La Jornada domingo 28 de mayo de 2000

Antonio Gershenson
El debate y los hechos

Hay un elemento, en mi opinión fundamental, del debate entre los tres principales candidatos presidenciales, que varios comentaristas ignoraron. Prefirieron ver el discurso como puro discurso, el debate como un duelo de oratoria, y dejar de lado lo fundamental: la relación entre las palabras y los hechos, entre el discurso y la realidad. Este enfoque puede reducir el debate a un torneo de promesas. Y hay hechos en el historial de cada uno de los tres partidos principales, pues han tenido ya oportunidad de gobernar, por lo menos en el nivel de entidades federativas. En el caso del PRI y como lo señalaron los dos candidatos que criticaron a este partido, lleva más de 70 años en el gobierno federal.

En varias ocasiones, Cárdenas hizo notar contrastes entre los dichos o las promesas de sus adversarios, y la conducta política real que se ha observado en sus respectivos partidos o en ellos mismos. En general, no tuvo respuesta a estos señalamientos. Por ejemplo, preguntó al candidato del PRI que por qué tenía que esperar a ser presidente para aplicar medidas que prometía, opuestas a las del gobierno de su propio partido, y por qué no convencía a su partido de cambiar ya. Y también recordó a Fox, que se pretendía como el único opositor, numerosos casos en los que su partido votó con el partido gubernamental, incluyendo el Fobaproa.

Otro elemento interesante del debate es que lo fue, por lo menos en el discurso, entre tres candidatos de oposición. En las arengas todos querían cambiar, nadie defendía la continuidad del actual gobierno. El candidato del partido gobernante dijo que había que consolidar lo positivo, pero que había que cambiar, entre otras cosas, la política económica, para que su beneficio llegara a la gente. Esto implica que ahora no sucede eso. Pero, sobre todo, de esto se desprende que la política del gobierno actual, y en especial su política económica, no son electoralmente defendibles, que no se les puede defender con éxito ante los ciudadanos, ante los votantes. Y una de las dificultades del candidato presidencial del partido gubernamental consiste en que, por más que el discurso trate de dar esa idea, será muy difícil que mucha gente crea que, siendo el candidato de ese partido, no represente la continuidad. La continuidad de un sistema que nadie se atreve a defender ante los votantes. Una vez más, cuáles son las palabras y cuáles son los hechos.

Una afirmación notoria por parte de Fox nos lleva a consideraciones similares: ofrece que no va a privatizar a Pemex. Pero es público que hace meses dijo lo contrario en Nueva York y luego en México. Y también lo es que, interrogado al respecto en una reunión con empresarios, ya con la campaña avanzada, dijo que si en ese momento decía lo que ellos querían que dijera, no ganaría las elecciones. En el mejor de los casos, queda la sombra de la duda en cuanto a sus verdaderas intenciones, fuera de la muy obvia de alcanzar la Presidencia a como dé lugar. En este caso se hablaría de hechos futuros, pero no deja de verse que del dicho al hecho hay mucho trecho.

En cambio, cuando Cárdenas fue criticado por Fox con el cargo de no haber desarrollado la vida cultural, respondió citando hechos de su gobierno en el DF como las actividades artísticas gratuitas en el Zócalo. Eventos como éstos han contrastado con la visión aristocratizante de la cultura por parte de anteriores autoridades priístas.

Se suele hablar del ganador del debate, lo cual no deja de ser una simplificación. Pero es un hecho que cada debate influye en los cambios en las preferencias electorales. Los hechos tendrán, también aquí, la palabra, pero en este caso los hechos pueden verse influidos por lo que se crea que sucede al respecto, pues las posibilidades de triunfo de un candidato influyen en que mucha gente lo considere como opción real, o no. Si tomamos en cuenta las palabras y los hechos, en su relación, se desprendería que Cárdenas tenga un porcentaje creciente de preferencias electorales. En unos días iremos viendo cuál es la percepción de los votantes.