* VENTANAS

* Eduardo Galeano *

Galeano El Cielo y el Infierno

Los bisontes de Altamira siguen huyendo, la Gioconda sigue ofreciendo su sonrisa sobradora, no se han muerto los fusilados que Goya pintó ni se han marchitado los girasoles de Van Gogh. Cuando dan inmortalidad a lo que pintan, aunque sea no más que una terrestre y mortal inmortalidad, los artistas desafían la ley divina: Dios sospecha, con toda razón, que estos señores quieren hacerle la competencia, y eso a El no le gusta ni un poquito.

El Tola Invernizzi, que es del oficio, sabe que los pintores no van al Cielo. Pero tiene esperanzas. Fuentes bien informadas le contaron que allá en las alturas han cambiado, en estos últimos días, las leyes de inmigración, y que ahora están otorgando facilidades. Ya San Pedro no alza la mano para impedirte el paso.

ųUsted no ha sido tan bueno como dice.

En cambio, el portero de Dios te palmea la espalda:

ųUsted no ha sido tan malo como cree.

Dice el Tola que le dijeron que la nueva política celestial se explica porque el Paraíso se ha quedado casi vacío. Algunas almas, las más santas, ya no podían soportar las comodidades del aire acondicionado sabiendo que hay otras almas condenadas a achicharrarse en el fuego, y por solidaridad han renunciado al reino de la salvación y se han arrojado a los abismos. El eterno aburrimiento ha empujado a otras almas, no tan santas, a pedir el retiro, hartas como estaban de pasarse la eternidad escuchando siempre a los mismos angelitos tocando siempre el mismo concierto para arpa sola y siempre sobre la misma nube. Y otras almas, muchas, han sucumbido a la publicidad, que desde el infierno promete calor tropical, carne a los brasas, trago gratis, amor libre y otras perdiciones.