LUNES 15 DE MAYO DE 2000

 


* Claudia Sheinbaum Pardo *

Industrias energéticas y elecciones

ƑQuién es el nuevo PRI en materia energética? ƑEl de Luis Téllez que insiste ante empresarios estadunidenses que la industria eléctrica debe privatizarse como primer paso para privatizar otras ramas (La Jornada, 3/5/00), o el de Labastida, que acusa a Fox de querer vender Pemex, mientras obvia las declaraciones del secretario de Energía? Es claro que a los dirigentes y candidatos del Partido Revolucionario Institucional, nuevo o viejo, no les interesa mantener en manos del Estado las industrias energéticas públicas. Como muestra, baste recordar la última propuesta de este partido en torno a la reforma eléctrica presentada por el Presidente. Esta no era más que un cúmulo de parches que no tocaban la esencia de la reforma, es decir, la privatización del mercado eléctrico.

Por su parte, el Partido Acción Nacional, representado por Vicente Fox, no sólo ha cambiado varias veces de postura en torno a quién debe ser el propietario de Pemex, sino que en el caso de la industria eléctrica ha tenido siempre la misma posición: la necesidad de una reforma profunda del sector eléctrico, donde se permita la participación del sector privado.

Como explica claramente Rojas Nieto (La Jornada, 7/5/00), los nuevos PRI y PAN coinciden estratégicamente en el debilitamiento del Estado y, por ello, promueven la modificación de los artículos 27 y 28 de la Constitución.

ƑPor qué es tan importante la definición en torno a las industrias energéticas en esta próxima elección presidencial? Desde mi punto de vista existen al menos dos razones. En este tema se concentran las diferencias tanto en la concepción del programa económico, como en la concepción de soberanía.

Por un lado, se encuentra la visión que asume que la participación estatal debe ir disminuyendo hasta tener un papel de exclusivo regulador de las fuerzas del mercado. En esta perspectiva se busca que el país se inserte en las políticas de los organismos financieros internacionales sin resistencia alguna, porque se coincide en que la participación mexicana en el proceso de globalización es principalmente una cuestión de apertura de los mercados y concreción del libre comercio. En esta visión, que han defendido el PAN y el PRI a lo largo de las últimas décadas, el petróleo y la electricidad no deben ser la excepción.

Del otro lado, existe una visión que reconoce el proceso de globalización, pero que defiende que la inserción de México no puede ser sin condiciones. En esta otra visión no se obvia que las políticas neoliberales de la última década han provocado una mayor concentración del ingreso en el país y en el mundo (reconocida por los propios organismos financieros internacionales) y un aumento de la población en condiciones de pobreza extrema. En esta posición se encuentra una visión distinta, que mantiene que las industrias eléctrica y petrolera son estratégicas en el desarrollo del país; que mantenerlas en propiedad de la nación garantiza que las rentas provenientes de la explotación de nuestros recursos naturales sean distribuidas para beneficio público y como garantía de redistribución del ingreso, y que sostiene que más que venderlas se requiere darles autonomía en su funcionamiento, para que puedan brindar estos beneficios de mejor manera.

Por ello, más allá de las encuestas, las declaraciones para las encuestas y el voto útil para las encuestas, hay una elección entre dos programas de gobierno, donde el sector energético es pieza fundamental del discurso y la acción política.