DOMINGO 14 DE MAYO DE 2000
* Leonardo García Tsao *
Cannes: Diablos a la puerta
Como suele suceder, los programadores del 53 Festival de Cannes reservaron dos títulos fuertes del concurso para el primer fin de semana. Uno de ellos fue una auténtica sorpresa. Guizi Lai Le (Diablos a la puerta), segundo largometraje del también actor chino Jiang Wen, se sitúa en un periodo histórico no abordado con frecuencia por esta cinematografía: la ocupación japonesa durante la Segunda Guerra Mundial. De casi tres horas de duración, esta impredecible película en pulcro blanco y negro podría clasificarse como un fresco histórico en tono de farsa exagerada, que alcanza una dimensión trágica en su parte final.
La historia de cómo un grupo de al-deanos chinos no sabe qué hacer con un par de prisioneros enemigos es tratado en un principio por el realizador con demasiada histeria, entre un abuso de primeros planos y la sobreactuación de sus intérpretes. Sin embargo, la película va cobrando una fuerza singular, entre derroches de humor patibulario y una mirada corrosiva sobre la hostilidad entre ambos pueblos. Sin duda, Guizi Lai Le sobresale por su originalidad de lo visto hasta ahora en la competencia.
La única sorpresa de O Brother, Where Art Thou? (algo así como Oh, hermano, Ƒdónde estáis?), lo más reciente de los hermanos Ethan y Joel Coen, es un tratamiento formal más relajado y una narrativa sin rebuscamientos. Las aventuras de tres fugitivos de una cárcel sureña durante los años 30 le permiten a los cineastas otra socarrona revisión genérica, inspirada muy libremente en La Odisea, de Homero. Seguramente será calificada como obra menor de sus autores, aunque cuenta con una virtud importante: desde Educando a Arizona los Coen no se mostraban afectuosos con sus ridículos personajes.
Los cineastas latinoamericanos presentes en Cannes ya pueden sentirse tranquilos. Ninguno causará una impresión tan negativa como la venezolana Fina Torres con su producción hollywoodense Woman on Top, cuyo título de doble sentido ųArriba la mujerų es aún más publicitario en su versión francesa: Chiles, samba y sexo. Esta abismal comedia sobre una hermosa brasileña (Penélope Cruz) que enamora a cuanto hombre pruebe ųo huelaų sus guisos (Ƒles suena conocido?) logra combinar los peores lugares comunes del exotismo latinoamericano con un humor que se pretende caprichoso y es en realidad una fuente inagotable de pena ajena. Si la cineasta quiso hundir su carrera de manera definitiva, muy su derecho. Lo incomprensible es por qué fue seleccionada para una importante sección paralela del festival.
Para demostrar que no todos los brasileños se la pasan cantando y bailando samba, según la visión de Woman on Top, ahí estuvo Estorvo (Embrollo), el regreso al cine de Ruy Guerra, veterano del Cinema Novo. Basada en una novela de Chico Buarque, la única película latinoamericana en concurso es un inútil ejercicio en expresionismo tardío que evoca pretensiones muy comunes durante los años setenta. Construido en torno a las extraños sufrimientos y persecuciones de un individuo (Jorge Perugorría, el latino universal), este vejestorio instantáneo admite lecturas existenciales, políticas, sociológicas, de todo tipo. Lo único claro es el tedio que produce.