VIERNES 19 DE MAYO DE 2000

ƑPor qué no somos demócratas?

 

* Horacio Labastida *

Muchas son las paradojas que angustian la historia de México, especialmente hoy que estamos a un paso de la sucesión gubernamental, y la paradoja democrática es la que salta por igual en los medios políticos y civiles, porque siendo evidente que la mayor parte de la gente habla de transición democrática, ésta, la democracia como reflejo en las decisiones de autoridad de la voluntad de las mayorías, no ha existido en los casi 190 años de nuestra vida independiente. Y la paradoja es mayor si advertimos las inclinaciones de las generaciones mexicanas en sus momentos estelares. Desde el Decreto de Apatzingán (1814) hasta la Carta de 1917, se muestra una indudable vocación democrática opuesta al autoritarismo, claramente inclinada a la liberación de los regímenes opresivos que han excluido las condiciones de la convivencia democrática opuesta al autoritarismo, claramente inclinada a la liberación de los regímenes opresivos que han excluido las condiciones de la convivencia democrática. No es necesario citar muchos ejemplos para acreditar la verdad de nuestra vocación libertaria. El Decreto Constitucional de Apatzingán, con su Poder Ejecutivo plural y móvil, fue el modelo encontrado en Chilpancingo para evitar que subrepticiamente se reprodujera la omnipotencia de los virreyes coloniales; y este prístino propósito contradictatorial es el que va a repetirse a partir de 1824. Nótese bien, por favor. Cada uno de los instantes en que florece la más avanzada ideología en la conciencia del país, es respuesta democrática a potestades impositivas. Los reformadores de 1857 quisieron purgar el presidencialismo militarista inventado por el santanismo, comprendido el dogmatismo clerical de la época; por esto la Constitución de 1857 es glorioso ejemplo de cómo curar algunas heridas del ahora. Y lo mismo ocurrió en 1917. Los diputados que sancionaron la tan agraviada ley fundamental de aquel año, trataron de arrancar de raíz las causas de la tiranía treintañera de Porfirio Díaz; y en los meses que corren unánimemente se habla de encaminarnos a la democracia.

Si no hay duda alguna de que anhelamos ser demócratas sin lograrlo, vale la pena preguntarnos una y otra vez por qué hemos fracasado, pues el esclarecimiento del problema abre los caminos a una real solución. No es fácil ofrecer una contestación, en vista de que tal esfuerzo implica el manejo y evaluación de numerosas y complejas variables, pero con las reservas del caso la intentaremos en términos breves y sencillos. La victoria de la antidemocracia sobre la democracia dependió en nuestros siglos XIX y XX de una asociación entre el gobierno del Estado y los núcleos económicos de mayor peso en cada una de nuestras etapas históricas. El santanismo tuvo como origen el entendimiento de las fuerzas militares que representaron López de Santa Anna y sus asociados con los círculos del poder económico que propiciaban una presidencia favorable a sus intereses; la asociación del poder político-militar con el económico dinamitó el proyecto de San Pedro y San Pablo. Y ese mismo tipo de asociación en circunstancias distintas explica la imposibilidad de la democracia declarada en 1857. El porfiriato fue en sus diversas etapas un gobierno supeditado a las élites económicas locales y a las subsidiarias extranjeras. ƑQué sucedió luego de la Revolución? En el curso del siglo XX, el gobierno presidencialista y autoritario fue modelándose en mayor o menor grado, al beneficio de las clases acaudaladas locales y extranjeras.

La conclusión está a la vista. Si el gobierno del Estado sirve al poder económico, la democracia resulta excluida de la vida política. ƑHay en realidad perspectivas de que el 2 de julio connote un cambio de nuestra contrademocracia a la democracia? ƑUsted qué piensa? *