La Jornada martes 16 de mayo de 2000

Carlos Marichal
El peligro de los monopolios bancarios

En las últimas semanas ha vuelto a asomar su cabeza un viejo y peligroso dragón que ha hecho estragos en el país desde hace décadas. Se trata del espectro de los monopolios que actualmente amenaza con cobrar una nueva vida en el sector bancario, quizás el más estratégico de la economía nacional.

Existe una disyuntiva clara tanto en la vida política como en la económica del México contemporáneo. Se trata de saber si los proyectos de transformación modernizadora apuntan a lograr una auténtica y abierta competencia o al reforzamiento de monopolios u oligopolios. En un país con una historia tan larga y dolorosa de monopolios políticos y oligopolios económicos, el único camino hacia la modernización pasa por el rompimiento con exclusivismos, privilegios y alianzas turbias entre los políticos más poderosos y los grupos de empresarios más acaudalados.

Dentro del proceso actual de restructuración del sistema bancario mexicano, el gobierno ha indicado que las metas principales consistían en reducir riesgos mediante el proceso de limpiar carteras vencidas y al mismo tiempo en modernizar mediante la introducción de nuevas tecnologías y el establecimiento de alianzas con bancos extranjeros que pudieran dinamizar al muy maltrecho sector bancario mexicano, que requiere urgentemente globalizarse. Sin embargo, la última propuesta que ha circulado que consiste en la propuesta de fusión entre los dos colosos, Banamex y Bancomer, no parece apuntar hacia la modernización sino a un regreso al pasado, pues ello implica necesariamente un reforzamiento de los vínculos entre el gobierno y el nuevo megabanco, o sea, se volvería a la vieja práctica de monopolios y acuerdos oscuros entre las élites política y económica.

Durante largo tiempo la banca mexicana ha estado altamente concentrada, pero la rivalidad entre las dos o tres mayores empresas del sector proporcionaba un mínimo de equilibrio competitivo. Ello no implicaba una competencia tan intensa como la que se da en otros países debido a acuerdos tradicionales entre banca y Estado para asegurar nichos de mercado. Sin embargo, hoy en día las cosas están cambiando. La razón estriba en la entrada de dos fuertes bancos españoles en el medio financiero mexicano (Banco Santander y Banco Bilbao Vizcaya) que al establecer alianzas con bancos locales prometen sacudir todo el sector y dinamizarlo de manera inédita.

Esta ofensiva española ha asustado a la empresa de Banamex y por ello ha propuesto crear un elefante bancario, fusionándose con Bancomer. El gobierno está revisando la propuesta pero no existe claridad con respecto al desenlace. El peligro es claro en varios frentes. El nuevo elefante bancario dominaría por completo el sector, convirtiéndose en un cuasi-monopolio. En segundo lugar, su peso sería tal que el gobierno tendría que negociar una alianza privilegiada con el elefante. En tercer lugar, la banca extranjera y regional tendría pocos incentivos a invertir más en un sector que estaría tan fuertemente dominado por una empresa, la cual limitaría las posibilidades de competición económica.

La historia reciente de la banca mexicana no ha sido especialmente brillante. Al contrario, ha sido causal de los mayores descalabros de la economía, contribuyendo a profundas crisis financieras que han dejado un pesado legado de deudas a pagar. Ello habla claramente de la necesidad de abrir, modernizar e internacionalizar la banca mexicana. Ello no se logrará creando un elefante bancario que aplaste a sus rivales. Esto es precisamente uno de los temas más comentados hoy en día en la prensa financiera internacional, como el Financial Times. La adopción de una estrategia de monopolios sería un gigantesco paso hacia atrás y un obstáculo a la modernización económica del país.