DOMINGO 28 DE MAYO DE 2000

Ť La semana política en Estados Unidos

Ť El libre comercio, parte del "legado político" de Bill Clinton

Ť Al respecto, el país aún está "profundamente dividido"

Ť Pequeño problema, la compra-venta de votos en el Congreso

Jim Cason y David Brooks, corresponsales, Washington, 27 de mayo Ť Con la aprobación de la legislación para otorgarle a China un trato comercial permanente, el presidente Bill Clinton obtuvo su triunfo político más grande desde el esfuerzo para destituirlo de la presidencia hace casi dos años y, según varios analistas influyentes aquí, el presidente también logró establecer el libre comercio como parte fundamental de su legado.

Pero la aprobación de la legislación sobre comercio con China en la Cámara baja también demostró que este país permanece profundamente dividido sobre los beneficios del libre comercio, con casi un número igual de los legisladores votando en favor y en contra. De hecho, la iniciativa con China sólo fue aprobada porque el presidente y sus aliados armaron una coalición con parte del Partido Republicano, y montaron la campaña más intensa de compra de votos desde el esfuerzo para conseguir la aprobación legislativa del TLC con México y Canadá, en 1993.

La legislación comercial con China no fue aprobada por razones relacionadas con ese país, ni con el libre comercio en sí. El margen por el cual se aprobó fue definido por otros asuntos, de ninguna manera relacionados entre sí. Por ejemplo, el representante Elton Gallegly, de California, votó a favor sólo después de que el secretario de Agricultura le prometió que Estados Unidos continuaría bloqueando la importación de naranjas argentinas, que amenazan a los granjeros de su distrito, y el representante texano Martin Frost votó por la iniciativa después de que la Marina prometió otorgar más contratos de defensa a la empresa Northrop Grumman, la mayor generadora de empleo en su distrito legislativo.

El diario The New York Times reportó que tal vez entre 20 y 30 legisladores les fueron ofrecidos "fondos o favores políticos" a cambio de sus votos en favor de la legislación comercial con China, la cual fue aprobada con un margen de sólo 20 sufragios. A un representante de Alabama le aseguraron, justo antes de la votación, que una oficina federal que emplea a decenas de personas en su distrito no sería clausurada, tal como se había considerado, y dos legisladores de Texas declararon su apoyo sólo después de que otro miembro del gabinete les dio garantías de que una empresa local quedaría exenta de tener que cumplir con ciertas regulaciones ambientales.

Claro que hay varios legisladores con posiciones firmes, pro y contra, sobre la ley comercial con China. Pero ni los opositores o promotores cuentan con mayoría. Algunos creen que normalizar las relaciones con el país asiático es clave tanto para garantizar el acceso a ese mercado a las empresas estadunidenses, como para promover reformas políticas y el respeto a los derechos humanos en dicho país.

Otros opinan exactamente lo contrario y señalan que menos de un día después de aprobada la legislación esta semana, The New York Times ya advertía a sus lectores que "igual que en el debate sobre el TLC, los beneficios económicos (del acuerdo comercial con China) fueron sin duda sobrevendidos", e inmediatamente después del voto el propio, Clinton ya había alertado que el comercio, por sí solo, no resolverá los problemas de los derechos humanos en China.

Bill Clinton inició su presidencia con un triunfo, la aprobación del TLC, y está concluyendo su mandato con la esperada aprobación (el Senado aún tiene que ratificar la legislación sobre China) de la normalización de las relaciones comerciales con el país asiático. Así, un aspecto clave del legado de esta presidencia será la elevación de la economía (el libre comercio y el mercado libre) a un lugar central y público en la política exterior de Estados Unidos.

Pero el desacuerdo a fondo sobre el libre comercio en este país permanece también como un factor político clave, y por cierto el apoyo para el libre comercio se está debilitando dentro del propio Partido Demócrata. Más legisladores del partido del presidente votaron a favor del TLC en 1993 que los que emitieron un voto a favor de la relación comercial con China esta semana. Lo que el presidente demostró una vez más, igual que en su derrota a la iniciativa para destituirlo y su triunfo del TLC es que está, sin duda, entre los mejores en jugar el juego político en este país.

Pero el poder de persuasión necesario para promover grandes iniciativas legislativas en esta democracia está compuesto por más de un talento para presentar argumentos efectivos. También se necesitan, casi siempre, fondos y capital político para presionar, sobornar o simplemente comprar los votos para ganar, y Clinton aquí también tiene una habilidad indisputable. Los legados no necesariamente se consiguen gratis.