La Jornada martes 30 de mayo de 2000

ASTILLERO Ť Julio Hernández López

Al fin se realizará hoy un debate entre todos los candidatos a gobernar la ciudad de México. Tal encuentro se había demorado fundamentalmente a causa de las impugnaciones jurídicas que, en pleno uso de su derecho, habían presentado diversos partidos contra el puntero de esta contienda, Andrés Manuel López Obrador. Resuelto en primera instancia ese litigio a favor del tabasqueño, y decididos los posibles impugnadores a no ejercer más sus facultades de recurrir la determinación en una segunda instancia, el ex presidente nacional del PRD ha quedado en situación propicia para debatir con sus opositores.

Una diferencia casi imposible de remontar

En cierto sentido, parecería que a López Obrador no debería interesarle de más la realización de este encuentro. Véanse cuando menos dos hechos objetivos: uno, que va a la cabeza de prácticamente todas las encuestas serias que se han realizado sobre la intención de voto de los ciudadanos capitalinos (en algunas de ellas con diferencias enormes a su favor, como la que ayer dio a conocer El Universal, en la que, según Alduncin y Asociados, el candidato del PRD y el PT lleva 47.8 por ciento de preferencias electorales, contra 28.3 del priísta Jesús Silva Herzog, y 20.2 del panista Santiago Creel) y, dos, las declaraciones derrotistas del candidato presidencial priísta, de la presidenta nacional del PRI y del líder local de ese partido, quienes han reconocido abiertamente que sus colores van en desventaja en la capital del país. Un tercer hecho, subjetivo, sujeto a interpretaciones, es el del desmoronamiento de la fuerza panista capitalina, no sólo por el hecho de que Creel no ha podido dar un tono fuerte e interesante a su campaña de proselitismo, sino además por la circunstancia adversa de que el refuerzo enviado por la cúpula panista, en la persona de Diego Fernández de Cevallos, fue vapuleado y virtualmente inhabilitado por López Obrador en un debate personal en televisión.

Sin embargo, a pesar de que casi no tiene nada que ganar y sí riesgos de perder, el perredista concurrirá hoy a debatir con un Silva (Flores) Herzog tempranamente desahuciado por sus propios compañeros de partido; con un Creel cuyo barbado tutor designado le fue pulverizado, y con candidatos de ínfima fuerza electoral, verdaderamente simbólicos, como Teresa Vale (esposa de Miguel González Avelar, hombre del lamadridismo que junto con el labastidismo son tenidos como las verdaderas fuerzas rectoras del partido llamado Democracia Social), y Alejandro Ordorica, del PARM (con 2.6 y 1.1 por ciento de intención de voto, según la misma encuesta de Alduncin y Asociados).

Debatir para diferenciar, no sólo para ganar votos

Pero, contra lo que un interés electoral mezquino pudiera recomendar, López Obrador ha decidido participar en el debate de hoy entre otras cosas porque le interesa aprovechar el espacio mediático para difundir su proyecto político y, así, remarcar las naturales y obligadas diferencias que tiene con sus adversarios. No está de más recordar las cejas alzadas que provocó el lema de la campaña de Andrés Manuel, de ''primero los pobres, por el bien de todos''. Resulta especialmente notable la realización de ese debate, en esas condiciones de disparidad en intenciones electorales, frente a la grosera obsesión con la que Vicente Fox ha retomado su exigencia, que ya no invitación, de que Cuauhtémoc Cárdenas decline a su candidatura para sumarse a la del panista.

Irritado por el evidente repunte de la figura del michoacano (motivado entre otras cosas por las torpezas cometidas por el propio guanajuatense, sobre todo las ya famosas de la tarde aquella del hoy, hoy, hoy, hoy), Fox no se ha detenido ni siquiera en la figura maternal que por ley no escrita, y por obligación ética, se suele dejar de lado en las contiendas políticas. Cambiante, contradictorio, caprichudo, Fox ha decretado que Cárdenas debe dejar de luchar ahora para así favorecer el arribo de las botas a Palacio Nacional, en sustitución del PRI. Algunos intelectuales e incluso algunos militantes de izquierda aturdidos por el señuelo facilón de sacar al PRI del poder (otros, muy bien identificados, por abiertas ambiciones personales) han dado a luz la peregrina tesis del voto útil. El ciudadano comprometido con la alternancia del poder, según esa elaboración oportunista, debería sufragar por aquel candidato que, de acuerdo con las encuestas de opinión, estuviese a la cabeza, haciendo a un lado al que fuese en segundo lugar para, así, no dividir el voto opositor y concentrarlo en la opción mejor colocada.

Ideologías de ruleta, principios de tahúr

Ese cálculo elemental de tahúr pretende igualar proyectos y personalidades bajo la tabla rasa del objetivo simple de ganar. No desperdicies tu voto, exhortan esos políticos con ideología de ruleta, votando por quien va a perder. Mejor vota por quien mejores condiciones tiene de ganar, convocan con esos argumentos de supermercado. Pero, si el alegato del voto útil (obligado, exigido, no concertado) es en sí mismo contrario a la natural división y contradicción que en las sociedades existe respecto a temas públicos (y que por tanto da origen a los partidos, a los candidatos y a las elecciones), ahora se ha soltado a cabalgar al jinete del colaboracionismo traidor.

Si Cárdenas, y quienes le apoyan, no renuncian a sus proyectos y campañas, entonces estarán favoreciendo al PRI y a Labastida, y serán los responsables históricos de que el tricolor continúe en el poder, dicen los foxistas utilitarios. De nada sirvió para esos jueces implacables la manera como Cárdenas se deslindó del PRI y de Labastida en el debate del viernes, asestándole al candidato del tricolor los peores golpes políticos que hasta ahora ha recibido (no de adjetivación barata, como el chaparro, el mandilón o la vestida). De nada ha servido que Cárdenas se mantenga tal cual es, cual ha sido, y que siga defendiendo lo mismo que en 1988 y 1994 (cuando el panismo vivía la larga luna de miel con el salinismo, cuyos frutos fueron, entre otros, la adjudicación de Guanajuato como coto para el foxismo, y la modificación constitucional que permite a hijos de extranjeros, como Fox, ser aspirantes a la Presidencia de la República). No. Fox ha decretado que si Cárdenas no declina a favor de él, entonces será un traidor histórico.

Voto útil: Ƒdeclinará hoy Creel a favor de Andrés Manuel?

En ese marco destaca el debate de hoy entre candidatos al gobierno capitalino. López Obrador ha conseguido instalarse en el sitio más alto de las preferencias electorales gracias a su diferenciación, y no a la búsqueda de declinaciones, votos útiles o pamplinas de dictadorzuelo de carpa. Trabajando intensamente (ayer partió el pastel correspondiente a los 900 actos de campaña que ha hecho a lo largo del Distrito Federal), estableciendo un proyecto ajeno a las complacencias o a los lugares comunes, López Obrador, que tiene virtualmente el triunfo electoral en la bolsa, acudirá hoy a debatir con sus adversarios. No para exterminarlos ni para lincharlos. Más bien, para debatir y, con ello, entender y asumir que una sociedad civilizada y plural debe respetar e inducir, por salud republicana, las diferencias, los obligados puntos de vista distintos.

Astillas: ƑQué tal Carlos Rojas exigiendo, como candidato priísta al Senado, que el gobierno federal cumpla los acuerdos de San Andrés Larráinzar y que demuestre que es capaz de hacer honor a su palabra y sus compromisos? En Santa María Tonameca, comunidad de Pochutla, en Oaxaca, acusó a funcionarios del gobierno, sobre todo de la Secretaría de Hacienda, de ''insensibilidad'', de ser tecnócratas que ''piensan en inglés''... No es posible alegrarse por el golpe injerencista de Estados Unidos en el proceso peruano. Es indefendible la pretensión de Fujimori de mantenerse en el poder mediante un proceso viciado e injusto, pero no debe aplaudirse que la potencia del norte pretenda convertirse en juez de las elecciones de otros países. A menos que, allá como acá, haya quienes consideren esos decretos imperiales como simples y agradecibles ''votos útiles''.

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