MIERCOLES 17 DE MAYO DE 2000
Ť 84.2% vive con uno o dos salarios mínimos: académicos
Indígenas analfabetas y marginados habitan una quinta parte de México
Ť Cifras presentadas en un taller internacional sobre la materia
Alma E. Muñoz Ť La quinta parte del territorio nacional se encuentra habitada por indígenas, en su mayoría analfabetas, que viven en condiciones de muy alta o alta marginación y carecen de una política institucional en materia de salud sexual y reproductiva.
Según investigadores, de los más de nueve millones de indios, por lo menos 82.4 por ciento recibe hasta dos salarios mínimos como ingreso, monto "insuficiente" para cubrir las necesidades de la canasta básica, mientras que las estimaciones académicas mencionan que una familia de cinco integrantes requiere de cinco salarios mínimos para su adquisición.
De acuerdo con los estudios presentados en el taller internacional Dinámica de la población indígena en México: problemáticas contemporáneas, en estas comunidades se vive una "muy elevada mortalidad, pues sus condiciones de salud son ocho veces más difíciles que las del resto de los mexicanos".
En la primera de tres jornadas de trabajo, antropólogos y académicos resaltaron la falta de asistencia institucional para estos grupos sociales. Según Juan Luis Sariego, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), en Chihuahua la población indígena "pervive aislada del resto de la nación y sometida, a través de relaciones de explotación colonial, a una minoría mestiza".
Con base en el censo de 1990, Rodolfo Corona, de El Colegio de la Frontera Norte, investigó hogares "potencialmente indígenas", donde se habla al menos una lengua autóctona, y obtuvo como resultado que en el país hay más de nueve millones de indios, estimación que rebasó la cifra oficial de 5.2 millones de personas que usan un dialecto. Remarcó además cómo en estos lugares, 34 por ciento de sus habitantes "declararon no tener ingresos".
Arnulfo Embriz Osorio y Laura Ruiz Mondragón, del Centro de Investigación y Estudios Superiores para Antropología Social (CIESAS), bajo su hipótesis central "todas las personas que habitan en una vivienda en la que el jefe de familia o su cónyuge habla lengua indígena, son consideradas indígenas", encontraron que por lo menos 10.5 por ciento de los mexicanos pertenece a ese sector.
Según su análisis, Oaxaca es la entidad con mayor porcentaje de población --19 por ciento-- que se comunica mediante dialecto, seguida de Chiapas, con 14 por ciento, y Veracruz, Yucatán y Puebla, con menos de ocho puntos porcentuales.
Según los investigadores, los indígenas viven en casi toda la República Mexicana y se ubican principalmente en 803 municipios, es decir, la tercera parte de los ayuntamientos del país.
No obstante, "viven en casi 44 mil localidades. De éstas, 17 mil 583 son indígenas y se ubican en mil 54 municipios, lo que significa que en 44 por ciento de las alcaldías de México hay cuando menos una comunidad india, y en éstas vive más de 71 por ciento de la población indígena. El 29 por ciento restante vive disperso en localidades donde predomina la población no inmersa en esta clasificación".
Además, "44 por ciento de las localidades indígenas están habitadas por menos de cien personas; 39 por ciento tiene de cien a 500; 15, de 500 a dos mil 500 y sólo dos por ciento tiene más de dos mil 500 habitantes, todos con un mundo totalmente rural".
Los números proporcionados por los académicos arrojan que poco más de la cuarta parte de los analfabetas mexicanos son indígenas. La mayoría carece de viviendas en condiciones adecuadas, lo cual es considerado por los investigadores como "fuente inestimable de desigualdad de oportunidades sociales, tanto para los jefes de familia como para sus hijos, pues la falta de servicios básicos, el alto nivel de hacinamiento y la carencia de higiene ponen en riesgo la salud y definen un clima educacional poco favorable".
Tan sólo en cuestión de energía, el rezago del servicio es "hasta 12 veces mayor que la de los no indios, aunque en general los indígenas tienen un rezago 3.5 veces superior al del resto de los mexicanos".
Para Embriz Osorio y Ruiz Mondragón, estos pobladores "aportan" a la agricultura "59.6 por ciento de su fuerza de trabajo", aunque varias ocupaciones distinguen a los indígenas del resto de la población: "60 por ciento de ellos son trabajadores agropecuarios; 11.6 artesanos, 6.8 comerciantes, 5.6 se dedica a la industria de la construcción y 5.4 por ciento a los servicios personales. El 13.1 por ciento restante se ocupa en otro tipo de actividades. De todo este grupo, 86 por ciento son hombres y 14, mujeres. De éstas, 25 por ciento son trabajadoras domésticas".
Debe sustituirse el concepto de desarrollo por el de bienestar
Juan Luis Sariego Rodríguez señaló por su parte: "empiezo por constatar que la política indigenista de las últimas tres décadas ha contribuido a desdibujar los perfiles e indicadores sociodemográficos que, al menos hasta los años setenta, servían para delimitar conceptualmente el universo identitario indígena en México.
"Este desdibujamiento es resultado de subsumir la problemática específicamente indígena dentro de programas de acción enfocados contra la marginalidad y la pobreza extrema".
Se manifestó entonces por sustituir el concepto de desarrollo por el de bienestar, pues "tan sólo los pueblos indios pueden decidir cómo conciben y planean ese bienestar a partir de su cosmovisión, conocimiento y sentido de equilibrio e identificación con la naturaleza, además de sus propios criterios éticos. Mientras, los organismos gubernamentales traducen esa visión en acciones específicas".
En la Casa Chata, en Tlalpan, también hablaron, entre otros, Daniel Hernández, de Sedeso-Progresa --quien mencionó que 30 por ciento de los 2.6 millones de hogares con atención de dicho programa son indígenas--, así como Alfonso Sandoval, del Fondo de las Naciones Unidas para la Población.
Este último hizo un recuento del vacío de referencias sobre indígenas en las acciones institucionales tanto en México como a nivel internacional, y mencionó que en su caso, se enfocan a fortalecer la información sobre salud sexual y reproductiva dentro de esos núcleos.