JUEVES 1o. DE JUNIO DE 2000

* Beneplácito de narradores nacionales por la distinción al prosista


Monterroso ve al mundo como fábula en donde convergen ironía y brevedad

* Aplaudible, el reconocimiento del jurado a su trayectoria cívica, celebra Bárbara Jacobs

* Carmen Boullosa: es un gran maestro, pero más que eso es un bálsamo para sus lectores

De la Redacción * Las reacciones por el galardón que le fue concedido al prosista y dibujante Augusto Monterroso no se han hecho esperar y tienen un común denominador: la satisfacción compartida. Del discurso amplio a la sentencia brevísima, de la felicitación de amigos al saludo de camaradas, los escritores y las escritoras a quienes les fue solicitado su punto de vista, se manifiestan aquí en favor del narrador de oficio y cuentista nato. Algunos lo hacen en México y otros desde Madrid.

Bárbara Jacobs: Estamos encantados, porque fue finalista varios años consecutivos, y el premio Príncipe de Asturias ya se estaba convirtiendo en una ilusión. Me agrada saber que el jurado haya valorado, también, la ética de Augusto. Su trayectoria cívica a lo largo de su vida ha sido, sin duda, de primerísima y si lo reconocen ahora, junto con la veta literaria, eso constituye un factor adicional de alegría, ya que no siempre sucede así. La línea ética o progresista es muy importante y si los jurados hacen énfasis en ello, debe aplaudirse.

José María Pérez Gay: Nada más merecido para un escritor guatemalteco exiliado en México, que se ha incorporado de lleno a la vida cultural de este país, en el cual ha realizado casi la totalidad de su obra, baste recordar que en 1975 recibió el Premio Xavier Villaurrutia y en 1988 la condecoración del Aguila Azteca por su aporte a la cultura mexicana. No hay duda respecto de la importancia de su obra literaria, la cual aborda un género que él mismo inauguró, el de la fábula, y podría decir que el del silencio, esa especie de bestiario fantástico en donde Borges toma el té con Alicia en el país de las maravillas y en donde una rana del condado de Calavera ha leído realmente a Mark Twain. Y es que para Monterroso el mundo es una fábula y por ese solo hecho, una narración donde se cruzan por igual la ironía, la cortesía y la brevedad. Me felicito porque Tito, al haber recibido el premio Príncipe de Asturias de las Letras, estoy seguro que en el cielo ha logrado que Jonathan Swift y James Thurber abrieran botellas de champaña.

José Agustín: Me da un gusto enorme porque es uno de nuestros excelentes escritores. Su condición de literato que sabe manejar la limpieza y la economía lo lleva a grados muy cercanos a la perfección.

Antonio Alatorre: Me despierta sorpresa. Caramba, šqué fama tiene Monterroso!

Adolfo Castañón: La noticia ilumina el día. Augusto Monterroso es uno de los escritores hispanoamericanos, latinoamericanos y mexicanos más importantes que ha dado una obra de gran calidad y de una consistencia que no hemos terminado de descubrir; me parece que su literatura es digna representante de la tradición clásica y también de la literatura moderna. Los rasgos más destacables de ella podrían resumirse en los siguientes aspectos: el sentido del humor y el de las proporciones, la gracia, la exactitud, sobre todo la brevedad y la concisión. En ese sentido, siento que es también un premio a Juan José Arreola, a Jorge Luis Borges y a la tradición de la miniatura. No puedo expresar en una breve entrevista todo lo que merece su obra, pero insisto en la emoción que me causa la noticia, porque Monterroso ha sido un gran maestro de muchos escritores mexicanos, y le ha dado mucho a México, no sólo con su literatura sino con su escritura. El tenía un taller literario en la UNAM, que fue la punta del iceberg de una fe que ha tenido su literatura en los narradores jóvenes como Juan Villoro, Guillermo Samperio, Bárbara Jacobs o Carlos Chimal.

Salvador Elizondo: Me da muchísimo gusto saber la noticia. Es un premio perfecto porque así es Tito, perfecto. Lo felicito mucho. La suya me parece una obra muy consistente, admiro enormemente su escritura por su brevedad. No pudo ser más adecuado el galardón.

Carmen Boullosa: Me da mucha alegría porque es un autor sumamente alegre; su obra tiene un sabor que es bastante inusitado en nuestra tradición literaria, y parece que el premio le festeja esta proclividad a la celebración de la vida. Lo que hace tan característico su trabajo es el rigor y la cantidad de luz que hay en cada una de sus pequeñas fábulas, la luminosidad que irradia en sus textos. Y aunque ha sido un gran maestro, yo lo considero en definitiva más que eso: un bálsamo para sus lectores.

Margo Glantz: Creo que desde hace tiempo debían haberle dado ese premio, pero más vale tarde que nunca. Quizá sea uno de los escritores más originales que se hayan producido en América Latina, uno de los más universales de todos. No podría compararlo con ningún escritor contemporáneo, sino con un clásico como los que él acostumbra leer. Es, en consecuencia, un escritor inimitable, que ha tenido un cuidado enorme de no imitarse a sí mismo, de publicar libros siempre diferentes entre sí, y siempre magistrales. En mi opinión, el rasgo más característico de su obra es la capacidad de sintetizar al máximo, con una sencillez inexplicable, y sin embargo cuando se lee parece totalmente normal. También valoro su sentido de la ironía y del lenguaje. Tito es, en fin, un garbanzo de a libra.

Juan Gelman: Me parece más que merecido. Sobre todo porque lo que se premia es la obra de un escritor que ha seguido sin fallas la trayectoria de su maestro: Proust. El narrador francés le ha enseñado a escribir corto como Monterroso hace y a ser el autor del cuento más breve de la lengua española. Este también es un galardón para la literatura latinoamericana en general, diría yo, y estoy muy contento de eso.

Alberto Blanco: Me da mucho gusto que se reconozca el trabajo de un escritor que ha ocupado por sí mismo toda una zona de la literatura latinoamericana que estaba casi olvidada. Realmente entre Monterroso y Arreola se han hecho cargo de mantener viva la poesía en el cuento breve y pienso que eso es muy importante. Es decir, leo el trabajo de Monterroso como una labor poética. Es un triunfo de la imaginación y que eso se reconozca es una magnífica noticia.

 

Desde España

 

Sealtiel Alatriste, Sergio Pitol y Juan Villoro celebran, desde su estancia en Madrid, la concesión del Príncipe de Asturias de las Letras a Monterroso.

Seatiel Alatriste: Me llena de orgullo y alegría el reconocimiento a una de las prosas más importantes de la lengua española y cuya literatura pertenece a una tradición muy americana. Pocos autores tienen la dimensión en la precisión de la lengua como Monterroso. Son muy pocos los que han logrado combinar el ensayo, la fábula y el cuento tradicional con su maestría. La personalidad del cuentista es muy honesta y correcta, con una trayectoria de compromiso social y político muy pulcro.

Sergio Pitol: Monterroso es uno de los personajes literarios más extraordinarios del continente por la originalidad absoluta de su obra. En su literatura juega y mezcla géneros, hay un tacto especial que hace que quizá sólo los escritores se den cuenta del trabajo inmenso que hay detrás de textos cristalinos, leves, como naturales".

Juan Villoro: Su famoso cuento ''El dinosaurio'' es la mayor prueba de condensación literaria y su fábula ''La oveja negra" revitalizó este género. Es un estilista preciso, un escritor movedizo que cultiva muy diversos géneros, incluidos los indefinidos y combina en sus textos las anécdotas divertidas con las profundas moralejas. Es un maestro extraordinario, nos hizo creer que la literatura era más valiosa de lo que nosotros pensábamos, mis expectativas literarias se agrandaron gracias a él. (Yanireth Israde, César Güemes, Angel Vargas, Mónica Mateos y Patricia Landino, especial para La Jornada)

El paraíso auténtico

 

* Augusto Monterroso *

 

ųEs cierto ųdijo mecánicamente el hombre,

sin quitar la vista de las llamas que ardían en la chi-

menea aquella noche de inviernoų; en el Paraíso hay

amigos, música, algunos libros; lo único malo de irse

al Cielo es que allí el cielo no se ve.