JUEVES 11 DE MAYO DE 2000
* Leonardo García Tsao *
Vatel abrió el 53 Festival de Cannes
Cannes, Francia * A pesar de que la cinta inaugural fue recibida fríamente por la prensa, ciertamente es una mejoría en relación con los años anteriores. Vatel, del director inglés Roland Joffé, es una vistosa superproducción de época sobre los esfuerzos del príncipe Condé por entretener al rey Luis XIV durante tres días de suntuosos banquetes y entretenimientos; para ello cuenta con la titánica labor de su intendente François Vatel (Gérard Depardieu), quien se encarga de cada detalle con extrema minuciosidad.
Lo sustancial de la historia radica en el entorno político de ese poder absoluto, en cómo el séquito del rey establece una permanente contienda por establecer su influencia. Es decir, la grilla en su forma más descarada. Mientras tanto, el personaje epónimo trata de mantener su autonomía al ponerse al servicio de su arte culinario, por encima de todo. Sin embargo, el enamorarse de la cortesana favorita (Uma Thurman) le demostrará lo contrario.
No deja de ser sintomática la elección de Vatel para abrir el festival más importante del mundo. Aunque es una producción fundamentalmente francesa sobre un tema tan francés como el reinado de Luis XIV, está hablada en inglés por un reparto que, salvo Depardieu, es angloparlante en su gran mayoría. Después del caso anterior de Juana de Arco, de Luc Besson (presidente del jurado en Cannes, por cierto), Ƒquiere decir que el cine francés de grandes ambiciones ya va ser oficialmente en inglés para asegurar el mercado internacional? En términos culturales, es una gran derrota.
En términos de organización, el festival de Cannes se beneficiaría mucho de contar con el equivalente actual de François Vatel. Como los miembros de la prensa asistimos no sólo para ver películas, sino también para quejarnos, los organizadores nos ofrecen muchos pretextos para hacerlo. Las complicaciones empiezan desde el arribo al aeropuerto de Niza, donde la gente encargada del transporte hacia Cannes no acaban de entender que cada hora llegan docenas de personas de diferentes partes del mundo. Para aumentar la confusión, esta vez se puso un grueso vidrio entre las edecanes y los choferes, por lo que la comunicación entre ambos bandos tenía que hacerse por medio de teléfonos celulares. Una escena digna de ser consignada por Antonioni como otro símbolo de la falta de comunicación en la sociedad moderna.
Ya en Cannes el acceso habitual a la oficina y los casilleros de prensa estaba impedido por la escenografía montada en imitación del fasto monárquico de la fiesta de apertura. En su lugar, era necesario recorrer un largo camino de escaleras traseras y pasadizos secretos. Como la obra decorativa no estaba terminada, la proyección de Vatel fue acompañada en todo momento por el ruido de martillazos y taladros eléctricos.
Pero para demostrar que los directores de la sección oficial sí saben de absolutismo, se las han ingeniado para marginar a las otras secciones paralelas, la Semana de la Crítica y la Quincena de los Realizadores. Los horarios de la primera parecen diseñados para dificultar cada vez más el acercarse a las otras opciones, afligidas con proyecciones limitadas en número y geográficamente alejadas del palacio del festival. El delegado general Gilles Jacob bien podría pronunciar la frase "el festival soy yo".