Alberto Aziz Nassif
Los partidos políticos: Ƒreprobados en educación?
La semana pasada se realizó el foro "La educación en las plataformas electorales" organizado por el Observatorio Ciudadano de la Educación, grupo que cada quincena presenta en La Jornada una página con el análisis de un tema educativo y por el Movimiento Ciudadano por la Democracia. En el acto se hizo un detallado examen de cada uno de los seis planteamientos que han hecho los partidos políticos para la contienda electoral del próximo 2 de julio. En el contexto de las campañas son raros los espacios para el análisis de los problemas nacionales, y el foro permitió un acercamiento profundo a un tema de gran interés para la sociedad; además, mostró las enormes debilidades que tienen los partidos políticos en México en materia educativa.
Como parte de la cerrada competencia electoral que experimentamos en el país en esta campaña, las propuestas y programas que presentan los partidos y candidatos tienen más interés que antes porque la incertidumbre y las posibilidades de la alternancia pueden abrir posibilidades de cambio en el proyecto educativo. Las plataformas electorales son documentos en los que aparecen propuestas y principios y que tienen un claro objetivo electoral, conseguir votos, se trata de discursos ambiguos. Después de analizar cada uno de los documentos, se hizo el ejercicio de una visión comparativa a cargo de Pablo Latapí. En ese trabajo aparecen con claridad los límites y alcances de esos textos. El método para acercarse a textos tan heterogéneos entre sí fue hacer un análisis sobre cinco aspectos: la visión del país y de la educación, la prioridad a la educación, la organización del sistema educativo, la equidad y cobertura y la calidad y pertinencia. Por cuestiones de espacio, vamos a retomar sólo algunas de las conclusiones y los problemas que no aparecen en los documentos partidistas.
Las plataformas no parten de un diagnóstico, por lo tanto muchas de sus propuestas están desarticuladas y sin una visión del país; hay un marcado voluntarismo y no se ve claro un proyecto de país; todos le atribuyen a la educación una carga demasiado alta (combate a la pobreza, integración, desarrollo) en la que no se deslindan las responsabilidades que le tocan a otras actividades, por ejemplo la parte que le corresponde a la política económica; no existe un planteamiento sobre la viabilidad, ni una estimación de los costos. Por otra parte, los vacíos que quedan pendientes son, de acuerdo con el análisis de Latapí, las dimensiones de la identidad cultural; los retos de la globalización; las fracturas entre los tres países que se han conformado en los últimos años; los tiempos sexenales y la continuidad nacional en una política de Estado; lo público y lo privado; y la participación de la sociedad, el cómo el estado centralista y la sociedad subordinada tienen que aprender sobre democracia y participación.
Después de escuchar el análisis se ve la enorme distancia entre el mundo de la educación y el de los partidos políticos; el hecho de que no haya diagnósticos muestra que no se conocen los problemas, no se sabe lo que se ha hecho, ni los programas que están en marcha. Además, se puede determinar un marcado acento electoral en los documentos, en los cuales se destacan las promesas, pero no se observa la viabilidad y los costos; casi todos los partidos hablan de incrementar el gasto educativo, que actualmente es de 5.1 por ciento, unos a 8 por ciento del PIB y otros a 6.5 por ciento; subir los grados de escolaridad obligatoria; aumentar las horas al programa; ampliar la cobertura.
La competencia política ha llevado a los partidos a adoptar la forma de partido 'profesional electoral'; se trata de un modelo en el que se arman agencias electorales sobre discursos pragmáticos y centristas, con liderazgos personalizados dentro de un esquema de medios masivos. Tal vez, en este sentido, se pueda ubicar el objetivo electoral de los planteamientos educativos que tienen las plataformas. Por otra parte, es necesario entender que un proyecto educativo tiene que incorporar a los actores del proceso y lograr amplios consensos. En la recta final de las campañas electorales los candidatos tendrían que hacer algunos compromisos con un proyecto educativo viable.
La voluntad de cambio de un proyecto educativo tiene que ver no sólo con los buenos deseos, sino con la posibilidad de modificar las fuerzas y alianzas que actualmente obstaculizan los cambios que el país necesita, para lo cual se necesita la alternancia en el poder, es decir, otros compromisos y alianzas, como una condición necesaria, aunque no suficiente, para transformar el espacio educativo.