La Jornada lunes 22 de mayo de 2000

Gabriela Rodríguez
Los diez mandamientos de Fox

Apropósito del día del maestro, o más bien de la maestra (cerca de 90 por ciento son mujeres), algunos de los diez compromisos que asumió el candidato presidencial de la Alianza por el Cambio, en respuesta a las demandas de la jerarquía eclesiástica católica, representan una de las más serias amenazas al Estado laico, así como a la libertad de los ciudadanos y a la felicidad de niñas y niños.

Hay una coincidencia casi perfecta entre los criterios que, según el Episcopado Mexicano, debe cubrir el candidato ideal de un católico (Reforma, 4 de mayo/2000), el contenido de la Carta Pastoral divulgada el mes pasado y los compromisos que Vicente Fox ofrece recientemente en carta pública (Reforma, 7 de mayo/2000). Inevitable relacionarla con aquel agradecimiento del primero de junio de 1933, en que después de publicar la carta pastoral de la Conferencia Episcopal de Fulda (Alemania), monseñor Steinmann y otros obispos saludaron con un šheil Hitler! a su líder y le agradecieron su apoyo al cristianismo en el nuevo Estado y su lucha para que "en adelante la inmoralidad no amenazara ni destruyera el alma del pueblo germano".

Ese tipo de compromisos no son nuevas estrategias de la derecha mundial; la de hoy es una "santa" aunque decadente alianza para buscar votos al blanquiazul de parte de esa mayoría que se declara católica en los censos, y es también un intento por recuperar el dominio de las conciencias a través de la escuela y los medios masivos, después de dos históricas derrotas que la Iglesia de Roma ha sufrido en el país: la Reforma liberal y la Revolución Mexicana.

Cuatro aspectos particularmente engañosos se confunden entre tantos compromisos: 1) Promover el respeto a la vida. 2) Respetar que los padres decidan la educación de sus hijos. 3) Atender el reclamo de libertad de creencias. Y 4) Abrir acceso a los medios masivos.

Nada más confuso que el llamado "respeto a la vida desde el momento de la concepción", estrategia útil por el miedo que genera y que la nueva derecha ha promovido a partir del presente siglo para usurpar la libertad y felicidad de todas y todos en nombre de Dios. La compasión cristiana a los fetos no animados, no es más que un gran desprecio a la vida, como dijera Friedrich Nietzsche en su momento, es la hostilidad hacia la "buena vida", aquélla que eleva la voluntad de poder, la superación de las resistencias y la felicidad del hombre, "...el juicio de valor de los teólogos está puesto cabeza abajo, los conceptos de verdadero y de falso están necesariamente invertidos: lo más dañino para la vida es llamado aquí verdadero, lo que la alza, intensifica, afirma, justifica, y hace triunfar, es llamado falso". Tal vez por eso fue tan impopular en Europa y en otros países industrializados, donde se ha venido despenalizando el aborto desde 1950. Nacer como resultado de un embarazo deseado por una madre, planeado por una pareja o esperado por algún tipo de familia, es el comienzo de una vida feliz y productiva, la continuación de una "buena vida", el ejercicio del derecho a ser deseado y a lograr los propios deseos.

En cuanto al respeto a que los padres decidan la educación de sus hijos, frase que suena muy bien antes de la reflexión, esconde, como todos sabemos, la ruptura de la educación laica. Todo un plan educativo coincidente con la Carta Pastoral del 25 de marzo, en la cual la oposición al laicismo educativo se argumenta como una barrera que impide el enriquecimiento cultural de la fe cristiana. Tal como el guanajuatense se comprometió en reunión privada con la curia católica (La Jornada, 13 abril/2000), él también está en contra de que el Estado ignore la realidad del hecho religioso en el actual sistema educativo y está buscando que las asociaciones de padres de familia impongan la doctrina social de la Iglesia católica en las escuelas públicas, como si los derechos humanos y el derecho a la libertad de creencias de niñas y niños pudiese someterse a criterios de mayorías. Ese ejercicio ya ha tenido implicaciones desastrosas en gobiernos panistas, como fue la producción de textos de capacitación para maestros, publicados durante su administración en Guanajuato, en que los instruían para dominar "el arte de castigar".

Pero sobre la libertad de creencias como reclamo y los peligros de abrir los medios masivos a la Iglesia, hablaré en el próximo artículo.