Elena Urrutia
ƑPor qué las mujeres en puestos de poder?
RECIENTEMENTE SE FORMALIZO LO QUE la directora del ISSSTE, Socorro Díaz, había anunciado meses atrás: tuvo lugar la expedición del decreto que modifica la Ley del ISSSTE y establece: "las trabajadoras al servicio del Estado pueden afiliar a la institución a sus esposos o concubinos".
Algo que parece tan lógico y natural, ya que desde siempre los trabajadores del Estado pudieron afiliar a sus esposas o concubinas y recibir éstas los mismos servicios que ellos, finalmente se termina con un elemento más de discriminación y ahora ellas también podrán hacerlo extensivo a sus "hombres".
La propia Socorro Díaz señaló que 48 por ciento de la fuerza laboral del sector público está integrada por mujeres. Es cierto que las cifras son apabullantes, pero igualmente es cierto que una sensibilidad de mujer, en muchas ocasiones, puede ver lo que para sus colegas fue inadvertido durante tanto tiempo.
También apabullante resulta el hecho que señaló la secretaria de Relaciones Exteriores, Rosario Green, en el recientemente celebrado Día Internacional de la Mujer: en julio de 1998 el Presidente de la República nombró a ocho miembros de carrera del Servicio Exterior Mexicano como embajadores, de los cuales cuatro son mujeres, esto es, 50 por ciento. Por fortuna ha quedado atrás la época en que Pilar Zaldívar o Antonia Sánchez Gavito eran prácticamente las únicas embajadoras de carrera en todo el Servicio Exterior Mexicano.
El Programa Nacional de la Mujer, Alianza para la Igualdad 1995-2000 (Pronam), de observancia obligatoria para todas las entidades del gobierno federal, establece como una de sus cinco estrategias la necesidad de que la planeación se realice con enfoque de género.
Es así que la SRE, en su Programa de la Mujer dirigido por Aída González, ha puesto en práctica innumerables medidas para mejorar la condición de las mujeres de la SRE y del Servicio Exterior Mexicano. Medidas relacionadas con la educación y la capacitación, con la salud, con el trabajo y responsabilidades familiares, con los derechos de la mujer y su participación en la toma de decisiones, con el combate a la violencia, con la información estadística -un desglose por sexo.
Quisiera sólo destacar dos medidas que se refieren al servicio exterior: una es dar los pasos conducentes que permitan a los cónyuges de los miembros del servicio exterior comisionados en el extranjero, poder desarrollar actividades económicas remuneradas en los países de adscripción.
No es difícil imaginar el gran número de mujeres para quienes resultaba incompatible su desarrollo en el servicio exterior con una vida familiar y de pareja, ya que ésta difícilmente podía desplazarse al extranjero renunciando a un trabajo remunerado. Tampoco es difícil pensar en el gran número de mujeres esposas de diplomáticos que tuvieron que renunciar a sus trabajos personales para acompañar a sus parejas en sus desplazamientos al exterior y, por si fuera poco, desempeñando un trabajo protocolar y de relaciones sociales no remunerado. Aunque con menos frecuencia, las situaciones descritas pueden ponerse en términos del sexo contrario con cuadros similares.
La segunda medida consiste en apoyar el desarrollo de la carrera de las parejas en que ambos son miembros del Servicio Exterior Mexicano, procurando adscripciones afines para los dos cónyuges, esto es, enviar a uno y a otra a plazas en las que sea posible trabajar en la misma ciudad, por ejemplo en la embajada y en consulado o en una oficina internacional, o bien en dos ciudades cercanas que permitan que uno(a) de los(as) integrantes de la pareja pueda desplazarse fácilmente a su lugar de trabajo en la ciudad cercana.
Cuando las mujeres insistimos en la necesidad de establecer cuotas en caso necesario, cuando propugnamos por un número creciente de mujeres en puestos de decisión, cuando demandamos más mujeres en posiciones de elección, pensamos no solamente en el acto de justicia que esto significa hacia más de la mitad de la ciudadanía femenina; también en que es más fácil -aunque desafortunadamente no es regla- que una mujer en posición de poder pueda ver a sus congéneres e incidir en cambios a su favor.