LUNES 15 DE MAYO DE 2000

* Astillero *

* Julio Hernández López *

Manuel Camacho Solís y Gilberto Rincón Gallardo han sufrido a causa de su deseo de presentar, ante miembros de la UNAM, las propuestas que sostienen como candidatos presidenciales. En ambos casos, y de manera marcada en el segundo, las discrepancias ideológicas se expresaron de manera estridente, e inclusive llegaron a la agresión física, así hubiera sido en grados menores y superficiales.

 

Los abanderados de los partidos de Centro Democrático y Democracia Social fueron confrontados tanto por su pasado como por su presente. A uno le han recordado su origen salinista, su papel de primerísimo nivel en la operación política de la facción que finalmente nombró candidato a la sucesión a Luis Donaldo Colosio y no a él, quien despechado desde entonces ha pretendido trocarse en opositor al mismo régimen que deseaba con toda su alma haber encabezado de 1994 a la fecha. Al segundo, por su parte, le reclaman la traición que creen encontrar en su conversión de persistente opositor a nada encubierto palero del labastidismo, al servir como fachada de presunta izquierda madura a los propósitos confusionistas y enturbiadores que desde el círculo íntimo del labastidismo impulsan personajes como Jorge Alcocer, Adolfo Orive y la franja de intelectuales que antes apoyó con entrega a Salinas, luego ganó importantes posiciones en el gobierno de Zedillo y ahora pretende conducir la guerra política contra el PRD.

 

No puede haber, sin embargo, justificación válida para la agresión y la intolerancia. Salvo que se quiera convertir los espacios universitarios en reservas monolíticas del pensamiento único, nada ni nadie debería impedir que ideas políticas dispares (e inclusive disparatadas) pudieran hacerse manifiestas a plenitud e igualmente pudiesen ser refutadas con toda la intensidad que cupiera en el rango de la discusión civilizada. Pretendiendo expulsar de su territorio a quienes consideran prevaricadores e indignos, esos grupos universitarios intolerantes muestran a los ojos de todos los mexicanos los riesgos extremos a los que se llega cuando la polarización ideológica y el activismo desbordado carecen de proyecto y, por tanto, de límites y orientación. No será ejerciendo la censura como habrá de construirse un espacio de libertad. No será mediante la intolerancia como se consiga el respeto a las ideas propias. Sin embargo, cada vez gana más presencia la cerrazón en la casa de estudios que durante tanto tiempo fue considerada ''máxima''.

 

Porfirio Muñoz Ledo es otro de los tres candidatos presidenciales menores (en intención detectada de voto) que pasa por momentos amargos. Su penar no proviene de actos de mal calculada audacia, como la de ir alegremente a terrenos de la UNAM pensando que podrían ser bien recibidos, pero sí de que, como Camacho y Rincón Gallardo, ninguno de ellos es un aspirante verdadero a la Presidencia, aunque los tres aprovechan tal plataforma política para negociar el futuro político personal y grupal, sobre todo chambas y prerrogativas a cambio de declinaciones y alianzas a favor de los otros candidatos reales (Francisco Labastida, Vicente Fox y, en menor medida, Cuauhtémoc Cárdenas).

 

Muñoz Ledo, en efecto, fue pillado oportunamente por Gobernación cuando preparaba la maniobra efectista con la que anunciaría su paso al foxismo, donde le habían hablado de las posibilidades de que fuese el próximo secretario de Gobernación o el presidente de una pomposa comisión para la reforma del Estado.

 

Apoyado por el régimen cuando de golpear a Cárdenas se trataba, Muñoz Ledo fue aporreado con toda la fuerza del espionaje gubernamental cuando se confirmó que se preparaba para dar el salto oportunista hacia la ultraderecha. La rápida reacción de los golpeadores oficiales detuvo la maniobra de declinación y dejó momentáneamente a Porfirio en el limbo, con la promesa foxista de que se mantendrán los acuerdos originales pero, al mismo tiempo, con la duda sembrada entre los dos presuntos aliados, pues quien tiene la sartén por el mango, Fox, ha sacado la computadora para calcular qué tanto se depreció la mercancía porfirista con este atorón en la aduana, y qué tanto conviene seguir adelante con el trato manteniendo la misma paga convenida. Negocios son negocios, y si Popillo ya no rinde la misma utilidad, habrá que revisar la letra chiquita del contrato de compraventa y, acaso, ajustar a la baja la mercancía magullada.

 

Otra revisión en curso es la de la manera como ha de integrarse el presunto segundo debate entre candidatos presidenciales que, conforme a los acuerdos que dieron paso al primero, deberá ser en esta ocasión ya sólo entre Labastida, Cárdenas y Fox. Aun cuando desde ahora se percibe una actitud priísta reacia a la realización de ese segundo encuentro, ayer Labastida hizo saber una postura que podría entrampar definitoriamente el asunto.

 

Por principio de cuentas, el sinaloense ha reconocido que una condición insalvable para realizar el llamado debate del 25 de abril fue que en un segundo encuentro, el 23 de mayo, participaran sólo los tres candidatos de mayor presencia, Cárdenas, Fox y el propio Labastida. Sin embargo, ahora estima el priísta que podría abrirse la puerta a los seis, aunque deja esa decisión a sus otros dos compañeros de primera división. No se ha avanzado nada en la organización del citado segundo encuentro, pero desde ahora ha dicho Labastida que está ''convencido de los beneficios que la pluralidad de opciones partidistas representa para México y no creo, ni está en mi proyecto, que nuestro país sea dividido de manera tan caprichosa como artificial en dos supuestos polos''.

 

La actitud de Labastida se ha manifestado a raíz de que Rincón Gallardo ha insistido en la necesidad de que en otro seudo- debate participen todos los candidatos. El pasado 10 de mayo, el abanderado del PDS le envió el balón rodado a Labastida para que éste se adornara ahora dándose baños de pluralidad que, en realidad, son ganas de que no haya otro encuentro más.

 

Como se ve, la textura de los tres candidatos menores ha sido exhibida con toda crudeza por sus vaivenes y ambiciones. Muñoz Ledo está dispuesto a sacrificar todo y a justificar todo con tal de seguir teniendo presencia política (es decir, cargo, nómina) y por ello ha vendido su alma a Fox. Camacho Solís anda en las mismas, pero con artes mercadotécnicas de menor calidad que las de Porfirio. Sin embargo, el destino de Manuel es el mismo: engrosar las filas del foxismo a cambio de algún nombramiento de sobrevivencia. Rincón Gallardo día tras día confirma la razón por la cual fue creado desde el labastidismo su partido. Es decir, en los hechos, y conforme se acerca la fecha de las elecciones, los tres candidatos que nunca nadie tomó electoralmente en serio demuestran que sólo forman parte de montajes escenográficos y de maniobras retorcidas.

 

La gran duda, en todo este escenario de reacomodos y alianzas, es la postura que asumirá Cárdenas. Por un lado, le presionan con la tesis del voto útil, que ha ganado prosélitos inclusive entre personajes indiscutiblemente considerados de izquierda. Por el otro, le tratan de arrinconar con el argumento de la necesaria lucha patriótica contra la derecha. Unos le dicen que la única manera de que no siga adelante el régimen priísta, y de que se dé una verdadera alternancia en el poder, es apoyando a Fox e impidiendo que los votos a favor del PRD acaben ayudando, así fuera involuntariamente, al PRI. Otros le aseguran que la única manera de que la ultraderecha no llegue al poder, y sumerja a México en una larga sombra de intolerancia y retroceso, es combatiendo vivamente a Fox y manteniendo firme su campaña de proselitismo, haciendo así que el voto opositor se divida y gane el PRI.

 

En esos intensos debates consigo mismo anda el ingeniero.

 

Astillas: Hoy deben presentarse los funcionarios de Televisión Azteca que han sido citados por el Ministerio Público del Distrito Federal para declarar sobre diversos asuntos del orden criminal en los que sus testimonios son importantes. Hasta ahora, los citados directivos, encabezados por Ricardo Salinas Pliego, se han abstenido de cumplir con sus obligaciones jurídicas e, inclusive, en carta formal, se ha pretendido definir y defender una postura política de rechazo a las decisiones de las autoridades judiciales.

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