Iván Restrepo
Injusticia ambiental y social en la Tarahumara
Una de las más importantes riquezas naturales que distingue a México en el mundo es la Sierra Madre Occidental, en cuya cresta principal se erige la Sierra Tarahumara, en el estado de Chihuahua. Dicha sierra recibe su nombre del más numeroso pueblo indígena que la habita: los tarahumaras o rarámuris, aunque ahí también viven pequeños grupos de tepehuanes, pimas y goarojíos.
Estos grupos indígenas suman cerca de 80 mil personas, mientras los mestizos más de 200 mil, y se ubican en los 19 municipios de la región.
La tierra, y lo que hay en ella, es para los pueblos indígenas fuente de vida y por eso les afecta ostensiblemente el manejo y uso de los recursos naturales existentes en 53 mil kilómetros cuadrados de sierra.
Se trata de una riqueza natural incalculable: posee desde bosques de pinos, encinos y tropicales, hasta pastizales; cuenta con 7 mil especies de plantas --la cuarta parte de todas las de México--; hay más de 4 mil especies de flora. Y de fauna silvestre, se sabe de más de 220 especies de vertebrados, 74 mamíferos, 64 reptiles, 46 aves, 18 peces y 17 anfibios.
Además, en la Tarahumara se originan cinco grandes cuencas hidrográficas que bañan varios estados de la costa Pacífico y el Golfo: la de los ríos Yaqui y Mayo, el Fuerte, el Sinaloa y el Conchos. Gracias a ellas es posible lo mismo la existencia de asentamientos humanos de diverso tamaño que el riego de enormes extensiones agrícolas.
Aunque Chihuahua es el estado con más hectá-reas de bosques del país --7 millones aproximadamente, con una actividad forestal notable--, esa riqueza es mal utilizada y sus principales dueños, los indígenas, tienen niveles de vida que avergüenzan. Dedicados a la agricultura y la ganadería de temporal, el bosque, en cambio, es explotado por las empresas madereras y los taladores clandestinos que han hecho enormes fortunas y han creando serios problemas sociales y de violencia.
Precisamente tres investigadores: María Teresa Guerrero, de la Comisión de Solidaridad y Defensa de los Derechos Humanos de Chihuahua, Cirus Reed, y Brandon Vegter, del Centro de Estudios Políticos de Texas, con sede en Austin, hicieron un amplio estudio sobre los recursos naturales en la Tarahumara. Luego de vivir en la región, consultar expedientes agrarios y ambientales, y seguir los pasos de la política oficial relacionada con el bosque y los indígenas, hicieron un urgente llamado para detener la destrucción que desde hace años se da.
Advierten que la Tarahumara es una región cultural única en el mundo y no un simple banco de materiales para los megaproyectos forestales, turísticos, mineros o para el narcotráfico, puesto que ahí se genera agua, oxígeno, biodiversidad y biomasa. Es, en resumen, área estratégica para la sobrevivencia humana en el norte de México y el sur de Texas.
Sin embargo, en los últimos años aserraderos privados aceleraron la explotación irracional del bosque y la tala ilegal en tierras ejidales, todo ello con la complicidad de autoridades agrarias y del ambiente.
Tanto el ambiente como los indígenas de la Tarahumara, que reciben migajas de los dueños de los aserraderos, están perdiendo: los cambios desfavorables en el clima, la producción de agua, la humedad y otros elementos se dejan sentir cada vez más. Igual puede decirse de los proyectos "ecoturísticos", que en realidad tendrán a los indígenas de atracción para los visitantes, mientras se atenta contra recursos como el agua, que escasea hoy más que nunca y les es vital para llevar a cabo sus actividades agrícolas.
Luego de leer este documentado y realista informe, queda claro que son tres las líneas de acción urgentes que deben echarse a caminar para evitar lo peor en la Tarahumara: justicia ambiental y social, honradez de los funcionarios y proyectos productivos sustentables. Hoy se carece de todo lo anterior, mientras el gobierno insiste en resolver los problemas con declaraciones. Así, al igual que en otras partes de México, no solamente pierden los indígenas y la naturaleza: todos perdemos y la nación se hace más pobre.