JUEVES 1o. DE JUNIO DE 2000
* El "símbolo de La Familia" enfrenta a Putin
Berezovsky, contra la iniciativa de crear los 7 super distritos en Rusia
* El diputado plantea someter el proyecto a un referéndum
Juan Pablo Duch, corresponsal, Moscú, 31 de mayo * Boris Berezovsky, símbolo de la llamada Familia, el selecto grupo de asesores y magnates que amasó un impresionante poder político y económico al amparo de Boris Yeltsin, se declaró este miércoles contra la iniciativa del presidente Vladimir Putin de recortar las facultades de los caciques regionales.
En extensa carta abierta al presidente de Rusia y en su calidad de diputado de la Duma, Berezovsky argumenta sus objeciones y le recomienda desistir de su idea de crear siete super distritos federales con representantes personales, cinco de los cuales tienen rango de general.
Berezovsky considera "prematura y contraproducente" la iniciativa de Putin, dado que podría ųa su juicioų acelerar los procesos de desintegración de la Federación misma "al establecer siete capitales, en lugar de una" y debería, en cualquier caso, ser legitimada a través de un referéndum.
La opinión de Berezovsky, cabe apuntarlo, no influyó para nada en sus colegas de la Duma, que este mismo día, con 362 votos a favor y 34 en contra, aprobaron en lo general el paquete de iniciativas de ley presentado por Putin. Desde luego, en las siguientes dos instancias de votación, las fracciones parlamentarias procurarán introducir enmiendas y adiciones, con lo cual el texto original podría sufrir cambios de sustancia.
Su propósito era otro. No parece casual que Berezovsky haya arremetido contra una reforma administrativa atribuida al Consejo de Seguridad, otro influyente grupo del entorno de Putin, aunque todavía no hay elementos para determinar si fue una acción concertada con los demás miembros de la Familia o una decisión personal, que marca el inicio de un eventual distanciamiento del magnate.
De una forma o de otra, la carta abierta de Berezovsky pone de relieve que el nuevo inquilino del Kremlin también toma decisiones que no siempre son del agrado de la Familia. Muy especialmente, aquellas que refuerzan el papel en materia de política interna de los servicios secretos.
Acaso en otra coincidencia de fechas, Putin firmó hoy el decreto que amplía las funciones del Consejo de Seguridad, y Mijail Fradkov ex ministro de Comercio, fue designado segundo de a bordo de dicho organismo, lo cual revela la intención de los servicios secretos de ocuparse asimismo de temas relacionados con la economía.
A la vez, es muy reciente la ratificación de Aleksandr Voloshin, figura clave de la Familia, como jefe de la estratégica Oficina de la Presidencia, cargo que ocupaba desde marzo de 1999.
El nombramiento de Voloshin, frente a los demás grupos del entorno de Putin, parecía cerrar el círculo de preferencias del presidente. La Familia había logrado poco antes colocar como primer ministro a Mijail Kassianov, un gobierno dominado en por lo menos 60 por ciento de las carteras y un procurador general de bolsillo.
Ciertamente, la Familia es el poderoso grupo que, guerra de Chechenia incluida como catalizador de la popularidad del nuevo presidente, llevó a Putin al Kremlin pero, a juzgar por la carta de Berezovsky, no se da por satisfecho con la obtención a cambio de su anhelada impunidad.
El desafiante gesto de Berezovsky de ventilar públicamente diferencias con Putin, podría significar que la Familia aspira a no permitir que otros clanes ųel de los servicios secretos, el de San Petersburgo y el del consorcio Alfaų adquieran protagonismo en la formulación de la política del Kremlin.
Lo cierto es que la carta del oligarca tomó por sorpresa a Putin, quien se encontraba de gira en la ciudad de Yaroslavl y no encontró tiempo, al menos hoy, para responder a los cuestiomanientos, a pesar de que en sus declaraciones no eludió el tema de la reforma federal.
Sin embargo, no hay que precipitarse en sacar conclusiones y se podrá hablar de un verdadero distanciamiento entre Berezovsky y Putin, sólo cuando el presidente muestre voluntad política de combatir en serio la corrupción y su proclamada intención de hacerlo no siga siendo una promesa electorera, como apuntó en su momento, y en tono de burla, el propio magnate.
En este sentido, llama la atención que los emisarios de la procuraduría rusa ųno los investigadores de los casos que involucran a los negocios de Berezovsky, sino los nuevos jefes impuestos por la Familiaų acaban de regresar de Suiza con las manos vacías. Al menos dicen no haber encontrado evidencias irrefutables de su presunta responsabilidad.
Si estas pruebas aparecieran, como uno de los milagros que puede operar la voluntad presidencial, Putin quedaría en una situación embarazosa: Voloshin, el jefe de la Oficina de la Presidencia, allá por 1993, fue el principal socio de Berezovsky en lo que la prensa local considera una de las mayores estafas de los últimos años, el proyecto AVVA, sobre la supuesta fabricación de "un automóvil para el pueblo", y desde entonces su carrera política ha estado vinculada al magnate.