JUEVES 25 DE MAYO DE 2000
ƑAlguien gana con esto?
* Adolfo Sánchez Rebolledo *
La polarización creada por una intensa, larga y costosa campaña mediática rinde sus primeros frutos negativos: el segundo debate está en riesgo, porque los candidatos no pueden ponerse de acuerdo para realizarlo. Ese es el primer saldo lamentable del último forcejeo tripartidista. A la hora decisiva marcada por su propio cronómetro electoral, Fox puso en marcha el mecanismo para reventar el encuentro y casi lo consiguió, a un costo político que puede resultarle demasiado caro a la hora de la votación. Pero se vislumbran consecuencias aún más lamentables que posponer o suspender el debate.
Muy poco fue necesario para mostrar las miserias del arreglo tripartidista al que se quiere someter a la ciudadanía aprovechando lagunas legales y arrogancias sin límite. Cárdenas y Labastida se impusieron a Fox, pero la posibilidad de cerrar las campañas en un clima mejor para el país definitivamente se aleja. Y eso sí es serio. Si nos atenemos a las maneras conocidas de los jefes partidistas, el panorama es muy preocupante pues nadie está haciendo un esfuerzo real por llegar al 2 de julio en un ambiente de respeto democrático que garantice la gobernabilidad. Por el contrario, abundan los signos de que la guerra sucia apenas comienza. Las acusaciones, y hasta las infamias, se repiten sin control; los golpes bajos son frecuentes; se repiten denuncias sin fundamento y todo parece encaminarse a una confrontación que puede tener consecuencias muy graves si las fuerzas políticas no son capaces de rectificar a tiempo. ƑCómo se logrará, en estas condiciones de crispación, el entendimiento que será preciso para reconocer a un vencedor el 2 de julio?
Fox pretende convertir en un enemigo jurado a todo aquel que disienta de su estrategia "para sacar al PRI de Los Pinos" y se vale de cualquier medio para lograrlo. Recibe con los brazos abiertos a la cargada oportunista de otros partidos que se precipita deslumbrada por la sensación de fuerza, pero mide con una vara distinta otras discrepancias significativas. Conforme a la tradicional cultura de la intolerancia que marca a nuestra clase política, que se dice demócrata, la coincidencia objetiva y circunstancial entre Labastida y Cárdenas en el asunto del debate se convierte, en opinión del foxismo, en una "alianza" entre el PRD y el priísmo. El candidato de la Alianza por el Cambio pasa en un suspiro de pedir la declinación de Cárdenas para forzar la alternancia a revivir el viejo argumento superficial que caracteriza al cardenismo como un "neopriísmo".
Conmigo o contra mí, es la máxima de nuestros líderes "democráticos" sujetos a la lógica de unas elecciones donde los intereses generales están ausentes o deslavados a favor del más chato de los inmediatismos.
Como no se reconoce la legitimidad de las diferencias en el seno de la oposición éstas se conciben generalmente como el fruto de una traición. Pero el pez por la boca muere. La realidad es terca y se niega a verse reducida al esquema bipolar que reduce las opciones a elegir entre Labastida y Fox, o a sacralizar al cardenismo como la única opción de izquierda, según vociferan algunos nuevos Torquemadas.
La crisis de este debate es una expresión de la imposibilidad de imponer al pluralismo una camisa de fuerza bi o tripartista con el riesgo complementario de extender la polarización al resto de la sociedad, que es lanzada a la pendiente sin retorno del enfrentamiento. ƑQué se pretendía sino exasperar el ambiente al manipular la información sobre las televisoras? ƑAlguien cree que dividiendo a la sociedad conseguirá la mayoría que es indispensable para dar legitimidad a la democracia? ƑCómo podrá gobernar quien desprecia a las minorías políticas y las excluye?
La propaganda electoral que nos atosiga desde hace meses no apuesta al cambio democrático sino a crear un clima irrespirable de confrontación que aniquila cualquier reflexión racional e impide el diálogo indispensable entre adversarios democráticos. Es difícil creer que alguien crea que puede ganar en ese ambiente de intolerancia e irracionalidad.
No sabemos si habrá un nuevo debate, pero es seguro que si no hay un esfuerzo de conciliación sin exclusiones como las que hubo al preparar este fallido encuentro, el país entrará en una fase de incertidumbre que nada tiene que ver con el juego democrático.
Ya es hora de comenzar a pensar seriamente en el día siguiente de las elecciones. *