Ana María Aragonés
El diálogo, viciado de origen
No han terminado las conversaciones que se están llevando a cabo entre los representantes de rectoría y el CGH, pero no hay que ser demasiado agudos para temer cómo van a finalizar: sin acuerdos. Esto es así porque las condiciones bajo las que se decide volver al diálogo se montan en un espacio de conflictos no resueltos que son producto de la forma violenta en la que se termina la huelga. Por un lado la entrada de la Policía Federal Preventiva en la UNAM con el encarcelamiento de los estudiantes y la permanencia de ocho de ellos en los reclusorios correspondientes. Un plebiscito que el rector insiste en presentar como avalado por la mayoría de universitarios cuando los propios datos lo niegan. Se nos mete en el mismo paquete a 20 mil que votamos por el no. Y es en este contexto donde las partes se confrontan en un diálogo que ha evidenciado, como en ninguna otra ocasión, que entre rectoría y el CGH existe un rechazo irreconciliable que hace casi imposible llegar a cualquier tipo de acuerdo. No se trata sólo de dos visiones de universidad, sino que la polarización se agudiza al estar enfrentándose reprimidos y represores.
Sin embargo, ha sido un paso muy importante pues finalmente se han podido escuchar los argumentos de ambas partes defendiendo sus posiciones. Y la difusión que se hace por Radio UNAM capta a un público mucho mayor que cualquier asamblea, foro o reunión académica. Los argumentos del CGH, si bien repetitivos y acompañados de recriminaciones y de desplantes muchas veces fuera de lugar, que lo único que logran es quitar un tiempo precioso que debería ser aprovechado sin tregua para seguir ofreciendo argumentos, han puesto en la mesa elementos que mueven, sin duda, a la reflexión. Llamaron la atención el asunto del ingreso y permanencia y sobre todos los planteamientos acerca del Ceneval. No en balde el CGH tiene un asesor de lujo, pues Hugo Aboites es uno de los más destacados y lúcidos especialistas en el tema y siempre dispuesto a defender las mejores causas universitarias. Por su lado la rectoría ha planteado sus propias reflexiones.
Pero Ƒqué pasará al concluir las pláticas? Las propuestas se mantendrán una al lado de la otra, pues el esquema de diálogo propuesto no da para otra cosa. Ninguna de las partes ha convencido un ápice a la otra. Buscar un desempate es inaceptable en cuestiones tan trascendentales. Nos llevaría a la figura de vencidos-vencedores con la consecuente polarización, pero además porque no puede jugarse así el futuro de la universidad, sería la tumba para la razón y la inteligencia. Creo que la clave está en el congreso, pero no en su versión actual, que debe ser revocada pues se encuentra avalada por un plebiscito que de ninguna manera responde al sentir de las mayorías. El CGH debe llegar a la discusión del punto y mantener una posición firme y absolutamente beligerante en lo que se refiere a su conformación y composición. Las minorías deben ser incluidas y se debe evitar que las autoridades se encuentren sobrerrepresentadas. Y, sobre todo, hay que luchar por que la composición de la comisión organizadora ofrezca la seguridad de que el proceso será democrático y equitativo. El diálogo se ha potenciado a pesar de los desencuentros ya que ha permitido que muchos de aquéllos que no estaban lo suficientemente empapados de los temas, ahora tomarán sus decisiones de manera mucho más clara y consciente. Esta sí es una base real para una profunda transformación y al final habrá ganado la universidad.
Pero una condición irrenunciable para que nos vayamos a trabajar al congreso universitario es que al término de este diálogo, todos los universitarios presos hayan salido libres y sin ninguna condición.