LUNES 8 DE MAYO DE 2000
Ť Esta vez no hubo ediciones conmemorativas
Cumple hoy 30 años Let it be, el último disco de The Beatles
Ť El álbum, punto de partida de posteriores creaciones de rock
Pablo Espinosa Ť La última vez que los cuatro Beatles estuvieron juntos dentro de un estudio de grabación fue el 20 de agosto de 1969. Pero no fue la última sesión del Cuarteto: el 4 de enero de 1970 se juntaron -con excepción de Lennon, quien se tomó un mes de vacaciones en Noruega- para completar el álbum póstumo, que se iba a llamar, irónicamente, Get back (Regresa) y que hoy el mundo conoce como Let it be.
El 8 de mayo fue el día que Los Beatles chingaron a su madre: ese día, es decir hoy hace exactamente 30 años, salió el último disco del grupo musical más influyente del siglo. Ese día piraron, chuparon faros, pasaron a mejor vida: el limbo de la inmortalidad. O séase, a partir de Le it be, la discografía Beatle no se conjuga ya más que en pretérito.
A diferencia de improntas similares, como The wall, la más reciente, y en su momento Dark side of the moon, ambos álbumes de Pink Floyd, o bien como en el caso de Los Beaceps (pronunciado Bíceps) se hizo con los aniversarios trigésimos de El sargento Pimienta y, también maravilla de la tecnología, el disco penúltimo, titulado en bajorrelieves sencillamente The Beatles, mejor conocido como El disco doble o, mejor: el Album blanco, en el caso de Let it be no se imprimieron en esta ocasión ediciones conmemorativas, con sus bonus tracks, fotos inéditas ni nada de esa linda bisutería, revisitación fetichista, pero más que nada la maravilla de las digitalizaciones sonoras. Trátase, empero, de un álbum que es hoy nada menos que uno de los clásicos del siglo que, a pesar de los globalifílicos, todavía no termina.
La serie de claves que para la historiografía Beatle ofrece el álbum póstumo es infinita. Las declaraciones de Harrison, los jalones de chongo en plenas sesiones de estudio, y sobre todo las discusiones en torno a los conceptos creativos, en medio de una tormenta clásica de fin de una relación. Resulta interesante, en cuanto al contenido de la música y fuera de la chismografía, escuchar con detenimiento este álbum para desentrañar una serie de explicaciones estéticas al cúmulo de aportaciones creativas que vendrían en adelante en la cultura rock y que tienen su punto de partida precisamente en el disco que hicieron Los Melenudos de Liverpool al borde de la tumba como grupo, a punto de la disolución.
Para empezar, McCartney llevó la discusión estética hasta el nivel de prueba judicial, ante la Corte, pues sostuvo, como una prueba para lograr la disolución legal de The Beatles, que Phil Spector, en su papel de productor emergente, había traicionado el concepto estético original y el daño, se quejaba Mac, llegaba a haber reducido rolas como The long and winding road al nivel de baladitas con instrumentación a lo Mantovani. Pasu.
Hay también en este álbum fetiches insignes para la melomanía, por ejemplo el alegre desmadrito que se gastaban en sus conciertos y en sus grabaciones Juanito Lennon, Pablo McCartney, Jorgito Harrison y Ringo Estrella. Por ejemplo, los diálogos que Phil Spector tuvo a bien incluir, en su concepto personal, entre canciones. Al final del blusesazo Dig it, la frase de Lennon enunciada en japonés-hablando-inglés por Yoko Ono: "That was 'Can You Dig It' by Georgie Wood, now we'd like to do 'Hark the Angels Come' " y que entre iniciados suele tornarse la parte final en un lógico e indubitable "And now we'd like to do All the Angels Come" ("Y a continuación nos gustaría hacer que todos los ángeles se vinieran").
El concepto, hoy lugar común, de overdub (grabación en multitracks: grabar primero los instrumentos, luego añadir la voz, efectos, editar, muchos trucos de edición, pues) la magia de los primeros walls of sound (muros de sonido, en este caso con un orquestón sinfónico, a cuyos integrantes pagaron una bicoca), el refrendo de los motivos estéticos de Los Melenudos: su amor, pasión y entrega al blues (mismo elemento que explica el éxito y trascendencia de los Stones, Eric Clapton y muchos grupos de rock hoy por hoy ya clásicos), la canción elevada a la raíz cuadrada de la poesía (prueba contundente: la letra de Across the universe), la guitarra con slide de Harrison, los "efectos de sonido" de Alan Parsons, el pelo largo, las ideas más largas, la era en que la imaginación estaba en el poder.
Han pasado, ya, 30 años.