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México, D.F. sábado 27 de mayo de 2000
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Editorial

PERU: OBSTINACION IRRESPONSABLE

SOL El presidente Alberto Fujimori es un hombre violento. Cuando se decide por algo no hay consideración alguna que lo detenga, como ya se vio en el caso de la toma de la embajada japonesa en Lima, donde puso en peligro la vida de los rehenes, entre los cuales se encontraba el mismo hermano del mandatario peruano, y asesinó fría e innecesariamente a todos los terroristas que, desarmados, jugaban al futbol.

Ahora, contra viento y marea, ha resuelto efectuar la segunda vuelta de las elecciones el domingo próximo. Las advertencias de diversos organismos internacionales lo tienen sin cuidado. La Organización de Estados Americanos (OEA), por ejemplo, señaló que no existen condiciones para unas elecciones limpias y, por lo tanto, decidió retirar a sus observadores electorales. En el mismo tenor se han manifestado el gobierno de Washington y el Consejo de la Unión Europea.

Fujimori quiere su tercera relección, que logrará, pues el Cholo Toledo, candidato de la oposición, decidió no participar en la contienda. Además, las sanciones de 33 dólares a quien no vote podrían ayudar a reducir las abstenciones. Pero corre el riesgo de obtener una victoria a lo Pirro y, por ende, ser nuevamente un paria internacional, como lo fue después del autogolpe, cuando disolvió el Congreso que le era hostil.

Ahora tendría que gobernar, mediante el terror y con el apoyo de un sector de las fuerzas armadas, dirigido por su fiel aliado y brazo derecho Vladimiro Montesinos, un país agitado por la resistencia civil, las manifestaciones y huelgas violentas y la amenaza de golpes de Estado. Las atroces torturas al periodista Fabián Salazar Olivares (le comenzaron a cortar una muñeca con una sierra eléctrica por proporcionar datos a la OEA acerca de las elecciones) reflejan lo que podría pasar en el caso de una dictadura ųdeclarada o noų del hombre que, sospechosamente, se niega a postergar 18 días las elecciones para reducir las posibilidades de fraude y, de este modo, reafirma implícitamente que su posible relección forzada no será legítima, aunque sea legal.

Fujimori prevé que Washington, que encuentra en él un fiel seguidor de la política neoliberal, protestará y presionará, porque para asegurar dicha línea no puede darse el lujo de fraudes ni de dictaduras, terminará por ceder ante el hecho consumado. El resto ųla represión al pueblo peruanoų se lo dejará a sus militares. Pero esta vez no deberá hacer las cuentas sólo con los criminales desprestigiados y aislados de Sendero Luminoso sino con una vasta oposición liberal y centrista apoyada por Washington y la UE, oposición que moviliza a prácticamente la mitad más activa y organizada del país. Por lo tanto, puede, cuando abra las urnas amañadas, destapar en realidad la caja de Pandora y soltar por el Perú y por toda la zona andina los demonios de la inestabilidad más extrema.


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