La Jornada martes 16 de mayo de 2000

Teresa del Conde
Territorios abstractos

Con este título se presenta en el Museo Universitario del Chopo una exposición que prometía ser muy interesante a partir del planteamiento de la curadora Paloma Porraz, una de las defensoras acérrimas del arte abstracto. Digo que ''prometía ser" porque los resultados finales son disparejos, como disparejas fueron las respuestas de los artistas convocados y sus respectivas capacidades de comprometerse con ese proyecto: intervenir los espacios de exhibición del museo con base en la extraordinaria (por fuera de lo ordinario) estructura que le es propia. Así, al menos, entendí el planteamiento cuando me platicaron del mismo.

Un acierto fue convocar a artistas vigentes de distintas generaciones, entre ellos Felguérez y Rojo, aunque este último no pudo colaborar por estar fuera del país.

Los participantes son: Francisco Castro Leñero, Manuel Felguérez, Fernando García Correa, Thomas Glassford, Perla Krauze, Melanie Smith, Laureana Toledo, Sofía Taboas y Emi Winters. Sólo Castro Leñero, Krauze y Winters ofrecieron trabajos que se correspondieron con el planteamiento (tal y como yo lo entendí). El primero aprovechó dos muros, encontrando su mejor acierto en el ubicado al norte en el que prolongó las diagonales a 45 grados, que arman la estructura de esa área sin prescindir de su ''estilo" y logrando una obra muy libre, de enormes dimensiones, que acentúa la relación pintura-mampara-estructura. Su otra intervención es quizá más bella como pintura, pero menos dirigida a connotar el edificio. Perla Krauze animó ornamentalmente, mediante piezas dispuestas de manera estratégica, el muro situado al este, proponiendo una clonación de los vitrales del edificio, mientras que Emi Winters planteó entrecruces a partir de la división octagonal de un cuadrado, remitiéndose a las bisagras que pueden percibirse en la construcción. Una vez más su trabajo llama la atención por su limpieza, su bienhechura y una cierta austeridad que resulta muy acorde con su propuesta.

Alguien que por lo común responde con mucho acierto a este tipo de convocatorias es Fernando García Correa, pero esta vez no me pareció que su intervención respondiera al proyecto, o bien, la entendí mal, como entendí peor lo presentado por Sofía Taboas, a quien en otras ocasiones (en Monterrey, por ejemplo) he admirado. Esta vez su intervención me pareció no sólo totalmente prescindible, sino estorbosa.

Manuel Felguérez, siento decirlo, salió del paso proporcionando tres muy buenas piezas que se remontan al periodo en que presentó su exposición El espejo múltiple (1974-1975) en el Museo de Arte Moderno. Aunque su geometría -con cierto toque op en una de las piezas- es apta para engranar en cualquier estructura, Felguérez, que es muy buen arquitecto (aunque no titulado) hubiera realizado una esplendorosa intervención, de habérselo propuesto, pues imagino no sólo la atención, sino la comprensión que posee acerca de las características espaciales y ornamentales del Museo del Chopo. Los tres pequeños arcos de medio punto visibles en una de sus lacas no bastaron para aludir a los módulos de ese recinto, ni tampoco la adición de cinco serigrafías pequeñas que lo único que hacen es suscitar deseos de posesión en quien las mira.

La intervención de Melanie Smith no se antoja personalizada, pero los colores que eligió para dividir y alzar el espacio diseñado crean una atmósfera grata... y eso es todo. Laureana Toledo, como García Correa, dispuso elementos en el piso; son cajas luminosas a las que aplicó pintura (en algunas) sobre las tapas de acrílico transparente que las cubren. No creo que haya logrado con ello la creación de una relación recíproca con el ámbito, ni tampoco la creó Thomas Glassford, quien dispuso el traslado de tableros, puertas, paños de desecho creando así una valla o barricada que corta en diagonal el espacio. No obstante su propuesta tuvo una virtud interactiva, dejó libre un paño vertical donde inscribió la siguiente consigna: ''Para ti, Ƒqué es el sida?'' Las respuestas no faltaron: ''Un virus artificial", ''enfermedad mortal que no tiene remedio alguno", ''es una mentira que todos llevamos dentro", ''es morir por vivir sólo un momento", ''estoy aquí y ahora gracias a las actividades preventivas".

En la medida en que el Museo del Chopo es un espacio libertario (acoge cada año la Semana Cultural Gay y su respectiva exposición, con participación de artistas lésbico-gay y heterosexuales por igual bajo la consigna de la lucha contra el sida) su propuesta alcanza sentido.