La Jornada domingo 28 de mayo de 2000

Néstor de Buen
Los apuros del PSOE

A CIERTA DISTANCIA DE LAS ULTIMAS elecciones que le dieron el triunfo al Partido Popular de José María Aznar, hay algo que parece evidente: el PSOE perdió frente a sus propios y antiguos votantes que prefirieron la abstención. En lugar de los aproximadamente 10 millones de votos conseguidos antes, no pasaron de 8 millones los que cumplieron el mandato de su conciencia política.

Esa derrota, que lo es de manera clara, ha conducido ahora a un intento de renovación que empezó con la renuncia de Joaquín Almunia a la Secretaría General y la apertura de un proceso electoral que, me parece, en un congreso del mes de julio conducirá a la elección de una nueva directiva.

Se ha presentado un cúmulo de aspirantes, alrededor de 14, lo que es una cifra sorprendente. Desde el PSOE conservador que representaría José Bono, al PSOE de izquierda que encabeza Alfonso Guerra, un hombre de notable inteligencia que vivió la conquista del partido a partir del grupo de Andalucía, a costa del exilio, precisamente en Suresnes, cerca de París, y que por mucho tiempo fue un personaje fundamental en el gobierno encabezado por Felipe González. Alguna imprudencia tonta, de esas que cuentan tanto en la política, inició su declive que se aceleró por las evidentes corrupciones de un hermano que aprovechaba la sede del gobierno en Sevilla para hacer gestiones de interés económico personalísimo.

Mi impresión es que a partir de la ausencia de Guerra, las cosas ya no le fueron tan bien a Felipe González.

Pero por lo visto, esta etapa inicial de presentación de candidaturas en las que la presencia femenina es importante ha desatado alguna guerra de personalidades en la que han abundado las calificaciones negativas. Eso que tan bien conocemos aquí. Felipe González ha salido a proclamar su rotunda inconformidad con la forma en que el proceso preelectoral se desarrolla. Y ha dicho que el PSOE atraviesa un problema de endogamia creciente, que es aquello de casarse entre sí los miembros de una familia, pero que traducido al lenguaje de la política significa que todos los candidatos miran hacia adentro para pelearse entre sí y se olvidan de dar respuestas adecuadas a los planteamientos del PP.

Esta endogamia se refleja en una falta absoluta de proposiciones concretas, a la vista de las necesidades más que evidentes de España, que no por atravesar por una etapa de bonanza económica ha dejado de tener problemas internos y algunos muy serios como los que ocasionan ETA y el ingreso constante de inmigrantes ilegales, sin olvidar que el tema del desempleo tampoco está resuelto del todo. Y Felipe ha dicho, en frases que nos conviene repensar: "Los candidatos sin respuestas para mí no son nada" y "las calificaciones no son nada, lo único que compromete son las respuestas a los problemas".

En otras palabras, que pelear candidaturas esforzándose por denostar a los contrarios es el peor camino para convencer. Se convierte en un dramático divertimento que solamente conduce a que los otros contrarios, los de fuera, puedan aprovechar el día de mañana las imputaciones que entre sí se hacen los miembros más destacados del partido. El PRI y el PRD tienen en ese terreno una buena experiencia.

Hoy en el PSOE se ponen de manifiesto varias corrientes. La social-cristiana la representaría José Bono, eficaz presidente de Castilla-La Mancha; los social-liberales de Nueva Vía, con José Luis Rodríguez Zapatero; Izquierda Socialista con Guerra, Juan Carlos Rodríguez Ibarra y José Acosta con la candidatura de Matilde Fernández, ex ministra de Asuntos Sociales y hoy concejal del ayuntamiento de Madrid y, entre otros, el grupo que encabeza el ex ministro de Justicia e Interior, de gran prestigio por cierto, Juan Alberto Belloch, bajo el nombre de Iniciativa para el Cambio.

A mí en lo personal me gustaría el regreso de José Borrell. Si hubiera seguido como candidato a la presidencia del gobierno creo que las cosas habrían sido diferentes. Pero un problema de sus antiguos colaboradores, por el rumbo de las corrupciones intolerables, lo llevó a dimitir. Ojalá reconsidere las cosas.

Y entre tanto, mirando hacia adentro, no de nuestros partidos sino del país en general, šqué bueno sería que los candidatos presidenciales siguieran la indicación de Felipe González! Nada de calificaciones, señores Fox y Labastida. "Lo único que compromete son las respuestas a los problemas".