LUNES 22 DE MAYO DE 2000
Ť Control del PRI en zonas de alta marginación
Gobiernan AN y perredistas a cerca de 50% de la población
Ť Dificultad de ambos partidos para refrendar victorias
Alonso Urrutia, con información de corresponsales Ť Hasta hace poco más de una década, los municipios eran los únicos espacios de poder a los que podía acceder limitadamente la oposición. A partir de 1988, la población gobernada por AN y PRD pasó de representar de sólo 3 por ciento, a alrededor de 50 por ciento en la actualidad, incluyendo triunfos estratégicos en grandes ciudades, que han sido plataformas para posteriores victorias estatales.
Aunque en conjunto gobiernan 563 de los 2 mil 427 municipios en el país -23 por ciento del total-, las victorias de AN y PRD se han registrado en las principales ciudades y aquellas que por su densidad demográfica concentran mayor número de votos.
Los triunfos de oposición se han dado donde existen mayores niveles de educación; en tanto que PRI mantiene su control en los ayuntamientos con mayor marginación.
La cifra es utilizada por PAN y PRD como argumento de su avance electoral, pero soslaya su comportamiento a la hora de refrendar los triunfos en los comicios siguientes. El PAN pierde 66 por ciento de los ayuntamientos que gana por primera vez; el Partido de la Revolución Democrática es derrotado en 59 por ciento de los casos, según el investigador del CIDE, Alain de Remes.
Su análisis arroja que AN retuvo 144 municipios en la segunda elección que se presentó; 29 ocasiones cuando contendió por tercera vez, y sólo en cinco ayuntamientos ha repetido por doce años.
El PRD ha logrado una mayor eficacia, pues ha repetido en 132 ocasiones, a pesar que gobernaba menos municipios que Acción Nacional; logró ganar 29 veces por tercera ocasión; 12 ayuntamientos los ha gobernado en un cuarto periodo, y uno hasta en seis administraciones: Alcozauca, Guerrero.
Las razones de las derrotas opositoras son diversas: los efectos de la confrontación con los gobiernos estatales del PRI -que han llegado a demandas de inconstitucionalidad por intromisión en sus funciones-; un magro presupuesto que impide "satisfacer la expectativa del cambio", o las fricciones con un priísmo que, advierten analistas, conjuga intereses económicos y políticos que se tornan, a menudo, en grupos de presión.
Pero también hay causas internas como la inexperiencia; la desvinculación con la sociedad; falta de identificación social del partido con los gobiernos, que impide concretar la oferta política", señala Carlos Rodríguez, del Centro de Servicios Municipales Heriberto Jara (Cesem).
Por lo que hace a su forma de gobernar, el PAN transita entre una mayor eficiencia administrativa, una deficiente política social y los mayores escándalos por sus posturas sobre moralidad.
El perredismo enfrenta los conflictos entre un proyecto de mayor participación social y una irresuelta contradicción entre gobierno y partido, que en algunos casos lo ha llevado a la confrontación, señala el Cesem.
Las cifras
La irrupción opositora en los gobiernos municipales arranca en 1989. Anteriormente, la proporción de triunfos priístas en las alcaldías superaba 90 por ciento, aun en los tiempos de agitación política y de las movilizaciones panistas de mediados de los ochenta, como el caso de Chihuahua, señala De Remes.
Una segunda fase corresponde a la etapa del salinismo, periodo en el que el PRI gana 70 por ciento de las elecciones municipales, pero en el cual comienza a perder las principales ciudades y capitales.
Es la crisis económica el detonante del retroceso priísta y marca un desplome abrupto que lo lleva, incluso entre 1996 y 1998, a derrotas en las grandes zonas urbanas, con particular énfasis en 1997 -año de la derrota en la Cámara de Diputados y la pérdida de tres gubernaturas-, cuando todas las ciudades con más de 500 mil habitantes fueron ganadas por el PAN, a excepción del Distrito Federal, donde se impuso el Partido de la Revolución Democrática, dice el analista.
Los triunfos de la oposición incluyen municipios estratégicos, pues a pesar de que el PRI gobierna cerca de 60 por ciento de los ayuntamientos del país, muchos son rurales o poco urbanizados. Las estadísticas oficiales revelan la magnitud del cambio:
PAN y PRD administran 16 de 31 capitales estatales; de los 40 municipios mas poblados y más densamente poblados del país, la oposición mantiene 29, entre ellos Guadalajara, Nezahualcóyotl, Monterrey y Jalapa, entre otros.
Por otro lado, de los 25 ayuntamientos con los mejores niveles de bienestar social, PAN y PRD encabezan 19, que incluyen a Garza García, Nuevo León; Coacalco, en el estado de México, o Cananea en Sonora.
De Remes desprende de estas cifras que a mayor urbanización y nivel educativo, la penetración del PRI es menor. De ahí las razones de la mayor presencia priísta en municipios rurales y poco urbanizados.
Los avatares de ser gobierno
Bajo estrategias distintas de gobierno y orientaciones ideológicas opuestas, PAN -287 municipios- y PRD -273 ayuntamientos- coinciden en que la lucha de los municipios va mucho más allá de la jornada electoral, a pesar de los avances en la última década.
Ya sea en Guerrero, con Rubén Figueroa Alcocer; en Puebla, con Manuel Bartlett; Yucatán, con Víctor Cervera, o Michoacán, con Víctor Tinoco, la constante de los gobiernos municipales es una confrontación casi ininterrumpida con los ejecutivos estatales.
"Muchos gobiernos estatales no han asumido el avance de la pluralidad", lamenta Ana Rosa Payán, secretaria de Acción Gubernamental del Comité Ejecutivo Nacional del PAN.
A su vez, el secretario de Asuntos Municipales del Comité Ejecutivo Nacional del Partido de la Revolución Democrática, Pedro Zenteno, recuerda el conflicto entre los alcaldes perredistas de Michoacán y el gobernador Tinoco, quien creó unidades administrativas intermedias entre ambas partes.
Estas unidades absorbieron recursos e hicieron obras como estrategia de recuperación electoral priísta.
Fue una confrontación que llegó a la Suprema Corte de Justicia ante la demanda perredista de inconstitucionalidad.
El fallo del Poder Judicial resultó en favor del PRD, el cual consideró que el gobernador había actuado fuera de la Constitución; pero cuando se resolvió, el Partido de la Revolución Democrática había perdido las elecciones en 26 de los 57 municipios que gobernaba.
Una estrategia similar se repitió en Puebla, con las alcaldías panistas, y la ley Bartlett con otros alcances en la distribución presupuestal.
El fallo de la Corte fue en favor del Partido Acción Nacional, pero para entonces ya habían perdido los comicios en la capital del estado.
Y es que un factor clave de control político de la Federación, o los estados, a los municipios, es el suministro de los escasos recursos. Zenteno señala:
"Con esos recursos es difícil satisfacer la expectativa que genera el cambio de gobierno".
Rodríguez señala que los municipios están prácticamente atados y con escaso margen de maniobra para plasmar un cambio. Sólo 4 por ciento de todo el gasto se canaliza a los gobiernos municipales.
Lo más importante de los gobiernos de oposición -dice- es la transparencia en el ejercicio de recursos y la eficiencia administrativa, que se traducen en una ampliación del presupuesto destinado a obra pública.
Bajo gobiernos priístas oscila entre 5 y 15 por ciento del gasto, y con gestiones de oposición llega a ubicarse por arriba de 25 por ciento.
Ante el avance opositor el problema se generaliza cada vez más. La existencia de lo que se ha dado en llamar gobiernos yuxtapuestos -municipios gobernados por partidos opositores al Ejecutivo estatal-, se ha incrementado, "porque las medidas de centralización y control del sistema político no han sido tan completas para eliminar todas las fuentes de disentimiento", dice De Remes.
AN: entre eficiencia administrativa y las críticas por su doble moral
Coincidentes en la demanda de reformas fiscales que fortalezcan financieramente a los municipios y en la lucha contra la corrupción, hay diferencias entre los partidos Acción Nacional y de la Revolución Democrática.
Si algo identifica al panismo -dice Rodríguez- es la lógica del "orden y progreso". Una administración eficiente y honesta que parte, eso sí, del consabido incremento de los salarios a sus funcionarios para equipararlos, hasta donde sea posible, con los de la iniciativa privada, aunque en contrapartida "habría que destacar la honestidad como divisa".
AN tiene su punto débil en la política social y una escasa vinculación con las organizaciones civiles.
En su lógica de mercado, centran la acción social en el otorgamiento de microcréditos, como en Guanajuato, para poner negocios que no atacan de fondo los problemas sociales.
Esta visión, dice el analista del Cesem, se asocia con una estrategia de vínculo con la población de manera individual. "Sus famosos días del ciudadano, donde atienden en las plazas públicas los problemas de cada ciudadano, rigurosamente de manera individual, lo que los aleja de ver los conflictos sociales en su conjunto".
La doble moral panista incluye una larga lista. El último affaire: la alcaldía de Monterrey proscribió el table dance en la ciudad, mientras un diputado local del Partido Acción Nacional solicitaba permiso para enfrentar penalmente cargos por violación.
No menos polémicas han sido algunas de sus posturas frente al problema de la inseguridad, cuya máxima expresión fue la propuesta del ayuntamiento de Guadalajara de instaurar un virtual estado de sitio para combatir la delincuencia.
PRD: participación social y conflictos internos
Las políticas perredistas son caracterizadas por la participación social, reconoce el Cesem, aunque han tenido mayor éxito en municipios pequeños y medianos, donde se consolidó la incorporación social en la definición de proyectos y supervisión de obras.
A pesar de los márgenes presupuestarios, apunta Zenteno, se ha logrado ampliar la obra pública con la participación social.
"El problema es romper con las administraciones priístas caracterizadas por mucha corrupción y el subordinamiento a los gobiernos federal y estatales", sostiene.
Sin embargo, la mayor eficiencia no llega a percibirlo del todo la población, porque hay que enfrentar rezagos de décadas en la satisfacción de las demandas sociales que hacen difícil la gestión municipal.
El acento en la participación social no ha subsanado el principal conflicto de las administraciones del Partido de la Revolución Democrática: resolver la relación entre partido, gobierno y sociedad.
Un análisis de la Secretaría de Asuntos Municipales, que se publicará próximamente en la revista Artículo 115 del Cesem, reconoce que no se ha consolidado un modo perredista de gobernar que otorgue identidad:
"Las relaciones partido-gobierno se desarrollan frecuentemente con tensiones y conflictos, que incluso han llegado al extremo de provocar enfrentamientos públicos entre gobiernos locales perredistas y la directiva del partido; con un sistema de más de 65 años, ha resultado difícil sacudirse una cultura autoritaria y de régimen de partido de Estado, donde los intereses de los ciudadanos, que debería representar el gobierno local, han sido subordinados a los del partido y sus fracciones".
Prototipo de la confrontación gobierno-partido fue el caso de Nezahualcóyotl, donde el edil Valentín González tuvo serios conflictos con la directiva partidista, disputa pública que obligó a la intervención del Comité Ejecutivo Nacional del Partido de la Revolución Democrática para distender la situación.
"Hemos corregido estas desviaciones al profesionalizar las administraciones, que redunden en un mejor gobierno que permita mantener al partido en el gobierno y su proyecto social", dice Zenteno.
Alcozauca, 21 años de gestion opositora