MIERCOLES 10 DE MAYO DE 2000
Ť Pita Amor en los brazos de Dios /I Ť
Ť Elena Poniatowska Ť
Dios, invención admirable
Hecha de ansiedad humana
Y de esencia tan arcana
Que se vuelve impenetrable.
ƑPor qué no eres tú palpable
para el soberbio que vio?
ƑPor qué me dices que no
cuando te pido que vengas?
Dios mío, no te detengas
Ƒo quieres que vaya yo?
Pita Amor lo encontró en una cita puntual que contrajeron el sábado 6 cuando le dio neumonía. Dios la hizo esperar un poco, finalmente canceló otros compromisos para recibirla en su lecho divino el lunes 8 de mayo a las dieciocho treinta horas, en la clínica de su sobrino Juan Pérez Amor en Apóstol Santiago, San Jerónimo.
Como un chamán, Juan la acompañó hasta el umbral y se detuvo porque sólo ella podía cruzarlo. ''Nos abrazamos con los ojos, estábamos solos los dos, ella se veía muy hermosa, muy tranquila y sin despedirse partió".
Pita Amor le cantó a Dios y ella misma fue Dios.
Para demostrarlo, Pita ha de estar dando ahora mismo paraguazos celestiales a los santos, interrumpiendo la música de las esferas para decirle a Jesusa Rodríguez: ''šEres bárbara! šMejor que Chaplin!" y diciéndole a Patricia Reyes Spíndola mientras blande su bastón en el aire parada en medio del teatro, su rosa en la cabeza: ''šPatricia, baja de ese escenario inmediatamente! Esta obra es para tarados, no te merece. šBájate Patricia o yo voy a subir al escenario!" Un coro de taxistas, agentes de tránsito y meseros humillados se habrán escondido tras las nubes para que ella no les diga: ''šChangos, narices de mango, enanos guatemaltecos!", así como en 1985 cuando le pidieron que diera una opinión sobre el terremoto dijo: ''šQué bueno! šEs una poda de nacos!".
La poesía le viene de familia
Este personaje singular que en los últimos años de su vida llamaban ''la abuelita de Batman" en la Zona Rosa habría cumplido 82 años, en menos de dos semanas. Nació el 30 de mayo de 1918. Fue una niña privilegiada, la última de siete Amores, y su papá ya viejo la consentía como a nadie. A Emmanuel Amor, su padre, lo sacaban a tomar el sol en un balcón de la calle de Abraham González con una ''plaid" escocesa sobre las rodillas. Ni su padre ni su madre tuvieron fuerza para controlarla y la dejaron hacer. Sus caprichos y rabietas asustaron a sus hermanos y a todo el vecindario. A treinta metros a la redonda ella era el centro de atención. En la noche, después de la cena, la familia acostumbraba leer y recitar y seguramente esta poesía en voz alta influyó en ella en forma definitiva. Otras hermanas suyas, Mimí y Elena, también recitaban pero nunca se atrevieron a lanzarse al ruedo. Inés Amor, directora de la Galería de Arte Mexicano dijo de ella en 1953: ''Dentro del universo, Pita es como un astro. Desconozco el sol en cuya órbita gira, pero puedo decir que tiene una vida propia y peculiar, aunque en algunos aspectos sus fuerzas elementales se parecen a las de nuestro planeta: vientos huracanados, fuego intenso, tempestades y polvo. De vez en cuando (y ojalá sea más y más frecuente) tranquila belleza. Para descubrir a Pita haría falta el valor temerario de un piloto interplanetario o la sabia paciencia de un astrónomo. Tengo la ilusión de ser algún día admitida, como estudiante, en el Observatorio de Santa María Tonantzintla".
Desde muy pequeña Pita fue la consentida, la muñeca, la de los pataleos y rabietas, la de los terrores nocturnos. Era una criatura tan linda que Carmen Amor estrenó su cámara fotográfica con ella y sacó muchas fotografías de ella desnuda. Y ella se encantaba contemplándose a sí misma. Posiblemente allí se encuentre el origen de su narcisismo. De su niñez ella misma habla en su novela Yo soy mi casa, título también de su primer libro de poesía. Si era una niña preciosa, fue una adolescente realmente bella. Llamaban la atención tanto sus desplantes como sus grandes ojos abiertos, su voz profunda y su cabello largo.
Desde muy joven, Pita pudo participar en la vida artística de México gracias a su hermana Carito, colaboradora de Carlos Chávez y fundadora de la Galería de Arte Mexicano que más tarde habría de dirigir su hermana Inés. A esta galería, acondicionada en el sótano de la casa de los Amor, llegaron Orozco, Rivera, Siqueiros, el Dr. Atl, Rufino Tamayo, Julio Castellanos, Rodríguez Lozano, Juan O'Gorman y la joven Pita se hizo amiga de Juan Soriano, Cordelia Urueta, Roberto Montenegro, Antonio Peláez y todos la pintaron, incluyendo Diego Rivera, que la pintó desnuda para gran escándalo de su familia y de los ''trescientos y algunos más".
A Pita siempre le costó adaptarse al mundo, siempre fue la voz que se aísla en la ciudad del coro, en el seno familiar, entre sus seis hermanas y su único hermano Chepe, en el internado de Monterrey que no aguantó y en donde no la aguantaron, en el Colegio del Sagrado Corazón. Nunca pudo salirse de sí misma para amar realmente a otro; la única entrega que pudo consumar fue la entrega a sí misma. Demasiado enamorada de su persona, los demás le interesaron sólo en la medida en que la reflejaban: no fueron sino una gratificación narcisista.
En medio de sus idas al Cabaret Leda, Pita Amor produjo de pronto y ante el azoro general su primer libro de poesía, Yo soy mi casa. Don alfonso Reyes inmediatamente apadrinó a Pita: ''(...) Y nada de comparaciones odiosas, aquí se trata de un caso mitológico".
Resulta contradictorio que esta mujer que no cejaba en su afán de escándalo y salía desnuda a media noche al Paseo de la Reforma, bajo su abrigo de mink, anunciándole al río de automóviles: ''Yo soy la reina de la noche", regresara en la madrugada a su departamento de la calle de Río Duero y en la soledad del lecho escribiera sobre la bolsa del pan y con el lápiz de las cejas:
Ventana de un cuarto, abierta...
Cuánto aire por ella entraba.
Y yo que en el cuarto estaba,
a pesar que aire tenía,
de asfixia casi moría:
que este aire no me bastaba,
porque en mi mente llevaba
la congoja y la aflicción
de saber que me faltaba
la ventana en mi razón.
Pita Amor fue de escándalo en escándalo sin la menor compasión por sí misma. En un programa de televisión, cuajada de joyas, dos anillos en cada dedo, y sobre todo con un escote que hizo protestar a la Liga de la Decencia, diciendo que no se podía recitar a San Juan de la Cruz enseñando los pechos, Pita Amor se puso a decir décimas soberbias. Sus Décimas a Dios fueron el delirio.
Pita dixit
''Grandes letreros luminosos con mi nombre anunciaban mis libros y mi bella cara se difundió hasta en tarjetas postales populares. Acaparaba yo la atención de México. La acaparaba en estridente Do mayor, lo opuesto de como ahora la acaparo, en Do menor.
''Frente al éxito a mí me preocuparon más mi belleza y mis turbulentos conflictos amorosos.
''No acepto, ni he aceptado, ni aceptaré el escepticismo, postura inválida e impotente. Me desespera la juventud actual. No los tolero. Me son imposibles, abominables.
''Porque yo que he sido joven, soy joven porque tengo la edad que quiero tener. Soy bonita cuando quiero y fea cuando debo. Soy joven cuando quiero y vieja cuando debo. Yo, que he sido la mujer más mundana y más frívola del mundo, no creo en el tiempo que marca el reloj ni el calendario. Creo en el tiempo de mis glándulas y de mis arterias. La angustia hace mucho que la abolí. La abolí por haberla consumido."
Temible, incontenible, impredecible, Pita Amor ha afirmado, con un rictus de desdén:
-De lo mío, de lo que yo he escrito lo que más me gusta es mi epitafio:
Mi cuarto es de cuatro metros,
mi cuerpo mide uno y medio
y la caja que me espera
será el final de mi tedio.