MIERCOLES 17 DE MAYO DE 2000
Ť Juan Villoro habló de La fiesta del chivo, libro de Mario Vargas Llosa
A veces hay más verdad en las mentiras de la ficción
César Güemes Ť Luego de que la noche de este lunes en el Palacio de Bellas Artes, ejemplar en su maldad, Trujillo respiró en los pulmones de José Carlos Ruiz, mientras que uno de sus subalternos fue encarnado por Pedro Armendáriz, ambos se llevaran los aplausos en su lectura dramatizada de La fiesta del chivo. Cumplido el hecho teatral, Marcela Serrano y Juan Villoro hicieron un análisis de la nueva novela de Mario Vargas Llosa.
Dijo, por ejemplo, Marcela Serrano: ''Los dictadores nos aparecen como la quintaesencia de una larga era patriarcal. El dictador es el macho por excelencia en sus pretensiones de infalibilidad y en sus atributos de crueldad, arrogancia y arbitrariedad. Desenmascararlos como lo ha hecho Vargas Llosa, sin maniqueísmo, sino intentando penetrar su humanidad, es un aporte al necesario crecimiento de la diversidad".
Y Juan Villoro, en su turno, definió así el reciente logro narrativo del escritor: ''El artífice de Conversación en la catedral confirma su habilidad para captar con insólito realismo las confesiones que caen con la extrañeza de lo que no debería ser oído (...) Poco importa, como ha observado Tomás Eloy Martínez, que distorsione algún dato en su camino: el Trujillo que permanecerá en la memoria de los latinoamericanos es el hipnótico personaje de su novela y no el de las biografías. A veces hay más verdad en las mentiras de la ficción que en las verdades aparentes de la realidad".
Y luego vino una suerte de entrevista al alimón por parte de los escritores en la mesa, que llegó a su punto de fusión cuando Vargas Llosa tomó la variante de su postura política: ''Mi evolución no es hacia el conservadurismo, eso lo rechazo enérgicamente. Es una evolución política que se ha ido apartando de una visión que en la realidad se tradujo en formas de injusticia a veces peores que aquellas que quería corregir. Yo fui socialista cuando creía que el socialismo traía verdaderamente la libertad y la justicia social. Y fui dejando de serlo cuando descubrí que el socialismo real, el de la Unión Soviética, de China, de Cuba, no redimía a los pueblos de la opresión ni de la injusticia. Los redimía de ciertas injusticias y de ciertas formas de opresión que sustituía por otras."
Caudillismo, persistente modelo en AL
El público lector, que llenó la parte baja de la sala principal de Bellas Artes, esperaba el cierre de la idea antes de que las cosas tomaran un camino que se veía venir: ''Entonces, esa evolución, que fue la de muchos intelectuales de mi generación me llevó como a ellos a reivindicar por ejemplo la democracia. Cuando yo era joven los comunistas creían que estaba hecha de valores puramente formales, que sólo servían para justificar la explotación y el abuso. Y después el mundo poco a poco, entre ellos muchísimos comunistas de buena fe fueron descubriendo que no, que esos valores formales son fundamentales para defender los derechos humanos, para que exista libertad de expresión, para que un régimen no se osifique y se convierta como el de Trujillo o como el de Fidel Castro, en una dictadura".
Ahí apareció una pancarta que señalaba a la nueva fiesta del chivo como ''Foximori" y se escucharon tres esporádicos vivas a Cuba. El escritor se mantuvo en línea: ''Para mí el modelo de los regímenes caudillistas, de manipulación de una sociedad en su conjunto, que abdica absolutamente de ese albedrío como en el caso de Trujillo, por desgracia no ha terminado en América Latina. Su representante actual es Fidel Castro".
Cuando parecía que la doble afirmación iba a provocar distancia entre el público y el prosista, la sala se cubrió de aplausos. Vargas Llosa dio la puntilla: ''Los 42 años en el poder de Castro hacen de esa dictadura una de las más longevas de la historia de Latinoamérica. En pocas palabras defino mi posición política actual: no es la de un conservador, soy un liberal. Y entre un liberal y un conservador hay una distancia muy considerable que en países donde aún prevalece el maniqueísmo político no se entiende. Un conservador mira al pasado como modelo a imitar, un liberal cree que el pasado no tiene muchas cosas que imitar, que lo preciso es crear una sociedad distinta hacia el futuro, centrada en el respeto de todas las libertades resumidas en una: la libertad política, que hace la democracia, es decir de un régimen de legalidad, de participación, su marco y no su designio final. Esta es una posición que puede errar, que continuamente yerra, sin ninguna duda, pero es una posición abierta que permite constantemente estarla cotejando".