se rodó una cinta. Pero en el teatro es la soberbia y la vanidad de ciertos creadores que no quieren testigos de lo que pasó".

Registro de una visión

El afán de Rascón Banda fue registrar su visión como escritor frente a la transformación de sus textos ''que eran simples propuestas de material dramático para un teatro coreográfico, concepción ajena a este país y ajena a mí mismo". Situación que para el autor de La mujer que cayó del cielo era ''un fenómeno único que no se me iba a repetir como dramaturgo". Sin embargo esta experiencia sí podría repetirse, ya que, comenta, fue invitado por Kresnik para trabajar un proyecto sobre el Che Guevara, ''pero tendría que vivir un tiempo en Alemania".

Respecto de las encontradas reacciones que provocó La Malinche, Rascón destaca que no se discutió de manera suficiente la ideología de la obra, ''sólo los excesos de Kresnik como creador, por la mayoría de los críticos. Se iban con la forma, con las provocaciones, calificadas de guarradas preparatorianas, y no con la esencia. Nadie habló de los sucesos reales actuales que vivimos y que tienen un paralelismo con los hechos de la Conquista. Lo importante en La Malinche no era la forma, sino la tesis política respecto del neoliberalismo o los Acuerdos de San Andrés. Fue muy fuerte la propuesta visual y anuló la ideológica. Se diluyó la tesis de que ella nunca fue una traidora, sino que intentó construir un puente de entendimiento entre dos culturas antagónicas y pereció en ello por la ambición de unos y el temor de otros".

Eso no quedó claro en el montaje, puntualiza. "Lo que sí se demostró es que La Malinche todavía es un rencor vivo, no suficientemente comprendida, ni estudiada, que tendrá que ser revalorada con nuevos estudios para entender la actitud de los mexicanos frente a poderes semejantes a los que ella vivió y que hoy son representados por Estados Unidos, el nuevo conquistador"

Censura vs falta de presupuesto

Por otro lado, ''para quienes decían que no hay estructura en la obra, ahí está el texto, verán que si la hay; para los que pensaban que era un discurso fragmentado, verán que no es así, y encontrarán cómo Kresnik creó en el escenario otra estructura con base en la locura de los personajes o en la ilógica del sueño, soslayando la estructura original. En esta bitácora el lector podrá saber qué proponía el autor y qué disponía el creador escénico. Y aunque los textos fueron escritos para Kresnik, pueden ser retomados por otros creadores para ofrecer su propia interpretación".

La Malinche fue suprimida de la cartelera por ''razones presupuestales", de acuerdo con el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA). Sin embargo, para Rascón Banda se trató de una ''censura indirecta":

''Me entrevisto con Gerardo Estrada en sus oficinas del INBA. Le reclamo la suspensión de la obra con teatro lleno y la falta de promoción durante la temporada. Le digo que es una forma de censura. Me dice que no, que son razones presupuestales y me entrega una carpeta con recortes de prensa donde vienen las pocas inserciones que pagó el INBA. No son suficientes, ni se comparan con las otras producciones teatrales que tiene el INBA en cartelera, le digo. Razones de presupuesto, repite. La obra nos sobrepasó en lo económico. También en lo político, le digo. ƑPara qué contrataste a Kresnik? ƑPara qué me encargaron la obra? Ustedes sabían la clase de trabajo que hacemos ambos. ƑPara qué se arriesgaron?

''Lamentablemente no hay dinero, Víctor Hugo, insiste. Los actores firmaron un contrato sólo por 30 funciones, me dice. Sí, acepto, pero les dijeron que esa sólo por 1998, debido a razones burocráticas, que en enero firmarían por el resto de las funciones, que así se acostumbraba. ƑQuién les dijo eso?, se defiende. No es así. No tenemos dinero, Víctor, de veras. Censura indirecta, insisto. Estrada parece apenado. Suda. Trata de convencerme. De veras, créeme. Son sólo razones económicas. ƑPor qué suspender una obra con teatro lleno?, insisto.''

Quizá pase algún tiempo para volver a ver otra puesta en escena de La Malinche. No obstante, ahí esté el texto que inspiró uno de los montajes más controvertidos, así como el testimonio de la manera en que se efectuó.