VIERNES 19 DE MAYO DE 2000
* La editorial Soumaya lanza una recopilación de las ilustraciones
Los prestigiados cromos de Cronos
* De esa forma recupera una añeja tradición iconográfica y nacional de los calendarios
Jaime Whaley * Aun cuando estamos ya por pisarle los talones al sexto mes, que marca la mitad del año, no está por demás echarle un vistazo a un peculiar almanaque que, a su vez, habla de otros calendarios ya deshojados, ya idos.
Trátase de aquellos que por décadas adornaron los muros de todo buen hogar clasemediero o que en acto de rubor se colgaban detrás de la puerta de algún cuarto. Y el calendario que se trata de describir es ųcomo se cita en la presentaciónų una retrospectiva sobre los oficios del calendario impreso y el arte de la pintura de almanaques, comprendida entre dos pastas duras, tamaño carta, engargolada, que tiene el título La leyenda de los cromos. El arte de los calendarios mexicanos del siglo XX, a cargo del investigador Alfonso Morales.
Esos polícromos ejemplares, ilustrados por un puñado de notables del pincel, que obsequiaban a sus clientes asiduos o distinguidos, lo mismo empresas tabacaleras que cerveceras, y que hoy, válgase la intromisión, pueden sólo conseguirse en el céntrico expendio de periódicos La Chiquita, justo en una esquina del Palacio de Minería.
Esos calendarios, se empezaron a producir allá a principios de los treinta en la imprenta Galas, pero modalidad de la que fue precursora la Enseñanza Objetiva, otra impresora, y que luego contó también con la participación de la Lito Offset Latina.
Los cromos de Cronos son prestigiadas y reconocidas obras de pintores tanto mexicanos como fuereños. Jaime Sadurní, quien plasmó su veracruzanidad en sus mujeres porteñas y luego se hizo artista exclusivo de la Casa Cuervo; Jesús de la Helguera, chihuahuense, quizas el más famoso de todos por su obra más reproducida: La leyenda de los volcanes; Josep Renau, quien llegó a México con la España peregrina, coloreó calendarios y luego colaboró con Siqueiros; el teutón Armando Drechsler, impulsor del art decó y quien terminó como retratista; el folclorista Luis Márquez y sus trajes regionales, que fueron tema de aquella inolvidable colección de los timbres de la campaña contra la tuberculosis; Jorge González Camarena, de Guadalajara, muralista también y luego publicista con los calendarios de la Huasteca Petroleum Co.; Luis Amendolla fue calendarista de los radiadores Hércules y el Pan Bimbo, manejó el tema cómico ųdigamos, si vale disgregarų que es el Norman Rockwell mexicano. Hoy, residente en Tepoztlán, se dedica a la acuarela.
No quedan fuera de la lista Alberto Vargas y sus pin ups; Eduardo Cataño y su tendencia nacionalista, de los años de la Segunda Guerra Mundial
Pintadas y fotografiadas de frente y de perfil, revisadas en todas sus facciones y volúmenes, sublimadas hasta el punto de la belleza imposible, mujeres de papel de duración anual, eran sumisas, modosas , seductoras y maliciosas representantes del eterno femenino. Excepción hecha de Aurora Gil y Manuela Ballester, las mujeres no tuvieron una participación destacada en la manufactura de los calendarios mexicanos.
El calendario puede adquirirse en las tiendas Sanborn's.