Como resultado de la liberalización económica del sector agrícola, en años recientes se ha alterado fundamentalmente el panorama en el campo. La instrumentación de algunos acuerdos regionales de comercio, el Acuerdo General de Aranceles y Comercio (GATT) y ahora la Organización Mundial de Comercio (OMC), han obligado a los gobiernos nacionales a redefinir sus políticas agrícolas como manera de facilitar la integración de una economía internacional movida por el mercado. El resultado es que las estructuras agrícolas y de comercio existentes se desmantelan mientras se promulgan nuevas leyes agrarias cuyo objetivo es reestructurar la tenencia y el uso de la tierra, y los sistemas de mercado en un esfuerzo por incrementar la producción para la exportación y liberalizar el sector agrícola. Estas leyes enfatizan la "modernización" y la creación de un sector agrícola más dinámico y más sensible al mercado.
Al cierre de la Ronda de Uruguay del GATT, muchos nos preguntamos qué harían los campesinos para responder a los cambios dramáticos que operan en el ámbito rural. No nos imaginábamos en ese momento que los campesinos mexicanos o indonesios tuvieran algo que ver con los agricultores canadienses, franceses o estadunidenses. Después de todo, la globalización de un modelo industrializado y modernizado de agricultura busca que los agricultores y campesinos se mantengan en fiera competencia entre ellos. Muchos aseguraban que los campesinos y agricultores no tendrían la capacidad de organizarse para enfrentar al GATT, a la Food and Agriculture Organization (FAO) o a la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) --instituciones más responsables en la determinación de las políticas alimentarias y agrícolas. En cambio, el único recurso de los productores era continuar negociando con Estados-naciones cada día más débiles; éstos parecían los únicos espacios disponibles para los campesinos y los pequeños y medianos productores.
Un análisis más detallado de lo que ocurre en el campo demuestra que habíamos menospreciado la fuerza del activismo campesino actual. Es cierto que durante las primeras etapas de la Ronda de Uruguay del GATT en Punta del Este, los campesinos y los granjeros no marcharon juntos. Sin embargo, durante las últimas etapas más de 5 mil agricultores europeos, canadienses, estadunidenses, indis, japoneses y latinoamericanos marcharon juntos en Ginebra contra el GATT Un año más tarde, en mayo de 1993, los dirigentes campesinos y granjeros de todo el mundo se reunieron en Mons, Bélgica, bajo la bandera de un nuevo movimiento campesino global: Vía Campesina. Tres años después, esta organización fue un actor visible y activo durante la Cumbre Mundial de Alimentación (WFS, por sus siglas en inglés) en la cual los dirigentes campesinos emplazaron a la FAO a que reconociera su legitimidad como representantes de uno de los movimientos agrícolas más grandes del mundo y exigieron estatus legal oficial.
El movimiento emergió como respuesta directa al hecho de que las negociaciones del GATT sobre agricultura excluían las preocupaciones de la gente que trabaja la tierra directamente y que produce la comida del mundo entero. Es un movimiento global que reúne a organizaciones campesinas y de granjeros pequeños y medianos, a mujeres rurales, jornaleros agrícolas y comunidades indígenas de Asia, las Américas y Europa; África está en el proceso de integrarse. Es el único movimiento internacional rural; es autónomo, plural e independiente de cualquier afiliación política, económica o de otro tipo.
No puede hoy subestimarse la significación política y social de Vía Campesina. Desde su formación, se ha expandido rápidamente y ahora es quizá el movimiento social agrícola más importante en el mundo. Orillados por la liberalización económica en el sector agrícola los dirigentes campesinos y granjeros del Norte y del Sur se movilizan hoy más allá de sus fronteras. Es un hecho que las organizaciones campesinas y de granjeros se han "transnacionalizado" y horadan nuevos espacios de negociación. No sólo dialogan con la OMC, la FAO y otros organismos internacionales; también dirigen sus acciones a nivel local y nacional. Quizá lo más importante es que Vía Campesina está logrando equilibrar los diversos intereses de sus miembros al emprender acciones y abrir el debate de asuntos como el género, la raza, la clase y las relaciones Norte/Sur, lo que podría haber causado divisiones. Al centrarse en el terreno común que comparten "los pueblos de la tierra", Vía Campesina se mueve de la "política de la exclusión" a la "política de lo posible".
Sus integrantes declaran que la globalización del sector alimentos hace peligrar la seguridad alimentaria de las naciones y amenaza la convivilialidad y sobrevivencia de las familias campesinas. La liberalización económica de la agricultura conduce a una degradación mayor del ambiente, a la destrucción de la biodiversidad y los recursos genéticos, a altos niveles de migración a las ciudades, a una creciente disparidad y mayor marginación y empobrecimiento del campo. Un vistazo al ámbito rural mexicano proporciona un vasto ejemplo de la pertinencia de los reclamos de Vía Campesina. Sin embargo, las familias campesinas no han sido cómplices condescendientes de esta reestructuración económica ni son víctimas pasivas de esta pobreza y marginación crecientes. De hecho, está utilizando tres armas tradicionales de los débiles --la organización, la cooperación y la comunidad-- para redefinir el "desarrollo" y construir un modelo alternativo de agricultura basado en los principios de la justicia social y en el respeto a las culturas y economías campesinas.
El vínculo más importante entre las varias organizaciones de Vía Campesina es el Comité Coordinador, en el que sesionan representantes de organizaciones campesinas y de granjeros de ocho regiones (Sur de Asia, Sureste Asiático, Europa del Este, Europa, Norteamérica, Centro América, el Caribe y Sudamérica). Hasta el momento, se han efectuado dos congresos internacionales de Vía Campesina y algunas reuniones regionales. El primer congreso se llevó a cabo en Tlaxcala, México en 1995 y tuvo como anfitrión a La Unión Nacional de Organizaciones Regionales Campesinas Autónomas (UNORCA).
Vía Campesina considera que un punto de partida crítico para construir un modelo alternativo agrícola es conocer más la situación rural de diferentes países, por lo que impulsa intercambios entre distintas organizaciones campesinas de diferentes partes del mundo que permiten a sus dirigentes compartir información y experiencias en torno a estrategias de producción y comercialización. Este movimiento campesino mundial estudia actualmente, por ejemplo, la posibilidad de crear vínculos comerciales directos entre organizaciones de agricultores. Entre sus miembros, se comparten también estrategias de cómo organizar mejor el campo y cómo realizar acciones conjuntas en torno a aspectos como los derechos humanos, la equidad entre géneros, la biodiversidad y los recursos genéticos, el manejo de los recursos naturales y la soberanía alimentaria.
La naturaleza transnacional del activismo campesino actual se refleja mejor que nada en las acciones que Vía Campesina realiza en todo el mundo el 17 de abril de cada año --en conmemoración de la matanza de 19 campesinos brasileños ocurrida en 1996. Se ha declarado ese día fecha internacional en contra de todas las formas de opresión que pesan sobre los campesinos del mundo. La naturaleza expansiva, el amplio espectro geográfico y la diversidad social de Vía Campesina no sólo permite que un amplio rango de actores sociales rurales tenga la oportunidad de analizar situaciones, desarrollar políticas y militancia en todos los aspectos relacionados con la soberanía alimentaria, sino que se concentre también en el desarrollo de formas concretas de asegurar que la agricultura permanezca en manos de los campesinos y de las pequeñas granjas familiares.