JUEVES 1Ɔ DE JUNIO DE 2000

El Pablo

 

* Carlos Martínez García *

Cuando los indígenas y campesinos hablan o se expresan a favor del candidato de la Alianza por Chiapas, Pablo Salazar Mendiguchía, se refieren a éste simplemente como el Pablo. Así nada más, sin títulos ni etiquetas que separan a los personajes públicos del resto de la sociedad, que los hacen inaccesibles y alejan de sus simpatizantes y partidarios. Compartiendo el mismo espíritu igualitario de el Pablo, su esposa, la profesora Martha López Camacho, sostiene que de llegar el candidato de la Alianza a la gubernatura chiapaneca en el estado no habrá primera dama, porque eso sería conceder que las demás mujeres son de segunda.

Salazar Mendiguchía registró su candidatura al gobierno de Chiapas el sábado pasado. El acto fue la culminación de un largo proceso y el inicio de la recta final de una gesta democrática que sus amigos chilanpecos (chilangos de nacimiento y con una parte de nuestro corazón en Chiapas) deseamos alcance la victoria en las elecciones de agosto. Es la culminación de un largo proceso porque pocos le auguraban a el Pablo, cuando renunció oficialmente al PRI (8 de mayo de 1999, en Villaflores), que lograría tejer los acuerdos necesarios para llevar a buen fin la conjunción de varios partidos políticos en una candidatura opositora única. Es también, como ya dijimos, el comienzo de la etapa final por consolidar tantos apoyos de organizaciones civiles, de innumerables plazas llenas de partidarios, en una votación abrumadora que supere contundentemente al PRI y su candidato. No vale la pena ni hablar del papel que está jugando el Partido Democracia Social y su sabotaje a la lid democratizadora en Chiapas al lanzar como su candidato al salinista Antonio Coutiño Farrera.

El desgobierno de Albores orientó todas sus malas artes a sabotear la candidatura aliancista de Pablo Salazar. Estaba convencido de que por el contexto político nacional no se daría la coalición de los partidos opositores más grandes (PRD y PAN), sino que habría una coalición limitada al de la Revolución Democrática y otros partidos de poco peso electoral. No fue así gracias a la paciente estrategia de Salazar Mendiguchía y el equipo que le acompaña, quienes supieron apoyarse en el mayoritario deseo ciudadano de que hubiera una alianza amplia y todos los partidos pudieran enfrentar a la maquinaria priísta con mejores garantías de éxito. La apuesta que hizo el Pablo por construir una política alternativa, radicalmente distinta a la tradicional, en su ruptura con el PRI en mayo del año pasado es una amenaza a la red de intereses y corrupción tejida por los gobiernos del partido oficial. Por ello esas fuerzas están desatando todos sus recursos contra el movimiento ciudadano que encabeza Salazar Mendiguchía.

Los clanes del poder autoritario que buscan seguir enseñoreándose del estado fueron denunciados el lunes por el candidato de la Alianza por Chiapas. La Jornada del martes 30 le dio la primera plana a esa denuncia, que en sí misma debiera ser del mayor interés de los medios que buscan servir a sus lectores, escuchas o televidentes en lugar de ser cajas de resonancia de las cúpulas políticas y económicas. Pablo Salazar presentó pruebas documentales sobre los desvíos de recursos del Programa para Educación, Salud y Alimentación (Progresa) en favor de los candidatos del PRI. La acusación de Salazar fue directa; refirió que los operadores del ilícito son funcionarios de la Secretaría de Desarrollo Social, el monto de lo canalizado ilegal e inmoralmente para apoyar las campañas de Francisco Labastida y Sami David David asciende mensualmente a 300 millones de pesos. La nota de Angeles Mariscal recoge el procedimiento del desvío: a 300 mil mujeres de la entidad que son beneficiarias del Progresa de la Sedeso, diligentes empleados del programa les entregan junto con los mil pesos mensuales del apoyo que les corresponde un folleto promocional de Francisco Labastida (en la propaganda repartida el candidato presidencial del PRI se compromete a continuar y profundizar los apoyos del Progresa). La moraleja del manipuleo la saben bien los lectores de este artículo. En su denuncia Pablo Salazar afirmó que no está contra Progresa, sino a favor de que los programas sociales sirvan a quienes los necesitan sin recurrir a usos partidistas y facciosos.

A las manipulaciones electoreras como las denunciadas por el Pablo, hay que sumar aquellas operaciones existentes para apoyar a su contrincante, el priísta Sami David. Es necesario contabilizar amagos a los partidarios de la Alianza por Chiapas: cortes de luz en las poblaciones y comunidades mayoritariamente indígenas para dejar sin sonido los mítines del candidato opositor, millonarias campañas de propaganda para infundir entre la ciudadanía miedo al cambio de régimen, y espionaje telefónico sistemático para tratar de ganarle la jugada a quien las encuestas muestran como el favorito de los votantes, a quien los chiapanecos que luchan por la democracia nada más llaman el Pablo. *