MIERCOLES 17 DE MAYO DE 2000
El trato, las cartas, los amigos, la obra destruida...
Rulfo en voz de Clara Aparicio
César Güemes Ť Clara Angelina Aparicio Reyes, esposa y compañera de Juan Rulfo, es ya un personaje de la literatura mexicana. Y también es una gentil dama que accede a esta plática motivada por Aire de las colinas, cartas a Clara (Plaza & Janés), que este mes presentará en España. Ante el hecho de ser al mismo tiempo protagonista en la vida real y en la vida literaria del maestro, aclara de inmediato:
-No me puedo considerar protagonista en su vida literaria, tan sólo me dedicó su libro de cuentos El llano en llamas. Cuando yo lo conocí su actividad literaria formaba parte de su vida cotidiana, lo que se refleja en las cartas. También le gustaba mucho la fotografía. En sus cartas él es el protagonista y yo soy la persona en quien pone su confianza para contar su vida y sus sentimientos.
-ƑSe sintió usted en algún momento llamada a escribir?
-No, yo tenía otras inquietudes; una de ellas es la pintura.
-Le pido que hagamos un ejercicio de imaginación y me diga: Ƒcómo recuerda a la joven Clara, a quien iban dirigidas las cartas de entonces?
-Yo era una niña, y luego una muchacha cuya vida se desarrollaba alrededor de su familia, iba a la escuela y convivía con las amistades del rumbo, pero principalmente con mis tres hermanas, y nos las ingeniábamos para hacer muchas cosas en la casa sin necesidad de salir a la calle, incluso hacíamos teatro allí mismo. En ocasiones mi madre insistía en que saliéramos a la calle para que nos vieran los muchachos; en cambio, mi padre era una persona muy estricta y no le gustaba que jugáramos en la calle, y se preocupaba por saber quiénes eran nuestras amistades. Esa era yo cuando Juan me conoció, aunque no yo a él. Yo lo conocí dos años después, cuando estudiaba en la academia y tenía amistad con muchachos de mi edad. Pero yo era una muchacha exigente a la que le gustaba que la trataran con respeto y Juan, con todas sus atenciones, su actitud respetuosa, su trato delicado tan diferente a todos, se convirtió en un ideal para mí. Me gustaba caminar junto a él escuchando su conversación.
-La historia nos ha demostrado que la prosa de
Juan Rulfo fue hecha, digamos, con tinta indeleble. ƑCómo ve al Rulfo que comenzaba a escribir?
-Cuando yo conocí a Juan, él ya había escrito una novela y la había destruido, titulada La vida no es muy seria en sus cosas, y sólo se conserva un fragmento de la misma. Yo sentía a una persona que buscaba soluciones a los proyectos que se había propuesto, como continuar escribiendo y consolidar una vida común conmigo.
-Son célebres las amistades que Rulfo mantuvo con Alatorre o Arreola. Le pido que me hable de los amigos comunes de ambos y su relación con ellos.
-Yo veo las cosas de otra manera: una persona muy importante para Juan fue Efrén Hernández, un gran escritor mexicano, quien lo alentó a escribir y publicar. Además, fue su gran amigo; cuando nos casamos fue la primera persona que me llevó a conocer. Juan me dijo: "Mira, Clara, te voy a presentar a un verdadero amigo". Otras personas importantes en su vida y a quienes apreció mucho fueron el ingeniero Raúl Sandoval Landázuri, con quien trabajó en la Comisión del Papaloapan; el fotógrafo y director de cine Antonio Reinoso; el editor Arnaldo Orfila; su traductora al alemán, Mariana Frenk, el doctor Efrén del Pozo; el escritor Edmundo Valadés y el doctor Alfonso Caso.
-Cuando Juan Rulfo terminaba un texto, Ƒle solicitaba su opinión al respecto?
-En las cartas Juan menciona con cierta frecuencia que acaba de escribir un cuento que se va a publicar o transmitir por radio; y me cuenta que está escribiendo, en 1947, la novela que será Pedro Páramo. Yo le hice varios comentarios en mis cartas, cuando él me lo pedía. Juan no necesitaba de la opinión de otros; escribía con mucha seguridad en lo que hacía.
Resta sólo una pregunta que la señora Clara es la única autorizada a responder:
-ƑA qué atribuiría que luego de dar a conocer El llano en llamas y Pedro Páramo, el maestro Rulfo no haya escrito más novelas o libros de cuento?
La respuesta, puntual pero amable, no se hace esperar: "Una escritora norteamericana, admiradora de la obra de mi marido, Susan Sontag, escribió que la meta de un escritor no era escribir y publicar continuamente, sino escribir un gran libro, un libro que perdurase, y que eso es lo que había hecho Juan Rulfo. Lo dice para Pedro Páramo, pero igual puede decirse para El llano en llamas, creo yo".
Clara Angelina Aparicio Reyes, Chachinita para don Juan y sus lectores de ahora en adelante.
En la imagen, Clara Aparicio fotografiada por Rulfo (1947).