Antonio Gershenson
El "monocultivo" gasero
Durante el sexenio que está terminando y durante el anterior, se ha dado una excesiva prioridad a la generación de electricidad con gas natural. También en los últimos años se han dado concesiones para la construcción de ductos para distribuir ese energético, y se ha estimulado su uso en la industria. Hemos, en varios momentos, enumerado los problemas de dependencia que esto conlleva, debido a que la producción nacional no puede satisfacer esta demanda creciente, y se está creando una dependencia de un insumo estratégico como pocos, cuya falta puede paralizar, con la dependencia que se está fomentando, la vida económica de ciudades enteras. Una suspensión del flujo de importaciones, sea deliberado o por escasez en el único país del que podemos traer este gas, en términos rentables, o sea, Estados Unidos, puede tener efectos enormes. Si ya hubo problemas en varios lugares del país cuando hubo escasez de gas licuado, con este otro energético se estarían parando no sólo la estufa y el calentador de la vivienda, sino las fábricas y la generación de electricidad. El gas natural tiene ventajas económicas, técnicas y ambientales, pero es irresponsable fomentarlo hasta el grado en el que se sacrifiquen la soberanía y la seguridad de la economía nacional.
El pretexto para canalizar más de 90 por ciento de la nueva capacidad de generación al consumo de gas natural ha sido su costo. Pero como lo único que se ha hecho es importar de Estados Unidos la adicción por este energético, resulta que también allí y en otros países se ha dado la proliferación de este tipo de plantas para generar electricidad. Y esto, a su vez, se tradujo en una escasez de turbinas, pieza clave en la generación.
Esto ha sido una de las principales causas de que el número de concursantes para obtener el contrato por 25 años, con todos los riesgos del lado de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), haya bajado drásticamente. La mayoría no puede conseguir turbinas con tiempo de entrega a tiempo para cumplir con los plazos de los concursos. Y el resultado es que los precios y los costos están aumentando.
En estos días se anunció, incluso mediante una publicación pagada, la firma del contrato relativo a la planta eléctrica Naco-Nogales. El costo por kilowatt instalado fue de 814 dólares, ligeramente superior al que implicaría la generación con energía del viento, que obviamente no consume combustible. El costo nivelado del kilowatt-hora fue de 3.3 centavos de dólar, cuando que se habían tenido ofertas inferiores a los 3 centavos. Con energía de viento en La Ventosa, Oaxaca, este costo también es inferior al del contrato mencionado.
Además, decíamos que la CFE corre con los riesgos. La mayoría de los componentes del costo varía con el dólar. La parte del costo relacionada con el consumo de gas natural cambia también con el precio de este insumo en Estados Unidos.
Hace dos semanas hablábamos del aumento de los precios del gas. El precio índice para grandes cargamentos en el Canal de Houston, base para la fijación de los precios en México, ha seguido subiendo, para pasar de 1.81 dólares por millar de pies cúbicos en marzo de 1999, a 4.45 dólares para junio de 2000. Dos veces y media el precio de hace 15 meses. Aunque el precio del gas tiene fluctuaciones de corto plazo, en el largo plazo también tiene una sostenida tendencia al alza, y la CFE va a pagar esos sobreprecios también. Se acerca una situación insostenible y urgen cambios.
Un primer paso positivo es el que se haya convocado un concurso para ampliar la hidroeléctrica de Chicoasén. De este proyecto habrá que hablar en otro momento. Pero se requiere de un mejor aprovechamiento de nuestros recursos naturales renovables, que han sido a la vez ignorados y subestimados, para lograr que el gas natural y otros no renovables como el crudo, nos alcancen y brinden sus beneficios donde tienen más ventajas.