MARTES 9 DE MAYO DE 2000

Ť Gonzalo López, autor de cuatro murales en la delegación Alvaro Obregón


El arte no debe desligarse de lo social y quien así actúa es por ego mayúsculo

Ť Eliminó la tristeza grisácea del cemento y ofreció una creatividad sin sentido elitista

Ť Se inaugura la exposición (A) Salto a la vida cotidiana... en la Casa Estudio Rivera y Kahlo

Angel Vargas Ť Bastaron nueve meses para que Gonzalo López lograra transformar la vida cotidiana de cientos, si no es que miles de habitantes de la delegación Alvaro Obregón. Entre abril de 1999 y enero de este año, el artista plástico realizó cuatro murales monumentales en taludes de dos colonias con alto rezago económico de esa demarcación. Con ello, no sólo llevó la alegría del colorido a donde antes sólo imperaba la tristeza grisácea del cemento, sino que dio cumplimiento al sueño de David Alfaro Siqueiros, de despojar al arte de su sentido elitista y vincularlo con las necesidades de la sociedad.

mural2 De los trabajos que requirió tal empresa artística -en conjunto ocupa cerca de 18 kilómetros cuadrados y fue subsidiada por la autoridad política y la constructora Grupo Quart-, se llevó un registro testimonial que, integrado por bocetos, proyectos, mapas, maquetas y fotografías sirvió para montar la exposición (A) Salto a la vida cotidiana. Murales populares sobre taludes, que podrá apreciarse a partir de hoy y hasta mediados de junio en el Museo Casa Estudio Diego Rivera y Frida Kahlo (Diego Rivera y Altavista, San Angel).

Artista comprometido con su pueblo

Gonzalo López se define como un artista comprometido con su tiempo y su pueblo. Por ello, le resulta inconcebible separar en su persona al creador del ente social: ''El hombre sólo puede ser en función de su relación con los demás. La cuestión artística debe entenderse así; no debe desligársele de la cuestión social y quien lo hace es por una razón de ego mayúsculo".

Esa forma de pensar explica por qué el integrante del Taller Arte e Ideología emprendió el proyecto de utilizar algunos de los taludes de las colonias Francisco Villa, Capula, Aguilas Tarango y Jalalpa para dar ''oportunidad de que las personas tan ninguneadas que no aparecen nunca, se presenten en ellos con toda su magnificencia, con todas sus características".

En los murales -que, dice, fueron concebidos para acabar con la tristeza que imprime el color del cemento en los muros de contención construidos en esas zonas de suyo agrestes- se recrea la vida cotidiana de la clase popular y sus personajes. La comunidad se sintió identificada, enfatiza.

Con el fin de las obras llegó un cambio para las colonias, cuenta, pues los taludes pasaron de ser lugares inhóspitos donde se reunían pandillas y drogadictos, a puntos de reunión y convivencia, no sólo para los que allí habitan sino para los que proceden de otras partes de la ciudad.

mural1 Entre las satisfacciones que le produjo la realización de Los hijos de Aztlán, Somos raza o no somos..., La buena vida y La comunidad. El retablo de los gatos, López resalta la participación directa de algunos colonos, sumándose y formando un equipo de trabajo, sin importar que carecieran de conocimientos sobre pintura:

''Es una obra de carácter social, hecha por un equipo que se fue sumando. Es una forma de trabajar en la que soy sólo un empleado de la cultura, como cualquier otro. Se trata de hacer cultura, pero fuera de la sacralización, ésa en que se hace todo con una manera decorativa y en la que se crea el mito del artista como el superhombre para luego explotarlo. Eso no cabe en mí; yo me subo a los taludes, trabajo una larga jornada, estoy en chinga con mis compañeros y comparto el taco con ellos."

López realiza dos murales más en esa delegación y dice que sus obras están condenadas a lo efímero, no obstante que fueron hechas con pintura epóxica, utilizada en barcos y aviones. Si bien les va durarán de 20 a 30 años, finaliza.