LUNES 8 DE MAYO DE 2000

Ť DISQUERO

Barrocos melenudos

Un hallazgo: el v bitles olumen titulado Beatles go baroque (Los Beatles se ponen barrocos, Naxos) figura en los anaqueles de novedades discográficas (a pesar de que se trata de grabaciones realizadas en 1992, en Bratislava) y es una delicia de melomanía, una joya del fino arte del pasticcio: cuatro concerti grossi escritos por el compositor eslovaco Peter Breiner pero a la manera barroca, específicamente imitando los estilos respectivos de Handel, Vivaldi y Bach, para culminar el ciclo con una suma de giros estilísticos bajo la firma del propio Breiner. La salvedad es que las estructuras armónicas, la construcción artesanal corresponde a los cánones de la era barroca (bajo continuo, formas fugadas, retórica, andamiajes, rulos, embellishment), pero las melodías provienen del puerto de Liverpool, de las mentes creativas de compositores del siglo XX: Lennon y McCartney. Así, podemos escuchar, por ejemplo, un adagio (track 4) con todas las características de la Música de agua (o música acuatica) de Handel (with care) pero en realidad lo que escuchamos es Fool on the hill. O bien recovecos de la Música de los reales fuegos de artificio haendelianos cuando en realidad lo que suena es Penny Lane (Penis' Line, je). Los efectos deliciosos de tan afortunado experimento son devastadores cuando escuchamos las estructuras, la piel y encanto de pasajes de Las estaciones vivaldianas entrepiernaditas tiernamente con Paperback writer, Girl o Help. Con las formas danzantes de Bach (las sarabandas, los rondós, las bourrés) suceden también alucinantes espejismos.

Una gota de rocío

preisner Cuando con tan sólo una nota, un compás, un primer instante de sonido es posible identificar al autor, es que estamos frente a un genio. Sucede tal prodigio con Preisner: 10 easy pieces for piano (EMI). Al mismísimo primer compás uno sabe que se trata del mismo autor de la música del Decálogo, La doble vida de Verónica y la trilogía póstuma de Kieslowski (Blanco, Azul, Rojo). He ahí atmósfera, tono, intensidad, dramaturgia crispadísima y eso que ha sonado apenas la primera nota de un disco hermoso en grado esdrújulo. Hay muchas formas de escucharlo: en éxtasis, suspirando sin cesar, en ensoñación continua, en estado de encantamiento, transfigurado, purificado. Esta música fue concebida inmediatamente después de que su autor, Zbigniew Preisner, puso la nota final de su impactante Requiem for my friend, dedicado a la memoria de su amigo muerto Krzystof Kieslowski. Una reflexión sobre la muerte es por fuerza una reflexión sobre la vida. Henos aquí, aún vivos, vivamos bien, dice esta música en su belleza tan serena, lúcidamente reconfortada. La caligrafía, tan límpida, tan cristalina, se abre en estos diez bellos divertimenti con la misma gracia y velocidad pasmosa con la que una crisálida deviene mariposa. Los colores: desde una pequeña música nocturna (track 2) de innegables raigambres chopinianos, hasta evidentes glosas del lenguaje pianístico monumental de Keith Jarrett (track 5) o bien el encanto de la música china (track 9) y la lúbrica ludicidad mozartianísima, muy claramente escanciada en la pieza ocho. Al piano, solo: Leszek Modzdzer. La vida en una gota de rocío.

Ť Pablo Espinosa Ť