LUNES 15 DE MAYO DE 2000
Ť La manera de llamar a alguien puede convertirse en silencio absoluto
Esther Cohen: borrar los nombres, estrategia de regímenes totalitarios
Ť Marcos se construye a sí mismo a partir de una forma de denominarse, dice; presenta nuevo libro
César Güemes Ť Varios son los planteamientos de la investigadora y ensayista Esther Cohen en torno al hecho de nombrar a una persona y cómo esa denominación se va construyendo, se edifica o, en el otro extremo de la situación, se deconstruye y queda vacío. Su más reciente libro, El silencio del nombre, coeditado por la Fundación Cultural Eduardo Cohen y el sello editorial Anthropos, fue presentado este domingo en el Museo José Luis Cuevas, en un acto literario que se dedicó a la memoria de la desaparecida Bertha Cuevas. Los comentarios del volumen corrieron a cargo de Germán Dehesa, Ana María de la Escalera y Sara Sefchovich.
-Parece que nos olvidamos que nombrar a una persona o decir su nombre en realidad tiene una carga emotiva y social muy considerable.
-Ahora nos enfrentamos a un nombrar que al parecer es arbitrario, lo cual no es lo que me interesa, sino la forma en que después se hace uno cargo de ese nombre. Esa manera de llamar a alguien que se le da en cuanto nace, se convierte en una especie de fortaleza en donde los sujetos comienzan a enfrentarse con el mundo. Digo que es un nombre vacío en tanto arbitrario y cada quien lo va llenando a lo largo de su vida con una serie de connotaciones. Luego, esa manera de llamar a alguien se puede convertir en un elemento frágil y de un silencio absoluto. Pienso en la importancia de esto a partir de la historia del siglo XX, concretamente en torno al genocidio nazi. El ataque directo de este tipo de acciones va encaminado a cercenar la posibilidad del nombre de las personas, lo cual equivale a cortar la memoria no sólo individual, sino colectiva.
"Tenemos un caso distinto que también nos sirve para ejemplificar esto que digo: cuando hablamos de las Marías, hablamos de un grupo de mujeres que se llaman de una manera específica pero cuyo nombre no conocemos. Sabemos esa denominación genérica, pero nada más. ƑCuál sería la posibilidad de enfrentarse al mundo cuando no se tiene de dónde partir? Casi ninguna. Ese es un problema serio. Es verdad, por otra parte, que en el libro abordo el tema desde el punto de vista de la historia judía pero el conflicto es universal cuando, por ejemplo, hablamos de los desaparecidos en Sudamérica. Parece que esas personas no tienen nombre concreto, pero sí lo tuvieron y en buena medida la estrategia de los regímenes totalitarios es borrarlo."
-En ocasiones el uso del sobrenombre, al parecer, suple ese vacío de la denonimación. En el ámbito delincuencial del país hay maneras de llamar a personajes que han llenado de significado su alias.
-Esa es una forma similar de construirse; ahí el sobrenombre se va llenando y desde él se parte para salir al mundo. Esto efectivamente pasa en el terreno de los delincuentes, pero también ocurre en otros ámbitos sociales muy distintos. Es el caso de Marcos: alguien que se construye a sí mismo a partir de una forma de nombrarse. Marcos se hace un nombre y edifica en torno a él. Así que la manera de llamarse de las personas no es algo que haya llegado sólo por azar y ahí se termine el proceso, sino que se va construyendo siempre. Derrida dice, por ejemplo, que en el nombre se lleva el silencio de la propia muerte. Se refiere a un amigo suyo que ha muerto, que ya no responde a su forma de denominarse pero que sigue viviendo de algún modo después de la muerte.
-El peligro social y sociológico está expresado en el título del libro e implica que el nombre no tenga voz, que se vuelva silencioso.
-Me parece importante que se observe que el nombre es tan frágil como la lengua o como lo que somos en general los seres humanos. Ahora se da mucho por hablar de la identidad o de ser uno mismo y demás, pero ese no es el verdadero problema, sino que el nombre de uno existe y opera en función de los demás. En esa medida, mientras no sea otro el que nos reconozca, nuestro nombre calla. Basta que nos cambiemos de ciudad, a un círculo donde nuestra manera de llamarnos no dice nada, y el nombre sonará hueco. Sólo adquiere fuerza en cuanto es reconocido por el otro. Sólo cuando aceptemos que somos en función de los otros veremos que el nombre no es identidad sino alteridad.
-A diferencia del supuesto de que infancia es destino, el nombre no es destino sino trabajo.
-Así es, se convierte en un factor que uno elabora. Se trabaja en él hasta el día de la muerte. Y ya que la persona muere, el nombre continúa manteniendo en algunos casos su vigencia. Este libro, por ejemplo, surge en parte luego de la reflexión sobre la muerte de un ser querido. Puedo ver que el nombre de ese ser continúa marchando a través de la memoria. Claro que la memoria también se va modificando a partir de que la persona ya no responde cuando la llamas. Entonces, en ese sentido, uno continúa construyendo el nombre del ser querido al decirlo y recordarlo. De ese modo, al ser yo el nombre de mis muertos, seré en otro momento de alguien más. En esta etapa, pues, me corresponde saldar esa deuda con mis seres queridos, como es el caso de Eduardo Cohen, cuya fundación que se denomina como él se llamaba, responde y sigue afincándose.
-ƑComenzó así este libro, Esther, por esa pérdida?
-Desde hace poco más de diez años he venido escribiendo en torno al tema. Luego de la muerte de mi hermano hice varios trabajos sin pensar del todo en reunirlos, pero me di cuenta hace año y medio de que tenía una serie de escritos en torno al hecho de nombrar. Hay algo más que dice Derrida: que el nombre es el único objeto y la posibilidad de la memoria. Así que de ahí podemos desprender que el nombre es por su parte el lugar del duelo.
-ƑUn libro se construye como un nombre, a partir de un título?
-Creo que sí. En función del silencio o de la voz del nombre es como se fueron haciendo estos trabajos que finalmente encontraron su cauce. El título del libro es también el de lo que se ha construido a partir de estos ensayos que ahora he conjuntado.