La Jornada sábado 6 de mayo de 2000

EL TONTO DEL PUEBLO Ť Jaime Avilés
Chiapas: conspiración en Roma

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El PRI en el Vaticano. Entre el 7 y el 12 de julio de 1998, en la ciudad de México y previa autorización del presidente Ernesto Zedillo, en su carácter de secretario de Gobernación, Francisco Labastida Ochoa se habría reunido con el cardenal Angelo Sodano, secretario de Estado del papa Juan Pablo II, para "negociar" una serie de "objetivos" orientados al desmantelamiento de "toda la estructura actual de la diócesis" de San Cristóbal de Las Casas, de acuerdo con un documento oficial que obra en poder de La Jornada.

Fuentes cercanas a la Iglesia católica en Europa revelaron lo anterior, al dar a conocer esta semana copia facsimilar de una "nota informativa" de la Secretaría de Gobernación, fechada el 29 de junio de 1998 y titulada "Actualización de la estrategia para Chiapas en la presente coyuntura", que Labastida habría usado como base del acuerdo presidencial que sostuvo con Zedillo a principios de julio del mismo año.

A partir de la información disponible, ahora se sabe que Labastida habría solicitado a Zedillo autorización, según el texto, para "aprovechar el que del 7 al 12 de julio (de 1998) se realizará en el Distrito Federal el tercer Encuentro Mundial de Sacerdotes, al que vendrá el Cardenal Angelo Sodano, Secretario de Estado del Vaticano, para que, si así lo instruye el C. Presidente, el Secretario de Gobernación pueda negociar con él los objetivos planteados más arriba" (sic por las mayúsculas en todos los casos). Tales objetivos no eran modestos:

"Se trata no solamente de que a lo mucho en un año Samuel Ruiz deje de realizar sus actividades en la diócesis de San Cristóbal, sino también de sustituir al Obispo Coadjutor Raúl Vera; de incorporar sistemáticamente curas de tendencias institucionales (principalmente franciscanos) a las diferentes parroquias de la diócesis; de dividir la diócesis con una prelatura y nombrar a un prelado contrario a la teología de la liberación; de lograr que los jesuitas y los Misioneros del Verbo Divino abandonen Chiapas...

"También es muy importante que el Gobierno federal siga apoyando el fortalecimiento del grupo más institucional de la CEM (Conferencia del Episcopado Mexicano), encabezado por el arzobispo Norberto Rivera, con objeto de equilibrar al interior del episcopado mexicano la fuerza de los obispos simpatizantes de la Teología de la Liberación".

2

Objetivos cumplidos. Como a todo el mundo consta, Raúl Vera fue separado oficialmente de la diócesis de San Cristóbal, por decreto de Juan Pablo II, el 31 de diciembre de 1999, y desde el 19 de marzo de 2000 es obispo de Saltillo.

Por otra parte, de acuerdo con la nota de José Antonio Román, publicada el pasado miércoles 3 de mayo en la página 18 de este diario, durante su asamblea número 69 "la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) propondrá al papa Juan Pablo II conformar la prelatura de los Altos de Chiapas".

Para comprender mejor el sentido profundo de estos hechos -el primero, aparentemente gestionado por Sodano, a petición de Labastida; el segundo formulado por los obispos del llamado Club de Roma, ligados políticamente a la cúpula del PRI y a su candidato a la Presidencia-, léase el siguiente párrafo del citado documento:

"El factor real de poder estructural en la mitad oriental de Chiapas es la Iglesia católica. Aunque se llegara a negociar la paz con el EZLN o se neutralizaran sus acciones, los conflictos en Chiapas persistirían mientras no se desmantele toda la estructura actual de la diócesis."

3

Interviene Karol Wojtyla. "El caso de la diócesis de San Cristóbal de las Casas será, quizá, el tema donde pudiera existir alguna discrepancia entre los obispos. Sin embargo, fuentes eclesiásticas señalaron que hay un apoyo mayoritario de la jerarquía para presentar (al Papa) el proyecto no sólo de convertir a San Cristóbal en arquidiócesis, sino también de subdividirla para confirmar la nueva prelatura de los Altos", agrega la nota de José Antonio Román (La Jornada, 18/05/00).

A juzgar por todo lo anterior, para Zedillo, Labastida y los promotores de la guerra de baja intensidad contra los indígenas de Chiapas, la renuncia de Samuel Ruiz, el desplazamiento de Raúl Vera y la designación papal de Felipe Arizmendi como nuevo obispo de San Cristóbal, no han sido suficientes para retomar el control de lo que definen como "verdadero factor de poder en la mitad oriental de Chiapas".

En Semana Santa, días antes que monseñor Arizmendi saliera de la diócesis de Tapachula, que tantos años gobernó, para recibir el bastón de mando en la catedral de San Cristóbal, un periodista preguntó al "comisionado" de Gobernación para el "diálogo" en Chiapas, Emilio Rabasa: "ƑConsidera que el obispo Arizmendi podría mediar en el conflicto con el EZLN?".

Rabasa contestó sin rubor: "No, porque no es imparcial". Con esta sencilla frase, el vocero del régimen para la guerra contra los más pobres de Chiapas envió un mensaje inequívoco: monseñor Arizmendi tampoco le gusta al "gobierno" federal. Hay una anécdota al respecto.

Tras la destitución de monseñor Vera como obispo heredero de Samuel Ruiz, influyentes sectores de la Iglesia católica europea, solidarios con la causa de los obispos latinoamericanos que practican la opción preferencial por los pobres, intercedieron ante el papa Juan Pablo II y le dieron a conocer el famoso documento.

El argumento central que habrían esgrimido ante el pontífice -según comités de cristianos de base, organizados a través de una red de Internet que opera en Italia y en España-, fue por demás directo y atendible: "el desmantelamiento de la diócesis de San Cristóbal, eliminaría un importante factor de equilibrio y estabilidad" en Chiapas.

Juan Pablo II, aseguran las fuentes, habría "reconocido" la gravedad de las circunstancias y se habría "comprometido" a revisar "cuidadosamente la sucesión de don Samuel", rogando a sus interlocutores que nada de lo dicho le fuese transmitido al cardenal Sodano, hoy por hoy, el hombre más poderoso de la Iglesia, dadas las crecientes limitaciones físicas de Karol Wojtyla. El sorpresivo nombramiento de Arizmendi habría sido producto de aquella determinación.

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Cómo se disolvió la Conai. De acuerdo con la copia facsimilar del documento, el 3 de febrero de 1998, sólo un mes después de haber asumido la Secretaría de Gobernación, Labastida presentó al doctor Zedillo "una nueva estrategia" para Chiapas, diseñada por el ingeniero Adolfo Orive Bellinger, coordinador de asesores del sinaloense. En ella, el titular del Ejecutivo y su actual heredero a la Presidencia, definieron tres "objetivos de Estado" y cuatro "objetivos operativos".

El más importante de todos ellos era "generar las condiciones para que el conflicto no detenga la marcha normal del país y evitar que el gobierno de la República pague costos mayores", según se lee en la página 1 y, según se aclara en la 3, esto significaba lo siguiente:

"La información disponible, así como las acciones realizadas por el EZLN y los integrantes prominentes de la diócesis de San Cristóbal, hacen ver que lo más probable es que no deseen en el futuro próximo negociar la paz y que, incluso, están intensificando su trabajo para desestabilizar zonas y generar provocaciones que le ocasionen problemas serios al gobierno federal, le resten credibilidad y contribuyan a que se pierdan las elecciones en el año 2000".

Líneas adelante, el propio texto señala que, en un segundo acuerdo presidencial, celebrado entre Zedillo y Labastida el 13 de abril de 1998, ambos funcionarios convinieron en "aumentar las presiones, incluso al interior de la Iglesia, para que Samuel Ruiz abandone sus pretensiones de mediar en el conflicto de Chiapas, renuncie a la Conai (Comisión Nacional de Intermediación) y lograr que ésta se autodisuelva".

Una vez más, como a todo mundo consta, en el segundo trimestre de 1998 los medios electrónicos de difusión, controlados por el régimen, multiplicaron sus críticas en contra de Samuel Ruiz. Pero la gota que derramó el vaso fue la matanza del 10 de junio del mismo año en el municipio autónomo de San Juan de la Libertad (o El Bosque), donde ocho indígenas, bases de apoyo del EZLN, fueron arrestados por elementos de Seguridad Pública de Chiapas y asesinados en el camino a Tuxtla Gutiérrez.

Para redondear la escena, el "gobierno" de Roberto Albores Guillén devolvió los cadáveres de los campesinos con las tripas de fuera. A raíz de estos hechos, Samuel Ruiz, en efecto, renunció a la Conai y ésta quedó disuelta por decisión de todos sus integrantes.

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Una explicación elemental. La aparición del documento de marras (cuya autenticidad está fuera de toda duda, según fuentes eclesiales consultadas por el tonto del pueblo) arroja luces muy esclarecedoras, no sólo en lo que respecta a la actitud de la máxima jerarquía del episcopado mexicano ante la diócesis de San Cristóbal, sino ante el repentino anuncio de Diódoro Carrasco, suplente de Labastida en Gobernación, quien a principios de esta semana aseguró que la Policía Federal Preventiva desalojará a indígenas de varias decenas de comunidades de la reserva ecológica de Montes Azules, corazón de la selva Lacandona.

Numerosos analistas políticos, en reacción inmediata, han coincidido en este y en otros diarios, que frente al desplome del candidato presidencial del PRI en las encuestas confiables, el régimen de Zedillo no vacilará en recrudecer la violencia en Chiapas con el objeto de poner en fuga a vastos sectores indígenas y campesinos de izquierda, identificados con las candidaturas de Cuauhtémoc Cárdenas y de Pablo Salazar Mendiguchía, quienes estarían arrebatando al partido de la dictadura importantes caudales de votos que Labastida necesita desesperadamente para los comicios del próximo dos de julio.

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Una guerra electorera. Un simple contraste entre los datos de la realidad y los objetivos políticos acordados por Zedillo y Labastida en 1998, basta para asegurar que el documento secreto de Gobernación, filtrado desde Europa por fuentes de la Iglesia de los pobres, no sólo es auténtico sino que pone al desnudo la naturaleza intrínsecamente perversa de la guerra que la dictadura priísta libra en Chiapas contra los más pobres de los pobres.

Desde San Cristóbal -por si faltaran piezas de convicción- miembros de la curia diocesana cuentan que, desde los meses finales de 1998, Albores Guillén comenzó a propalar la especie de que pronto habría un arzobispo en Chiapas. Sin embargo, para configurar una arquidiócesis, la legislación eclesiástica señala que ésta deberá erigirse al menos sobre cuatro diócesis. En Chiapas hasta ahora sólo hay tres: la de Tapachula, la de Tuxtla Gutiérrez y la que el pasado lunes dejó don Samuel Ruiz.

Con la nueva prelatura de los Altos -que hoy discute la 69 asamblea de la CEM- se cumpliría con ese requisito. Pero en los hechos significa que, descontentos con la designación papal de Arizmendi, los miembros del Club de Roma, apoyados por el cardenal Sodano, siguen adelante con el plan de Labastida de imponer en los Altos un jerarca opuesto a la teología de la liberación.

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